El uruguayo Tabaré Alonso se atrevió a dejar todo por “redescubrir América” hasta Alaska en bicicleta y ahora que ya cumplió la primera etapa de su travesía en Panamá dijo que solo espera que el encanto de este país y el de sus mujeres no le desafíen a dejar su aventura como le ocurrió en Venezuela. EFE
Alonso indicó en una entrevista con EFE que en ningún tramo de su periplo, incluso en aquel a 3.600 metros de altura en el salar de Uyuni en Bolivia, “un desierto de sal todo blanco” en el que casi muere de frío, pensó en abandonar su sueño como en Venezuela, donde el amor lo pinchó y se quedó medio año. “En Venezuela casi abandono, casi tiro la toalla por una chica“, aseguró Alonso, de 29 años y quien hace año y medio dejó su trabajo en informática, su familia, amistades y su “zona de confort” para pedalear por toda América y cubrir hasta ahora la primera etapa de su giro personal, de “15.000 kilómetros hasta Panamá“.
Lo que le sucedió en Venezuela con el amor fue “una de las cosas más duras“ por la que Alonso confesó haber pasado porque, afirmó, siempre ocurre “que cuando me empieza a gustar alguien, cuando me empiezo a enamorar de alguien digo bueno, me voy, chao“.
No sucederá más porque su meta es cubrir “los 19.000 kilómetros” de la segunda etapa, hasta Alaska, buscar empresas que le apoyen, seguir conectado en las redes con sus seguidores y escribir un libro sobre su recorrido, pero admite que el cariño que le han dado en Panamá lo hace pensar en otro duro adiós como en Venezuela.
En Panamá, resaltó, “es un poquito peligroso en ese sentido porque las chicas son muy directas, son muy frontales. Aquí no hay pérdida de tiempo, en el sur somos más tímidos“, expresó. Alonso no se guarda nada y dice que todo esto es “muy bonito” y que le “gusta“, pero que por eso mismo tiene que “andar con cuidado“, se dice “Tabaré enfócate en lo tuyo, no te enamores. Porque no me puedo ir a Costa Rica, a Nicaragua, mirando hacia atrás, mirando hacia Panamá“.
“Aquí me quedo un mes, organizando la segunda etapa y sacando los permisos de visa para Estados Unidos y Canadá“, insistió. Alonso, que carga en su bicicleta con una carpa, una hamaca, una cámara fotográfica con su trípode, una cocina pequeña a gas butano, ollas y su poca ropa, aclaró que no se trata de una travesía para conocer chicas sino de “entender a la gente y los más bello de su esencia“.
El aventurero uruguayo dijo que nunca pensó que el viaje fuera a trascender tanto, no solo en las redes sino a nivel personal y que “pudiera aprender tanto“. Por ello el plan que viene atesorando hace tiempo es llevar toda este cúmulo de experiencias “a tierra, escribirlo y comunicarlo en un libro, para poder financiar esta segunda etapa“.
En Panamá tiene contemplado ofrecer una conferencia en tono de motivación en la que tratará de explicar que “libertad es hacer lo que a uno le gusta” sin miedo a los riesgos. Recordó que mucha gente, como su padre, le dijeron que estaba loco y que corría el peligro de ser víctima de robo, secuestro y también pasar hambre, parte de lo cual sí le ocurrió con el robo de su bicicleta en Brasil, los tres días que estuvo sin comer y además las infecciones sufridas por picaduras de mosquitos.
Pero aún así, Alonso señaló que lo que quiere con su proyecto y sueño es “demostrarle a las personas que sí es posible, aunque tuve que pasar por dificultades como que me robaran en Brasil la bicicleta y me estafaran en Perú, pero todo fue parte de un aprendizaje para llegar aquí“.
“Rompí con la rutina de todos los días al hacer algo que quizá no me gustaba. Hoy hago todos los días lo mismo, andar en bicicleta, estar con la gente, pero descubrí que eso es lo que me gusta“, remarcó Alonso, barbado, pelo largo y ataviado informalmente por el calor húmedo que le agobia acá en Panamá.