La Redacción de El Político está de luto. Esteban Yepes, uno de nuestras plumas más agudas se nos ha marchado de manera muy adelantada y sorpresiva. Una enfermedad ubicada tardíamente nos lo arrebató violentamente en apenas tres semanas.
Gustavo Márquez / El Político
Despedir a un compañero de trabajo nos arruga el corazón. Más si se trata no solo de un colega, sino además un gran amigo.
Quienes tuvimos la dicha de conocerlo, trabajar juntos y cultivar su bella amistad, sabemos que fue uno de esos seres humanos que vamos a extrañar, y mucho…
Esteban Yepes hoy se presenta ante El Altísimo con una hoja de vida limpia.
Las toneladas de "cuartillas" que escribió a lo largo de su vida como profesional del periodismo siempre darán fe de que este comunicador social conocía muy bien su oficio.
Con una profusa y variopinta experiencia: como redactor, investigador, reportero, comunicador organizacional, redactor Web. Hasta le tocó laborar dentro de la industria petrolera de su natal Venezuela, así como la empresa estatal de comunicaciones CANTV.
Pero la cosa no termina allí. Esteban fue un caballero con una voz privilegiada. Le encantaba cantar y estuvo en varias agrupaciones corales en sus tiempos mozos.
En su adolescencia y también ya mayorcito perteneció a la Asociación de Scouts de Venezuela. Allí expandió su sensibilidad innata hacia la Madre Tierra, sus valores y principios de ciudadano recto, cordial y preocupado por el prójimo.
Un café por Esteban
En una oportunidad, conversando con Esteban, nos contó un historia digna de recordar.
Su familia vivió en una época en la populosa urbanización San Martín, de Caracas. Una zona que mezcla en su urbanismo lo residencial con lo industrial.
Allí estuvieron al frente de una torrefactora para procesar granos de café, que estaba ubicada en un callejón. Esa “calle ciega” era el patio de juego de Esteban y sus hermanos.
Lo curioso es que hasta ese callejón llegaba un negrito muy humilde de la zona a jugar con ellos. Pero Esteban confesó —con cierta pena— que en realidad lo que hacían sus hermanos con el negrito no era precisamente jugar o compartir, más bien fastidiarlo.
Pero una tía de Esteban le tomó cariño al negrito, lo adoptaron en la familia, de la cual terminó formando parte.
Al poco tiempo, en la torrefactora nació un nuevo producto llamado “Café El Negrito”, en honor a ese personaje.
Así que hoy brindamos con una taza de buen café venezolano, por el viaje definitivo y en paz de un compañero muy querido de nuestra Redacción.
De Esteban sus huellas, su cariño, su amistad y don de gente se quedan entre nosotros. Lo vamos a extrañar…