Esta entrevista fue realizada hace unos días, cuando no había fracasado aún el diálogo del gobierno de Nicolás Maduro con la oposición venezolana en Santo Domingo. La decisión del CNE de fijar las elecciones presidenciales para el 22 de abril pone en duda que la oposición participe en esta contienda. Dirigente del partido Primero Justicia y exgobernador del estado Miranda, Henrique Capriles, fue candidato a la presidencia en su país en dos oportunidades con resultados que fueron desconocidos por él e impugnados ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Plinio Apuleyo Mendoza / El Tiempo
¿A qué se debe la división que existe hoy en la oposición venezolana?
En Venezuela todo está en crisis. Es imposible que en un país donde la economía, la salud, la educación, el gobierno estén en crisis, la oposición, que es plural y heterogénea, no lo esté. Pero su división es un problema fácil de resolver. En el caso de que compita en las elecciones presidenciales va a hacerlo con un solo candidato. Yo sé que esto inquieta mucho en el exterior. Pero soy yo a quien le ha tocado aglutinar a toda la oposición, quien puede asegurarle a esa opinión internacional que vamos a tener unidad en estos momentos tan difíciles.
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La cúpula militar forma parte del régimen. Es muy corrupta. Está involucrada en todos los saqueos al erario, en todo despilfarro, en la destrucción de la industria petrolera y en todo negocio relacionado con la escasez de alimentos. Allí siempre hay miembros de la cúpula militar. Al mismo tiempo, en los cuarteles los soldados no están comiendo bien, sufren las consecuencias de la crisis económica. Pero tampoco creo que la solución para Venezuela venga de un levantamiento militar.
Sin embargo, en la historia de Venezuela, esta alternativa ha tenido lugar algunas veces en favor de la democracia. El golpe contra Pérez Jiménez lo dieron las Fuerzas Armadas con el sustento de la opinión pública, ¿por qué no cree en esta opción?
Si de algo se ha encargado este Gobierno es de desprofesionalizar las Fuerzas Armadas. Lo que ha hecho es politizarlas, desconocer sus funciones en defensa de la democracia y, al final, destruirlas. De modo que no hay cohesión alguna entre los militares y los sectores democráticos. Solo frente a una explosión social que sea desencadenada por la grave situación que estamos viviendo, yo me atrevería a decir que la fuerza armada se pondría del lado del pueblo venezolano. Si Maduro estuviese confiado en mantenerse en el poder por la fuerza, no estaría buscando un proceso de negociación en República Dominicana.
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Óscar Pérez formaba parte de un cuerpo civil de la Policía Científica, destruida y desmantelada por el régimen. Pérez se convirtió en noticia mundial cuando dejó en un video plasmada su voluntad de entregarse a las autoridades, y poco después apareció muerto por un tiro en la cabeza. El Gobierno no quiso hacer entrega del cuerpo a sus familiares y lo enterró a la fuerza, como lo hacen las dictaduras más atroces. Este paso dado por Maduro hará que termine en el basurero político de la historia venezolana y del mundo.
Por otra parte, el país atraviesa un caos económico nunca visto, que se traduce en la pérdida del 40 % del PIB en cuatro años, la mayor inflación del mundo, la pauperización de la clase media y la destrucción del aparato productivo privado. ¿Cree posible que un gobierno democrático futuro pueda sostenerse en el poder teniendo que acometer cambios de tan alto costo político para poner en orden la casa y salvar el país del estado ruinoso en el que se encuentra?
Si hay un cambio, Venezuela se disparará como un cohete. No tenga duda. Venezuela es un país muy generoso, con cuantiosos recursos naturales, con un pueblo noble y trabajador que tiene gran disposición para recuperarse. Tendremos oportunidad de romper con el círculo vicioso que ha gobernado en las últimas décadas y de rescatar el valor del trabajo y del esfuerzo, como es propio de ustedes los colombianos. Venezuela tiene todas las posibilidades de recuperarse. Yo no me anoto entre los pesimistas.
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Tengo una esperanza muy pequeña. Si no se logra nada en República Dominicana, yo estoy convencido de que este año en Venezuela va a haber un desenlace. Esto es insostenible. No vamos a ser la nueva Cuba de América.
Ahora hay distancia. No es la relación de antes.
¿Qué opina de la propuesta de Ricardo Hausmann de que la Asamblea Nacional designe un gobierno de transición y que una coalición armada de países garantice el cambio ante el caos o genocidio prevalecientes?
Ricardo Hausmann es buen amigo, yo lo conozco bastante y he conversado mucho con él. Hay un famoso dicho que dice: ‘deseos no empreñan’. Yo creo que la gran pregunta que habría que hacerle a Ricardo es ¿cómo se hace eso? Porque la Asamblea Nacional fue desconocida por el Gobierno.
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¿Es factible una paz perdurable en Colombia con el estado de cosas prevaleciente en Venezuela?
Desde luego, mientras permanezca en el poder, Maduro será un peligro para la paz de Colombia.
Chávez llegó al poder porque en Venezuela la gente desconfiaba de los partidos Copei y Acción Democrática. El mismo fenómeno se advierte hoy en Colombia. Hay gran descontento con el mundo político, ¿ve usted este riesgo en nuestro país?
Sí, lo veo. Este fenómeno ocurre cuando la clase política se desconecta de la gente y termina convirtiéndose en un grupo que vive otra realidad, y no la que viven y contemplan los ciudadanos. Tengo varios amigos en Colombia y bastante les he insistido en que veo una clase política muy desconectada del pueblo. Pero también mirando lo que sucedió en mi país, les he recomendado que no busquen un salvador, porque esos salvadores acaban construyendo un gobierno para su beneficio personal. Este ha sido un mal que se ha repetido en América Latina. Yo creo que los venezolanos estamos a punto de romper con eso, y si los colombianos quieren una referencia de lo que no deben hacer, que vean a Venezuela.
¿Cómo ve el panorama electoral en el resto de América Latina en un año decisivo para la región?
El panorama es complicado porque en la región se ha ido unas veces hacia la izquierda y otras hacia la derecha. Los gobiernos que formaban parte de ese club de amigos que tenía Chávez utilizaban el discurso de izquierda para esconder toda su corrupción y sus proyectos totalitarios. En Brasil, no sé qué va a pasar con Lula; lo que sí advierto es que este Lula no es el mismo de años atrás en su manejo político. En México creo que no va a ganar López Obrador. Sin embargo, este tampoco pareciera ser el de antes. Todos, al final, se han dado cuenta de que fueron radicales en sus posiciones y que esto lo que hizo fue debilitarlos; al final, los empujó y los sacó del poder. Hoy en día, la comunidad internacional no parece que vaya a reconocer unas elecciones en Venezuela como las que pretende hacer Maduro. Lo cierto es que en América Latina, independientemente de cuales vayan a ser los resultados electorales, esta crisis que ha tenido obliga a los partidos de izquierda a irse al centro. Yo creo que la política debe estar en el centro y no en los extremos. No creo ni en la derecha ni en la izquierda, creo en el centro. Estar en el centro no significa carecer de posición. Todo lo contrario, el que está en el centro es el que combate a quienes están en los extremos. El centro es donde está el corazón de América Latina.