En menos de un mes serán las elecciones en las que se decidirá quién será el próximo Presidente de Honduras. O la próxima, pudiera decirse. Porque quien encabeza los sondeos de intención de voto es una mujer, Xiomara Castro.
Alejandro Armas / El Político
Ese nombre tal vez no dice mucho a quienes no conocen a fondo la política de la nación centroamericana. Pero si se le agregara su apellido conyugal, “de Zelaya”, algún reconocimiento tal vez se active. Castro es la esposa del expresidente Manuel Zelaya (2006-2009).
El turbulento gobierno de su marido terminó en un golpe de Estado. Desde entonces, la frágil democracia hondureña ha experimentado un retroceso considerable en el que hacer oposición se ha vuelto más difícil. ¿Podrá Castro superar los obstáculos?
Unión de fuerzas
De estar en lo correcto las encuestas, en Honduras hay una mayoría, o al menos una pluralidad, que desea cambios. De acuerdo con un sondeo del Centro de Estudios por la Democracia (Cespad), Castro es la favorita para ganar las elecciones, con un margen bastante cómodo.
El estudio de opinión le da una intención de voto de 38%. Su contendiente más cercano es el candidato oficialista y alcalde Tegucigalpa (la capital de Honduras), Nasry “Tito”Asfura. Pero su intención de voto en la referida encuesta es de solo 21%.
Lo que da a Castro y sus partidarios más razones para un cauto optimismo es que Honduras, a diferencia de muchos otros países latinoamericanos, no ha adoptado el sistema de dos vueltas electorales. Es decir, el candidato mejor valorado no necesita que la mayoría de los votantes. En tales circunstancias, el apoyo con el que cuenta Castro en este momento le bastaría para ser la próxima Presidenta de Honduras.
Tres semanas es poco tiempo para revertir una distancia de casi 20 puntos porcentuales. No es imposible, pero a Asfura le va a costar mucho.
No es que el avance de Castro sí haya venido de gratis, claro. Fue el producto de acuerdos entre fuerzas opuestas al gobierno de Juan Orlando Hernández, el Presidente saliente. "El izquierdista Libertad y Refundación (Libre), que nomina a Castro, y la Unión Nacional Opositora (UNO), una coalición socialdemócrata que había postulado al popular presentador de la televisión Salvador Nasralla, se aliaron este mes para enfrentar al candidato oficialista”, reseñó Reuters.
"La alianza de oposición ha impactado y reconfigurado la intención de voto para las elecciones, otorgando una holgada ventaja a la candidata Xiomara Castro", dijo el director del Cespad, Gustavo Irías, para la referida nota.
Reuters señala que en una encuesta de la empresa CID Gallup, previa a la alianza entre fuerzas opositoras, Asfura se ubicaba por delante con 21% frente al 18% de Castro y otro 18% de Nasralla. Todo indica que el traspaso del apoyo de este último a la actual favorita fue un éxito.
¿Jugarán limpio?
Sin embargo, hay desafíos para la candidatura de Castro, más allá de lo estrictamente numérico. Aunque Honduras transitó hacia la democracia más temprano y con muchos menos traumas que sus vecinos, esa democracia nunca fue muy fuerte. En 2009 entró en crisis cuando el entonces presidente Manuel Zelaya intentó reformar la Constitución de una manera que los demás poderes consideraron ilegítima.
Sobre todo durante el gobierno de Hernández, se acentuó el deterioro. Fue justamente en las últimas elecciones cuando sus tendencias autoritarias salieron a relucir más. El mandatario consiguió un segundo mandato a pesar de que la Misión de Observación Electoral de la Organización de Estados Americanos denunció múltiples vicios en el proceso y pidió que fuera repetido. El principal candidato de oposición entonces no fue otro que Salvador Nasralla, hoy aliado de Xiomara Castro.
Como no se atendió el pedido de la OEA, hubo una oleada de protestas, algunas de las cuales degeneraron en disturbios violentos, y que fueron reprimidas con mano dura. La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos concluyó que 22 civiles y un policía murieron en medio del tumulto.
Hoy Hernández no opta por la reelección. Pero el candidato oficialista, Asfura, es considerado cercano al mandatario. La hegemonía del conservador Partido Nacional, en el poder por más de una década, corre peligro. Y quien amenaza con ponerle fin no solo es una candidata de izquierda. También es la esposa de Zelaya, cuyo intento de reformar la Carta Magna y cercanía al chavismo y otras fuerzas de extrema izquierda latinoamericana lo hacen una figura detestable para el conservadurismo local.
Si, como indican las encuestas, Castro se impondrá fácilmente en la primera vuelta, Hernández tendría que abstenerse de abusar de los poderes del Estado, como hizo en 2017, para permitir una transición ordenada. Ello en sí mismo significaría una mejora para el estatus de la democracia en Honduras. Pero para que se consolide la mejora, el “zelayismo” también tendrá que abstenerse de los excesos que contribuyeron con la crisis de 2009.