El premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, realizó un análisis en abril de 2003 sobre la ocupación estadounidense en Irak para determinar si realmente esta fue justa, o si tuvo sentido alguno.
Por Mario Vargas Llosa / Revista Diners
La acción armada de Estados Unidos en Irak es objeto de rechazo masivo en casi todo el mundo, las razones que amparan y comparten muchas personas, así como el autor de este artículo, fueron solidarias de las acciones aliadas para rescatar a Kuwait de la invasión de Saddam Hussein, atajar el genocidio serbio contra los kosovares o derrocar al régimen terrorista de los talibanes afganos coludidos con al-Qaeda y Ben Laden. A diferencia de lo que ocurrió con la guerra del Golfo o con las intervenciones militares en Afganistán y Kosovo, que sí tuvieron amplio apoyo en la opinión pública internacional.
Todas las guerras son crueles y causan innumerables víctimas inocentes, además de destrozos materiales indescriptibles a una nación, pero, pese a ello, hay guerras justas, las que sólo se pueden evitar pagando un precio mucho más alto que el que costaría asumirlas, como la que libraron las potencias occidentales contra Hitler y el nazismo. Sólo cuando es evidente que, la alternativa sería mucho peor, una contienda bélica puede ser justificada, como en 1939, en nombre de los derechos humanos, la soberanía, la legalidad internacional y la libertad. La vasta oposición a la intervención en Irak se debe a que, en este caso, no resulta claro, sino extremadamente turbio y confuso, qué motiva esta guerra y los objetivos que con ella se espera alcanzar.
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Es verdad que Saddam Hussein es un dictador sanguinario, que ha invadido a sus vecinos, utilizado armas químicas y bacteriológicas contra su propio pueblo, e instaurado un régimen policial, de censura y de terror. ¿Pero de cuántos gobernantes de su vecindad y de otras regiones del mundo se podrían decir cosas muy semejantes?
¿Qué son Irán, Siria, Libia, Arabia Saudita, Zimbabue y un buen número más de países africanos y asiáticos sino satrapías indecentes que a diario atropellan los derechos más elementales de sus ciudadanos, a los que tienen sometidos a un régimen de oscurantismo y pavor? No es pues verosímil que detrás de esta guerra se halle la loable intención de ayudar al pueblo iraquí a emanciparse de una dictadura y forjar una democracia.
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