El lector que visite la web del Instituto Nacional de Estadísticas de Venezuela se encontrará con una página inútil: desde 2011 en nuestro país no se hace un censo.
Miguel Henrique Otero*El Político
Cuando se intenta conocer la información de ese último estudio, aparece un cuadrito ilegible, en el que se suceden una decena de datos de forma automática, sin que se pueda acceder a ninguna otra información relevante.
No hay gráficos de tendencias, análisis, tablas, ni ningún otro recurso que aporte algún conocimiento. La información se ofrece como relleno: palabras y números con los que ocupan el espacio.
En esa página de fealdad constitutiva hay, por ejemplo, una oferta de Boletines Electrónicos Económicos, Sociales, Ambientales y Demográficos que, en el mejor de los casos, llegan hasta 2013 y 2014: hace una década que no se actualizan.
En un recuadro de fondo azul se afirma que, basado en el censo de 2011, la población estimada al 30 de junio será de 33.728.624 (treinta y tres millones setecientos veintiocho mil seiscientos veinticuatro) venezolanos.
No hay información alguna que explique que, desde 2011 hasta ahora, más de 7 millones de venezolanos vivimos fuera del territorio y que esa cantidad crece todos los días.
El Instituto Nacional de Estadísticas de Venezuela permanece ajeno a esta avasallante realidad. No explica cuántos del total vivimos fuera ni cuántos viven en el territorio.
Esto quiere decir que el organismo oficial encargado de “ejercer la rectoría técnica de la actividad estadística de carácter público en la República Bolivariana de Venezuela, coordinar el Sistema Estadístico Nacional y producir estadísticas oficiales, dirigidas a la planificación nacional y al ejercicio del poder popular en la gestión pública”, no refiere ni una palabra sobre la debacle demográfica en curso.
Significa, en lo esencial, que los datos en la página ni siquiera son parciales, pues sus omisiones son de gravedad extrema.
INE…¿De inexistente?
La página web del INE habla de un país borrado, de un país que ya no existe. Una suerte de país de ficción que se acabó tras el censo de 2011. Pero sigamos.
Intente el lector, como ejercicio, ingresar a la página web de Petróleos de Venezuela (lo hice los días 9 y 10 de mayo). No abre. Está fuera de servicio. No hay alguna explicación. Simplemente no aparece.
Quien se proponga, por ejemplo, saber qué dice la empresa petrolera propiedad del Estado venezolano sobre la producción petrolera actual, no encontrará respuesta alguna. Es un secreto. Otro pedazo del país desaparecido.
Se puede pensar que una alternativa para buscar información sobre la producción petrolera venezolana -el más importante dato de nuestra precaria economía- podría encontrarse en la web del Ministerio del Poder Popular del Petróleo.
Haga la búsqueda -lo hice el 10 de mayo- y el resultado será el mismo que si la página no existiera: ni un dato. No se habla de producción.
Si el lector -otro ejercicio- intenta encontrar data sobre la tendencias actuales de la criminalidad en Venezuela, digamos, referida al año 2022, y se le ocurre lo apropiado, a saber, que la información debería estar en la web del Ministerio del Poder Popular para Relaciones Interiores, Justicia y Paz, y visita la página, se encontrará con esta realidad: tampoco hay información. Cero.
Lo que sí hay es propaganda, material de relleno, presentación de programas inexistentes.
En la página web del Ministerio del Poder Popular para la Salud hago algunos intentos, a ver qué información obtengo: cliqueo en la pestaña que dice Plan Quirúrgico Nacional y no abre. No existe.
A continuación cliqueo sobre la pestaña que dice Biblioteca. Resultado: nada. No hay documento alguno. Cliqueo sobre la pestaña con el nombre de Obras y Convenios: Nada. Absolutamente nada. Pestaña Consulta Pública: “Por lo momentos no hay información”. ¿Datos sobre las enfermedades en Venezuela? ¿La situación hospitalaria? ¿Información sobre las realidades de la salud en Venezuela, estado por estado, o municipio por municipio? Nada. No se habla del país. Del país que para el régimen no existe.
¿Y el histórico Boletín Epidemiológico que por décadas publicó el Ministerio de la Salud? No lo encontré. Seguramente tragado por el afán de ocultar el derrumbe de la salud y del Sistema de Salud.
Sobre la web del Ministerio del Poder Popular para la Educación no es mucho lo que puedo comentar: no abre. No funciona.
Continúo mi recorrido e ingreso en la web del Ministerio del Poder Popular de Economía, Finanzas y Comercio Exterior. Algunos hallazgos: las Estadísticas Fiscales, presentadas trimestralmente, llegan hasta el año 2009.
Todo lo demás es propaganda e información irrelevante de esta calaña: elogios a los 62 años de la dictadura cubana o los 153 años del nacimiento del criminal Vladimir Ilich Lenin. Mucho relleno.
Del Ministerio de Agricultura y Tierras solo añadiré: no tiene sitio web. Ni para mentir.
Del diseño obtuso que predomina en la mayoría; de la sistemática opacidad informativa; de los contenidos donde predomina lo desactualizado, combinado con abundantes mentiras; del desprecio que todo esto irradia hacia los ciudadanos, se podrían escribir muchas páginas.
Porque, es importante señalarlo, se trata de una política destinada a difuminar, a ocultar y hacer incomprensibles las realidades del país destruido, del país roto por los cuatro costados, del país ruinoso que es el resultado tangible del régimen de Chávez y Maduro.
La información que hoy se dispone sobre las realidades de Venezuela es el producto de la actividad de organizaciones no gubernamentales, universidades, gremios de distinto carácter, grupos religiosos, asociaciones sin fines de lucro y organismos internacionales.
Venezuela ha devenido en un Estado sin estadísticas oficiales.
El nuestro es un país en el que no es posible planificar nada con rigor y alguna probabilidad de éxito, porque no hay ni siquiera cómo establecer puntos de partida, bases para medir la eficacia de lo que se realiza.
Al poder no le interesa ni conocer ni que se conozca la extrema gravedad de lo que su incompetencia y voluntad depredadora ha llevado a cabo.
No hay estadísticas porque el afán corruptor y destructivo es, en su fondo, enemigo de la información, de la transparencia, de los datos. El país despojado de cifras es el producto de una estrategia.
Promover una nación sin data oficial, un extendido estatuto de opacidad, censura y desinformación, son requisitos necesarios para mantener el poder, de un régimen consagrado a robar y a violar los derechos humanos.
No solo es un modo de ejercer la censura, también de hacer más profunda la fragilidad social y política de la sociedad venezolana.