Apagones masivos. Elecciones plagadas de información falsa. La anexión de de Crimea y la guerra civil en las ciudades de Donetsk. El primer ataque cibernético que desarmó la infraestructura energética de un país entero. Todo esto formó parte de la campaña de desestabilización que lanzó "el arma perfecta" del Kremlin sobre su país vecino, Ucrania.
El Político
The Perfect Weapon (El arma perfecta), un libro publicado en 2018 por David Sanger, un periodista de The New York Times, relata la historia de las armas digitales y su uso en el mundo actual. El autor describe a Ucrania como el "campo de pruebas" de lo que luego ocurriría en otras elecciones en el mundo.
Sabiendo explotar las divisiones culturales de la nación vecina, las campañas de desinformación y hackeos estratégicos de los rusos crearon una brecha tan amplia en la sociedad ucraniana que le permitió al Kremlin apoderarse de una parte del país casi sin repercusiones mayores. Para Sanger, el anexo de Crimea -que terminó siendo avalado por un sospechoso referéndum- es la evidencia del efecto real que pueden tener los golpes de este tipo.
Detrás de las campañas de desinformación rusas durante las elecciones estadounidenses de 2016, detrás del hackeo de Sony en 2014, detrás de misteriosos cortes de energía en Ucrania y la desaparición de miles de registros de personal de servidores gubernamentales mal protegidos están las huellas de un arma nueva y poderosa: la digital.
Según narra el libro, esta arma tiene el potencial de ser tanto o más peligrosa que una bomba atómica. "The Perfect Weapon: War, Sabotage, and Fear in the Cyber Age" trata el avance de qué ocurrió en el transcurso de tan solo una década, donde la "guerra cibernética desplazó al terrorismo y los ataques nucleares como la mayor amenaza".
Son relativamente baratas, fácil de de adquirir, difíciles de defender para el enemigo y diseñadas para proteger las identidades de sus usuarios para complicar las represalias y fomentar el anonimato. Estas armas son capaces de una gama de tácticas ofensivas "sin precedentes".
Sanger explica que las agresiones pueden llevarnos a una tipo de guerra que desconocemos, ya que tendrían un efecto devastador pero proveen -a los estados nación que los usen- un nivel de gradualismo que no tenía el invento de las bombas atómicas.
La guerra "en la nube", o sea, los golpes online planificados de un estado nación a otro, pueden causar todo tipo de problemas: desde la interrupción del sistema energético hasta el robo de identidades y dinero, o la causa del daño generalizado de los sistemas de infraestructura esenciales que dejarían a cualquier ciudad en la oscuridad.
En un mundo cada vez más interconectado, el efecto podría causar destrozos y cobrar vidas. Además, la vulnerabilidad de estos sistemas ha creado un conflicto relacionado pero igualmente urgente: los agentes del gobierno, incluso los más preparados, no están al tanto de cómo lidiar con estas armas.
Explicando qué lo llevó a escribir sobre este tema, el periodista dice: "El libro presenta al ciberataque como el arma perfecta debido a su adaptabilidad a cada uno de estos objetivos potenciales, así como a su asequibilidad y su anonimato que permite negación total de parte de los responsables".
El experimento de Putin
El capítulo titulado Putin’s Petri Dish (La placa de Petri de Putin) narra las arremetidas de Rusia contra Ucrania en 2014. Cuenta la historia de un jefe de seguridad informática que viajaba desde los Estados Unidos -donde estaba de visita con su familia- de vuelta a Kiev donde se encontró con uno de los atentados digitales más sofisticados que jamás había visto.
El embate tuvo como propósito deshabilitar sistemas de infraestructura esenciales en Ucrania: "Al principios, los cajeros automáticos estaban fallando. Más tarde la noticia empeoró. Hubo informes de que los monitores automáticos de radiación en la antigua planta nuclear de Chernobyl no podían funcionar porque las computadoras que los controlaban se desconectaron. Algunas emisoras ucranianas salieron brevemente del aire; cuando regresaron, todavía no podían informar las noticias porque sus sistemas informáticos estaban congelados por lo que parecía ser un aviso de ransomware", dice el autor. Muchas partes del país perdieron electricidad, dejando a más de 200.000 ucranianos sin energía. Los sistemas de seguridad fallaban. Hubo caos en toda la nación. Lo peor: ocurrió en tan solo un par de horas.
Sanger cuenta que el país víctima había sufrido ciberataques antes, pero ninguno como aquel. La ofensiva parecía estar dirigida a prácticamente todas los ministerios, empresas y organizaciones tanto grandes como pequeñas, en cada rincón de la nación. Desde las estaciones de televisión hasta las compañías de software y cualquier tienda familiar que usara tarjetas de crédito.
Fuente: Infobae