La administración del presidente Biden está centrada en poner orden a las compañías tecnológicas, y Google pareciera ser la primera que va a tener "que entrar por el aro" y desmontar su monopolio.
El Político
Este proceso atrae la atención mundial, pero deja al descubierto que los EEUU están varios pasos detrás de Europa y otros países que han actualizado sus propias normas antimonopolio para adaptarse a la era digital.
Al otro lado del Atlántico y del Pacífico
En Europa y Australia, los reguladores están redactando nuevas leyes y reglamentos de vanguardia para mantener a raya a las poderosas plataformas tecnológicas.
El Departamento de Justicia, por su parte, recurre a la Ley Sherman de Defensa de la Competencia, una legislación aprobada hace más de cien años y más asociada al desmantelamiento de las grandes petroleras que a la lucha contra las grandes tecnológicas, para intentar frenar las extralimitaciones de Silicon Valley.
En la Unión Europea, la Ley de Mercados Digitales entrará en vigor el año que viene, estableciendo límites claros, y multas potencialmente costosas, a la forma en que empresas como Alphabet, Meta y Apple pueden expandir sus imperios en línea.
En el Reino Unido, se espera que a finales de este mes se publique una nueva legislación que también otorgará al organismo antimonopolio del país mayores poderes para frenar las ambiciones de los gigantes tecnológicos antes de que perjudiquen a los rivales más pequeños.
Y en Australia, donde los reguladores ya han seguido a sus homólogos europeos al obligar a las empresas de redes sociales a pagar a los editores siempre que su contenido aparezca en estas plataformas, las autoridades también están estudiando cambios similares para crear normas a medida para los gigantes tecnológicos después de que el regulador de la competencia del país admitiera que sus poderes actuales no habían seguido el ritmo de la industria.
"Google ha aprovechado sus datos y sus adquisiciones para dominar el mercado de la tecnología publicitaria", declaró al portal Político Rod Rims, ex director de la agencia australiana de defensa de la competencia y protección del consumidor.
"El enorme número de adquisiciones que han realizado empresas como Google y Facebook plantea la cuestión: ¿Necesitas obstáculos adicionales si eres tan dominante?".
Los políticos y técnicos estadounidenses son muy conscientes de que van por detrás de sus homólogos internacionales.
Una ley bipartidista estancada, conocida como American Innovation and Choice Online Act, apoyada por senadores como Amy Klobuchar (demócrata de Minnesota) y Chuck Grassley (republicano de Iowa), prohibiría gran parte del supuesto comportamiento anticompetitivo de las grandes tecnológicas.
Eso incluiría impedir que estas empresas dieran preferencia a sus propios servicios sobre los de sus rivales, así como prohibir los límites actuales a la forma en que los competidores más pequeños utilizan los servicios dominantes para captar clientes potenciales.
Ahora, las expectativas son que los responsables de la aplicación de la legislación estadounidense, como Jonathan Kanter, jefe de la unidad antimonopolio del Departamento de Justicia, tendrán que trabajar con los poderes que ya tienen, y no apostar por normas actualizadas adaptadas al mundo digital.
Tecnológicas por el ascensor y leyes por las escaleras
Los gigantes tecnológicos simplemente crecieron demasiado rápido en las últimas dos décadas para que la ley antimonopolio pudiera seguirles el ritmo.
Y mientras Estados Unidos intenta ahora mantenerlos a raya con carácter retroactivo, los reguladores de otros países pueden hacerlo con antelación.
Para el mundo de los funcionarios antimonopolio, este cambio es un reconocimiento de que el actual sistema de aplicación es demasiado lento, demasiado complejo y demasiado engorroso para impedir que las empresas absorban a rivales más pequeños o desplacen nuevos mercados antes de que los responsables políticos puedan responder a tiempo.
En Europa, por ejemplo, la Comisión Europea ya ha multado a Google con unos 10.000 millones de euros por tres acusaciones distintas de abuso antimonopolio que se remontan a una década.
Sin embargo, esas investigaciones relacionadas con el software móvil Android, los productos de búsqueda y los servicios de publicidad en línea de la empresa tardaron años en completarse, lo que dio tiempo a la empresa a acumular un dominio abrumador.
Alphabet, la empresa matriz de Google, que niega haber cometido infracción alguna en su conjunto de casos antimonopolio en todo el mundo, incluidas las acusaciones más recientes de Washington, también recurrió las decisiones de Bruselas, alargando esas sentencias durante años.
Por eso, los responsables políticos europeos han cambiado de marcha y han creado un nuevo reglamento de competencia para atajar los problemas antes incluso de que surjan.
Conclusión
El objetivo de los organismos reguladores a nivel mundial es crear normas más parecidas a la supervisión permanente del sector de los servicios financieros, capaces de detectar posibles abusos antes de que requieran largas investigaciones.
Para las autoridades internacionales, se trata menos de redadas al amanecer y brillantes conferencias de prensa, y más de supervisión reguladora cotidiana para acabar con el dominio de las grandes tecnológicas.
Eso significa que Apple probablemente tendrá que permitir que los usuarios descarguen aplicaciones de las tiendas online rivales.
Es casi seguro que Alphabet se vea obligada a abrir su publicidad online -y los lucrativos datos que la sustentan- a terceros.
Y Meta debe permitir que otros servicios de mensajería se conecten directamente a WhatsApp y Facebook Messenger.
"Las grandes plataformas han impedido a empresas y consumidores beneficiarse de la competitividad de los mercados digitales", dijo Margrethe Vestager, zar europea de la competencia, al anunciar los cambios el año pasado.
"Lo que queremos es sencillo: mercados justos también en lo digital".