Desde la llegada atropellante de esta reciente ola del feminismo, la palabra género ha sido incluida de manera forzada en todos los tópicos y conversaciones, ha terminado siendo un indicativo de que probablemente tengamos problemas o discusiones.
Jennifer Barreto Leyva
El feminismo propone que las mujeres seamos incluidas, solo por ser mujeres, de manera obligatoria en absolutamente todo.
En política, el ala radical del feminismo propone el eslogan “sin mujeres no” llegando al extremismo de alegar fascismo, machismo o falta de democracia si se falta a este postulado.
En la actualidad, todos aquellos movidos por el terror que produce sufrir las consecuencias de la cultura de la cancelación o por la conveniencia de seguir agendas con la rentabilidad y popularidad que esto conlleve de consecuencia, las mujeres están siendo incluidas en cada organismo, plataforma, oficina, y propuesta del ámbito que existe.
Esto está generando un retroceso importante para las mujeres, pertenezcan a la corriente o ideología que sea.
Nos estamos convirtiendo en molestas y en un potencial problema. Para ejemplos sencillos, cercanos y recientes, tenemos la licencia menstrual, uno de los objetivos y antojos del feminismo actual, comenzó por una supuesta dignificación de la mujer y ya vamos por licencias por discapacidad menstrual.
Donde como agravante, el patrono debe pagar en el ámbito laboral a las mujeres 38 días de salario al año, dar a la trabajadora esa misma cantidad de días libres y ni siquiera se debe comprobar que se es mujer, solo con sentirse/percibirse como tal, ya la ley arropa y protege a esa persona.
Gracias a las cuotas por género, está desapareciendo a la velocidad de la luz el ganarse las cosas por mérito, lo que solo termina fomentando la vagancia y mediocridad.
Otro ejemplo vivo de el gran daño que está haciendo esta propuesta, es el nombramiento de la jueza Ketanji Brown Jackson a la Corte Suprema de los Estados Unidos.
Se le nombra por ser mujer cumpliendo la impositora cuota de género del feminismo y por ser negra, cumpliendo la cuota impositora del progresismo.
¿Resultado? Una Corte Suprema que tiene entre sus recursos humanos, una jueza que no cree en la Constitución de los Estados Unidos, entre otras importantes y sustanciales diferencias con los jueces conservadores que han llegado a sus puestos y cargos por una larga y prominente carrera dentro del mundo judicial.
Esto de la cuota por género, me llegó a hacer mucho ruido en una oportunidad donde en broma me decían que mi voz era importante porque había una cuota que cumplir. Enseguida empecé a preguntarme: “¿Y todos los años que tengo de estudios? ¿Y la experiencia que llevo acumulando con sumo sacrificio por décadas? ¿Mis noches de desvelo actualizándome y preparándome académicamente no cuentan?” – aunque se trataba de una broma, entendí en solo segundos la profunda atrocidad que la cuota de género significa y que el feminismo jamás se detuvo a ponderarlo.
Puedo entender que en algunos campos la entrada de la mujer haya sido más compleja y difícil por mentes retrógradas que habiten en tales ámbitos, pero la estrategia de imposición malcriada no es la más inteligente. Tener determinados cromosomas, no es garante de inteligencia, experiencia y capacidad, ejemplos vaya que sobran.
Ninguna mujer que se respete y sepa su valor, debe aceptar que la usen para cumplir cuotas o agendas.
Si queremos verdaderos avances, debemos comenzar por echar a un lado plataformas, movimientos y propuestas que nos reducen a una inclusión forzada por el mero hecho de ser portadoras de un útero.
Las mujeres hemos demostrado con creces, que somos capaces y estamos preparadas para conquistar la luna si así queremos, literal y textualmente.
A la fecha hay mujeres astronautas, físicas, primeras ministras, presidentas y pare usted de contar.
No necesitamos de capacitaciones especiales para mujeres puesto que no tenemos necesidades especiales. La primera regla para hablar de integridad e igualdad, si a eso vamos, es jugar con las mismas reglas que juegan los demás, en el mismo plano. Cuando se empiezan a crear nichos, excepciones y pequeños apartheids, se empieza sin duda alguna, a faltar a las reglas a las que están sometidos los demás.
Con un discurso firme, preparación y un toque de rebeldía cuando se necesitó, rompimos brechas absurdas y conquistamos al mundo, no veo entonces por qué la necesidad de un relato malcriado y victimista en la actualidad, sobre todo si hablamos de Occidente. Es innecesario, absurdo y solo termina creando estigmas negativos sobre nosotras que, en honor a la verdad, no necesitamos.
Sí a la preparación y a los méritos, no a la vagancia, mediocridad y victimismo.
Con nuestras hormonas, vaya que tenemos suficiente.
¡Hasta la próxima!
Sobre Jennifer Barreto Leyva
Abogada, periodista, conferencista y escritora, presidente de Club de los viernes capítulo Venezuela, coordinadora general de Mujeres en libertad, conductora y productora de TV y radio. Miembro de la mesa editorial nacional del Republican National Hispanic Assembly. Ex-corresponsal de Fox News. Analista y consultora política. Corresponsal en Buenas Nuevas, Puerto Rico. Presidente de The Ladies Coalition. Directora de la plataforma El dato político.