La escasez de anticonceptivos y preservativos en Venezuela ha hecho mudar los hábitos de vida sexual de millones de personas. Además, es una bomba en un país que tiene la tasa más alta de embarazos adolescentes de Sudamérica, el promedio de iniciación sexual más precoz de la región y donde 31 personas contraen el VIH cada día.
La historia de Natalia, quien tuvo que hacer cacería en cuanta farmacia 24 horas apareció en el camino. Hoy el trayecto le resulta borroso, pero esa noche recorrió en taxi junto a su pareja cinco o seis establecimientos en búsqueda del anticonceptivo del “día después”. Todo había virado en pesadilla. Era la cuarta cita y ambos habían terminado en un hotel de Sabana Grande, zona de Caracas conocida por las opciones económicas para los amantes. Allí ocurrió el accidente: el preservativo de él falló y ella estaba ovulando.
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Natalia sabía que tenía 72 horas, después de la relación sexual, para que el efecto de una píldora de emergencia resultara más efectivo. Mientras antes la tomara, mejor. Por eso salió a buscarla de inmediato. La respuesta que recibió fue invariablemente la misma en las farmacias. El producto estaba agotado. Lo halló mes y medio más tarde, pero para entonces, y después de un retraso de varias semanas que le ocasionó el susto de su vida, la menstruación ya había regresado.
Ella no es la única persona que ha experimentado trances semejantes en la Venezuela actual. La escasez se metió en la cama y enfría las sábanas de los tórtolos. En el país que guarda la mayor reserva petrolera del mundo, millones de jóvenes han sentido el rigor de la falta de anticonceptivos y ello ha mudado sus hábitos y les ha obligado a buscar con desespero alternativas para un sexo protegido.
Se amparan en rituales de abstención, poses sin penetración, retiro previa eyaculación o una planificación atada a la frecuencia menstrual. Para ellos los tiempos de crisis han caído como un baño de agua gélida, pero también han constituido una bomba en un país que tiene la tasa más alta de embarazos adolescentes de Sudamérica, el promedio de iniciación sexual más precoz de la región y donde 31 personas contraen el VIH cada día, según datos de organizaciones como Naciones Unidas y StopVIH.
Preguntar por pastillas anticonceptivas en una farmacia se ha convertido en un chiste de mal gusto. “No hija, desde hace tiempo que no llegan”, responde el responsable de un establecimiento en El Valle, una zona popular al sureste de Caracas. Parece estar resignado y agotado de ofrecer siempre esa respuesta.
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Un recorrido tenaz de tres meses –entre agosto y octubre de 2016– por 15 farmacias públicas y privadas de la capital venezolana seleccionadas bajo un criterio territorial, confirmó lo que todos saben: no hay anticonceptivos suficientes. Cuando se realizó la búsqueda, ninguno de los anticonceptivos costaba más de 900 bolívares, equivalentes a 0.67 dólares del mercado paralelo. Los precios no han variado y la disponibilidad tampoco ha mejorado.
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