Cerca de 200 personas se manifestaron este jueves frente a la Casa Blanca en el marco del "Día sin inmigrantes", para protestar por las políticas migratorias del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Bajo la consigna de que el trabajo de los inmigrantes son necesarios para la "prosperidad" del país, mexicanos, salvadoreños, hondureños y colombianos, entre otros, cambiaron hoy el mono de trabajo por el de activista.
Al grito de "latinos unidos jamás serán vencidos", muchos inmigrantes abandonaron sus puestos de trabajo y se negaron a comprar o a tomar el transporte público en la capital estadounidense y en las principales ciudades del país para disociarse de la economía estadounidense y demostrar su importancia.
La dominicana María Sorial, que trabaja con niños, optó por faltar hoy a su puesto para unirse a la protesta, igual que hicieron sus compañeras, en su mayoría también latinas.
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"Nosotros (los latinos) hacemos el trabajo que los estadounidenses no quieren hacer. Limpiamos las oficinas, los hoteles y las casas, cuidamos de sus niños, trabajamos en la obra y les cocinamos. Esperemos que hoy sirva para que el presidente se dé cuenta de lo importante que somos para la economía del país", aseguró a Efe Sorial.
En la capital estadounidense, los manifestantes culminaron su protesta frente a la Casa Blanca tras una marcha de más de 4,5 kilómetros desde Mount Pleasant, el barrio hispano por excelencia de la ciudad.
Niños que hoy faltaron al colegio, propietarios de pequeños negocios y trabajadores de la restauración tomaron pancartas y banderas de sus países de origen para realizar el recorrido hasta la Casa Blanca.
"Es duro nuestro trabajo, y lo hacemos por un mínimo pago, por lo que no creo que los estadounidenses lo quieran hacer", dijo a Efe Norma Escobar, una indocumentada de Guatemala que perdió su empleo en un restaurante el pasado lunes "sin ninguna explicación".
Escobar mostró su temor de que se repitan redadas como la de la semana pasada en la que 680 personas fueron detenidas ya que se trata de "familias cuyo único delito fue pasar la frontera caminando para buscar un futuro mejor".
"Yo de manera especial pido al presidente que no nos deporte, porque tenemos miedo a irnos a nuestros países. Ahí hay mucha violencia. Han matado a mi hermano", lamentó entre lágrimas.
Por su parte, la salvadoreña Norma Salvador, que se ha dedicado a la limpieza y a la hostelería desde que llegó Washington hace más de una década y cuyos dos hermanos han sido deportados, confió en el poder de la protesta para que se reconozca el trabajo de los inmigrantes.
EFE