Marzo se ha vendido desde hace décadas como el “mes de la mujer”. El 8 de marzo ha sido por excelencia el día en que se hace énfasis en las luchas de la mujer por sus derechos, fecha que secuestró hace años el feminismo y donde lejos de celebrar los avances importantísimos que hemos tenido, se dedican a llorar, a lamentarse y a prohibirle a los hombres felicitarlas por su día.
El Político
El 8 de marzo es cuando se han dado las movilizaciones de mujeres más importantes de la historia, en temas que siguen vigentes –no en tanta profundidad y urgencia– sin embargo, son temas todos que han sido secuestrados, capitalizados y tomados por la izquierda, como por ejemplo, salarios más justos, jornadas de trabajo y condiciones óptimas para laborar, entre otros temas que desafortunadamente no fueron atendidos a tiempo por considerarlos no tan importantes o ridículos, y ocurrió lo de siempre.
Lección que a la fecha no han entendido muchos en la política. Siguen despreciando y burlándose de causas, restándoles importancia. El marxismo los secuestra y vienen a posteriori los lamentos. Pasan los años y no hay un verdadero aprendizaje y madurez política. Es la pura realidad.
Con el transcurrir de los años y las nuevas olas del feminismo, desafortunadamente lo que era un movimiento necesario y una causa loable, ha ido perdiendo el norte, el sentido y la pertenencia misma a las mujeres.
En la actualidad, en los previos del 8 de marzo de éste año, se ha instituido el asesinato de seres humanos en el vientre materno en Francia como parte de la constitución, haciendo historia al ser el primer país en tal “logro”. El sitio donde más seguro debe estar un bebé hoy por hoy es donde más peligra y para colmo esto es celebrado con bombos y platillos. Es escalofriante la mirada que tiene un movimiento que en la actualidad no nos representa.
Así mismo han aplaudido que hombres con vestido sean considerados mujeres, llegando al atrevimiento de estar en eventos de importancia como invitados, donde cuentan sus “luchas”. Es un absurdo impensable.
Ser mujer no es un sentimiento, tampoco somos un disfraz.
Esos mismos hombres con vestido, poco a poco no solo se apoderan de nuestros espacios, sino que nos desplazan, como si fuéramos despojos humanos, sustituibles, así como quien habla de zapatos o carteras. En la actualidad, por ejemplo, hay hombres auto percibidos mujeres, figurando en las páginas del museo de la historia de la mujer en los Estados Unidos.
Es una abominación aplaudida y promovida por mujeres, mujeres éstas que dudo mucho tengan en uso sus neuronas, y perdonen los sensibles mi eterna franqueza.
Poco a poco hombres auto percibidos mujeres, han tomado nuestros espacios y hoy son “reinas” de belleza, titulares de premios en categorías femeninas, o conferencistas en temas de mujeres. Todo con el aplauso, apoyo y ayuda de mujeres, mismas que hablan de un “patriarcado opresor” que solo existe en sus mentes, entre otros fantasmas imaginarios con los que conviven.
Lo más penoso es que quienes hemos denunciado esto, intentando proteger la decencia, el sentido común y cuidando nuestros espacios, estamos siendo violentadas y perseguidas por esas mujeres que hoy aplauden esta aberración, esta atrocidad.
El feminismo se convirtió en un gran monstruo al que no podemos seguir llamando lobby por guardar las formas, que está deconstruyendo lo más importante de la sociedad: la familia, desnaturaliza a las mujeres haciéndoles creer que el libertinaje sexual es progreso o que matar a sus hijos en el vientre materno es un derecho, entre otros absurdos de considerable malignidad.
Este movimiento que en esta última ola no ha hecho otra cosa que criminalizar a los hombres y venderles el absurdo de que deben replantear su masculinidad se ha convertido en una criatura temida por todos a la que pocos hacen frente.
Movimiento este que ha guardado absoluto silencio y mantenido total pasividad ante hechos tan graves como la lapidación de mujeres en Irán como el caso de Mahza Amini, no hacen nada por detener la mutilación genital que continentes como África sigue más vigente que nunca como costumbre, o se hacen las desentendidas cuando mujeres conservadoras como yo, somos violentadas y excluidas por decir lo que pensamos.
Para ejemplos claros y frescos tenemos el borrado de las mujeres, para ellas este fenómeno provocado por ellas mismas, solo cuenta si se trata de una feminista/progresista o de un hombre auto percibido mujer.
Siempre prestas para hacer shows lamentables, shows que no llevan a nada en honor a la verdad.
De los puntos más tristes con el feminismo para mí, es la tardía reacción de las mujeres que son utilizadas cual peones para sus despropósitos. Sobran testimonios de mujeres que abortaron y en sus años de madurez lamentan haberlo hecho o incitado a otras mujeres a hacerlo, mujeres que vivieron una vida de promiscuidad y entrados los años se dieron cuenta el inmenso error cometido. No son pocas las que hoy advierten la gran estafa que es el feminismo, sin embargo, muchas insisten en no querer escuchar.
No pasa un día en que no piense en esas mujeres que necesitan ayuda y apoyo, que las plataformas feministas pudieran dar con el grosero financiamiento con el que cuentan, y se han negado rotundamente por las víctimas negarse a comulgar con sus posturas, como hicieron con tantas mujeres maltratadas en Argentina y el ya difunto ministerio de la mujer.
La verdad está ahí, amplia, franca y pública, como el sol, como el aire que respiramos. El feminismo es un monstruo descontrolado que hoy no representa a ninguna mujer sensata.
El feminismo es hoy por hoy, un movimiento deshumanizante que se ha convertido en el enemigo de la mujer. Donde está prohibido disentir y tener pensamiento crítico.
Hasta que no ocurra un verdadero proceso de madurez en la política no sabremos frenar este movimiento que hace rato se salió de control.
Solo le pido a Dios en mis conversaciones con Él, que más mujeres despierten y no se dejen utilizar, el saldo puede ser fatídico y ellas aún no lo logran entender.
No deja de embargarme hoy, una profunda tristeza por esas amigas que perdí gracias a este movimiento que les ha hecho creer que hacen algo por ellas y que ellas les importan, que mujeres como yo somos “el enemigo”. Escogieron una ideología antes de preservar una amistad y quizá cuando entiendan y despierten, sea tarde…
De un movimiento necesario, termina como un monstruo social, eso es el feminismo, un movimiento que no me representa.
¡Hasta la próxima!