El mega yate con 107 pies de eslora tiene cuatro camarotes con baños privados, un jacuzzi, dos motos acuáticas, dos botes auxiliares y una tripulación de cuatro personas, incluyendo un chef.
Con todas esas comodidades, el Reflections recientemente partió desde Cayo Hueso hacia La Habana, en su segundo viaje a la isla.
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Aunque los cruceros a Cuba han acaparado los titulares de la prensa, el número de viajes en yates de lujo a la isla se ha disparado desde septiembre del 2015, cuando entró en vigor un paquete de medidas del Departamento del Tesoro que abrió la puerta al transporte de pasajeros a la isla por vía marítima. Cientos de mega yates como el Reflections han viajado desde entonces a la isla, y los que están en ese negocio aseguran que el número aumenta rápidamente.
Aunque los estadounidenses que visitan la isla no pueden hacer turismo, todo el viaje del Reflections es perfectamente legal — al menos por ahora. Aún se desconoce si el presidente Donald Trump revertirá las medidas de la administración anterior.
“Desde el 17 de diciembre de 2014, casi nada ha ocurrido en Cuba excepto turismo, y la mayor parte del turismo es ilegal. Con esto quiero decir que no cumple las excepciones al embargo”, dijo el abogado de Coral Gables Michael T. Moore, del bufete Moore & Co, en referencia al restablecimiento de las relaciones entre Cuba y EEUU.
“Pero hay una excepción, y es hermosa: los viajes en yates”.
Su despacho ha facilitado más de 100 viajes de yates a Cuba en los que los pasajeros llevan a bordo todo lo que necesitan para su estadía, y mientras están en aguas cubanas se involucran en actividades de ciencias marinas, dijo el abogado.
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Para viajar en yate a la isla, al igual que para viajar en avión, los estadounidenses tienen que participar en actividades permitidas bajo una de las 12 categorías aprobadas por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), que supervisa las regulaciones del embargo a Cuba.
“De las 12 excepciones para los estadounidenses viajar a la isla, nosotros nos enfocamos en la que tiene que ver con en el medio ambiente”, explicó Moore.
Durante su estadía en la isla, el itinerario de los pasajeros incluye paseos en autos clásicos acompañados por un guía, cenas en restaurantes privados conocidos como paladares, visitas a varios cayos donde practican actividades marinas, bucean, y disfrutan de las aguas y el clima tropical de la mayor de las Antillas.
Decenas de permisos
Las actividades de ciencias marinas consisten en interactuar con científicos cubanos que hacen trabajos de investigación. La colaboración es facilitada por la Sociedad Internacional de Seakeepers, una organización sin fines de lucro que apoya programas educativos y estudios marinos.
“La organización de Seakeepers es una comunidad científica que trabaja en conjunto con la comunidad de yates”, dijo Moore, quien es miembro de la junta directiva. “Los científicos no actúan solos, necesitan un patrocinador. Nosotros no donamos dinero, sino que proveemos el yate”.
En Cuba existen poco más de una docena de marinas de la empresa estatal MARLIN S.A y al menos una del grupo Gaviota, que pertenece a los militares. Siete de ellas son marinas internacionales.
Después que los agentes del Servicio de Guardacostas de Estados Unidos inspeccionaron las marinas de la isla y dieron el visto bueno, “todo se abrió como una llave”, dijo Romeu.
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Las compañías de seguro y los agentes vieron que se podía ir en yate a Cuba, y que era una experiencia grata. En octubre del 2015, Romeu fundó VIP Yachts, una sucursal de Cuba Tours & Travel, una agencia con sede en California que organiza viajes de estadounidenses a Cuba desde 1999.
En junio del 2016, la empresa llevó su primer viaje en yate a Cuba: un mega yate de 157 pies que bojeó la isla desde Cayo Largo del Sur, en la costa sur cerca del centro de la isla, hasta La Habana.
“Desde entonces ha sido uno tras otro. Hemos tenido mucho éxito”, dijo Romeu, quien también organizó el viaje del Reflections.
Para el 2017, Romeu ya tiene 65 reservaciones de yates que viajarán a Cuba. Los itinerarios incluyen expediciones científicas en el mar, como es requerido.
“Todo es perfectamente legal”, aseguró Romeu.
Con información de El Nuevo Herald