Un día ha transcurrido desde el intenso seísmo que remeció los cimientos de Marruecos. El temblor, de magnitud 6.8, tuvo como epicentro la localidad de Ighil, a 72 kilómetros de Marrakech.
El Político
Gracias a su poca profundidad (unos 18 kilómetros), el fenómeno sacudió cada centímetro del país.
El terremoto atravesó la geografía marroquí de sur a norte, ocasionando innumerables daños materiales.
A pocos minutos del sismo, las redes sociales se coparon con videos que evidenciaron la destrucción.
Calles destrozadas e inmuebles venidos abajo presagiaban lo que ahora se conoce. Más de 2.000 personas han muerto y un número similar de ciudadanos figura en la lista de heridos.
Entre los lesionados hay 1.351 individuos en condición de gravedad extrema. Ese hecho, así como el posible rescate de nuevas víctimas, anticipa un incremento en las cifras de fallecidos.
Con el ánimo de salvar vidas, las Fuerzas Armadas de Marruecos trabajan de la mano con los equipos de socorro.
El principal reto para los rescatistas es tener acceso y llevar ayuda a las regiones del sur del país, sobre todo a las que se localizan en las montañas del Atlas.
“Las próximas 24 a 48 horas van a ser críticas para poder salvar vidas”, comentó Caroline Holt, directora global de operaciones de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja.
Cálculos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) estiman que en las montañas del Atlas puede haber hasta 300.000 afectados.
De momento, el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) ha confirmado que la cordillera sufrió una enorme fractura a causa del temblor.
Se trata de una falla de 25 kilómetros de largo por 20 kilómetros de ancho. En algunos puntos, le hendidura tiene una profundidad de hasta 1.5 metros.