En medio de la guerra que comenzó tras la invasión de Rusia, un nuevo frente se le abre a Volodímir Zelenski.
El Político
Antiguos aliados comienzan a montar tienda aparte y empiezan a perfilarse como candidatos a las posibles elecciones de 2024.
Tal es el caso de Oleksí Arestovich. Luego de desempeñarse como asesor del jefe de Estado, Arestovich se ha transformado en un opositor de peso.
En días recientes, el ex consejero pidió que no se aplacen las votaciones e, incluso, asomó la posibilidad de competir por la Presidencia.
En teoría, el mandato de Zelenski ha de terminar el venidero 31 de marzo.
En condiciones normales, el país debería acudir a las urnas para escoger legisladores y un nuevo Ejecutivo.
Por estar en guerra, sin embargo, la Constitución de Ucrania y la ley marcial vigente protegen al mandatario. Esas mismas normas instruyen postergar los comicios.
Sin embargo, desde la Rada (el Parlamento ucraniano) avizoraron una eventual jornada electoral.
En julio, Ruslan Stefanchuk, para ese entonces titular del poder Legislativo, sorprendió a los ciudadanos al anunciar una actualización de la ley marcial.

La modificación permitiría celebrar una votación presidencial, aun en medio del conflicto bélico con Rusia.
Hacia agosto, la idea parecía no desagradarle al propio Zelenski. “La lógica es que si estás protegiendo la democracia, también la debes proteger durante la guerra”, dijo.
Dos meses después – y con eventuales contendores en el panorama – la propuesta no le resulta tan atractiva.
“Y sí, es necesario poner fin a esto o a la disputa política, y seguir trabajando únicamente en unidad”, comentó el presidente de forma reciente.
El giro, sugieren algunos, tendría que ver con una depreciación de la popularidad de Zelenski.
En días recientes, Valeri Zaluzhni, jefe del Ejército ucraniano, admitía fallos en la estrategia militar.
De acuerdo con el oficial, la contraofensiva lanzada por Ucrania se mantiene en un punto muerto y, por ello, no se han logrado los objetivos trazados.
El mea culpa golpea la aceptación del primer mandatario, pues aviva los señalamientos de corrupción dentro del ámbito militar.
La afirmación de Zaluzhni también representa un revés para el presidente porque da al traste con su estrategia comunicacional.
Desde que comenzó la guerra, la buena fama del gobernante se ha apalancado en su capacidad para liderar a Ucrania, en medio de la embestida perpetrada por Rusia.
Tales facultades lucen disminuidas a la luz de los ligeros – por no decir escasos – avances en el campo de batalla.