Este año se cumplieron dos décadas del emblemático 11 de abril de 2002 en Venezuela, una colosal manifestación ciudadana y un régimen que la enfrentó con violencia.
En este escrito solo queremos hacer un pequeño inventario de algunas convicciones que nos dejan estos turbulentos años de dictadura chavista (luego de un breve período en el cual la democracia fue desmantelada).
● El chavismo es producto de una (exitosa, hay que decirlo) nueva versión de la dictadura. Siempre pensamos que era invento de Fidel Castro, pero ahora vemos mucho más a Vladimir Putin como arquitecto de esta metamorfosis. Putin tiene 21 años al frente del gobierno ruso y allí se incluyen los cuatro años de Dimitry Medvedev, que fue un títere del "Zar Putin".
Gonzalo Morales Divo
● No obstante, Fidel Castro fue el tutor principal, cuyo interés evidentemente fue beneficiar a su isla o, mejor dicho, a su establishment político en la isla. De resto, asesoró y supo inflarle el ego a Chávez.
El Eje del Mal
La escuela Putin-Castro le enseñó a los chavistas que la gestión pública es irrelevante frente al quehacer político, al que deberían dedicar casi la totalidad de su tiempo. Eso implica copar y controlar las instituciones, obviamente los Poderes Ejecutivo, Judicial y Electoral (éste último es clave). Los otros, si se puede.
● A la doctrina Putin-Castro no le interesan las autopistas, aeropuertos, la educación o la salud pública. Todo lo que funcione mal se maquilla o "culpabiliza" con desinformación, de modo que -tal como pronosticó George Orwell- el "Ministerio de Propaganda" es acaso tan y a veces más importante que el Ejército mismo.
● Para la escuela Putin-Castro la corrupción no es una anomalía, sino un recurso esencial para engrasarle las manos a los camaradas (operadores políticos) y a los "oligarcas", un grupo de individuos, usualmente agentes económicos, que sirven -por ejemplo- para administrar un programa de alimentación con arroces lleno de gorgojos, que la propaganda oficial calificará de gran éxito.
● Una de Castro: el exilio. Mientras más personas se van del país, más se debilita la oposición interna. Los venezolanos expatriados hacen mucho por su terruño, pero las realidades locales pesan más en la agenda diaria. Y la distancia tiene vida propia. Más de 7 millones de personas han abandonado el país, uno de los éxodos modernos más grandes.
● Putin entendió que, así como los países desarrollados se agrupan en organizaciones y acuerdos, había que construir un "Eje del mal" (ese nombre evidentemente es el que le ponemos los demócratas), una confederación de enemigos de occidente y de la democracia. Y así se adhirieron Nicaragua, Irán, Siria, Turquía, Bielorrusia y otros de la misma calaña. China está en categoría aparte: apoya a Venezuela, pero recordemos que el gigante asiático tiene una posición más centrista (un gobierno: afín al susodicho eje y un sistema económico que necesita al mundo desarrollado para prosperar).
La Oposición Política
En Venezuela la oposición no ha funcionado, o muy poco. Se entienden los riesgos: poder judicial antagónico, sistema electoral manipulado, así como toda la fuerza militar y casi toda la policial en contra. Pero más allá de eso, son los líderes opositores antagonizando entre sí; la dificultad de consenso porque no hay un líder inequívoco y la difícil de organizar a la ciudadanía.
● También hemos visto barbaridades, como el "Carmonazo" o el "Macutazo", intentos de golpe de Estado que caben más en una película de Quentin Tarantino, pero ni hablemos de eso porque se autodestruyen solos.
● El "Gobierno interino" -cuando le tocaba el turno legislativo a Voluntad Popular-, hay que decirlo, fue una genialidad de Leopoldo López. Pero genialidad teórica. En la práctica le cayó el asunto a Juan Guaidó, un joven bien intencionado pero sin liderazgo, iniciativa, ni aparataje político. Luego, el "interinato" se transformó en una insufrible seguidilla de foros, cocteles, conversatorios y eventos ¡en Washington! eventos muy poco sustanciales.
● Los aliados internacionales tampoco han podido ayudar a avanzar la causa. EEUU con Trump a la cabeza atacó el sujeto pero no el objeto. Al final no hubo avance, y con Biden hasta ahora tampoco. Y la crisis ruso-ucraniana, escaramuzas en Taiwan, vientos de recesión, y el acercamiento de Petro… hacen que la agenda Venezuela esté más lejos de las prioridades.
Epílogo
Pero veamos el futuro con espíritu más auspicioso, ¿por qué no? En Venezuela hay una convicción, prácticamente general, de que el régimen no sirve, no soluciona, no construye. Incluso para sus seguidores, que solo viven del clientelismo. Esa convicción también existe en Cuba.
Aunque parezca increíble, el destino del Eje Antioccidental depende mucho del desenlace del conflicto ruso o, mejor dicho, del conflicto putinesco. Si Putin logra al menos la mitad de sus objetivos en Ucrania, saldrá fortalecido militar y políticamente, aunque económica y diplomáticamente devastado, pero como la política es el pilar de la "doctrina Putin", el régimen chavista seguirá como va.
Pero si el neo zar ruso logra solamente, por ejemplo, conservar territorios ya usurpados (Crimea, Dombás) ciertamente no será un resonante triunfo. Y la crisis que le espera será mayor. La inteligencia estadounidense estima que el esfuerzo de controlar los territorios anexados ilegalmente, con referendos no reconocidos por occidente, pueden empujar esa quiebra masiva de cara al invierno ruso, que paraliza parte del país y requiere masivos recursos para mantener la máquina del Estado y del país. Si Putin se debilita, el chavismo también.
No obstante, únicamente habrá esperanza si la oposición venezolana se reacomoda, se enseria, cancela o rehace un interinato que exclusivamente funciona en las gacetas diplomáticas o, en todo caso, que elija a un estadista como presidente interino.
Así estamos. Siempre hemos mirado hacia Estados Unidos buscando un cierre para la tragedia venezolana. Pero parece que cualquier desenlace tendrá, también, que mirarse a las lejanas y frías estepas de Rusia y de su maltratado vecino ucraniano. A la conducta del vecino colombiano. Al futuro de la depauperada Cuba. También por supuesto, al gigante chino, silencioso pero enormemente importante en este ajedrez.
El tiempo pasará, sin duda, lo que esperamos es que traiga un desenlace auspicioso.