En la era de las redes sociales y la hiperconectividad, las guerras no sólo se libran sobre el terreno. Atrás – muy atrás – quedaron los tiempos en los que dos ejércitos chocaban de frente, al ritmo de sus respectivas bandas marciales.
El Político
En el mundo de hoy, la información de inteligencia, los misiles con capacidad de reconocer sus blancos y los equipos no tripulados forman parte de un “día normal” en el campo de batalla.
Las viejas comunicaciones a través de cables o de radiocomunicaciones han sido reemplazadas por sofisticados aparatos que permiten ver, escuchar, transmitir y recibir mensaje en tiempo real.
Para lo anterior, sin embargo, es requerido un insumo elemental: conexión a internet. Gracias a la disponibilidad de fidelidad inalámbrica (mejor conocida como Wi-Fi, por su acrónimo en inglés), las tropas pueden mantener contacto con sus comandantes y viceversa.
Consciente de tal realidad – y con amplia experiencia en el ámbito de los ataques cibernéticos – Rusia emprendió brutales arremetidas contra la infraestructura digital de Ucrania.
Para Moscú resultaba imprescindible que la nación, invadida por orden del Kremlin en febrero de 2022, tuviese dificultades para poder coordinar una respuesta militar acorde, que le permitiese defender su integridad territorial y, por tanto, su soberanía.
En medio de tal escenario, una coalición integrada por funcionarios de Kiev y por expatriados rusos que se especializan en telecomunicaciones hallaron una solución potencial y viable: SpaceX.
La compañía, una de las tantas propiedades del magnate surafricano Elon Musk, fabrica una línea de terminales móviles de internet que fue bautizada con el nombre de Starlink. Cada dispositivo recibe la señal que proviene de un satélite, la amplifica y distribuye.
Al comienzo, el empleo de los terminales Starlink de Musk se perfiló como una salida poco ortodoxa. Con el tiempo, sin embargo, las unidades demostraron ser lo que el Ejército de Ucrania requería para mantenerse interconectado.
Free Wi-Fi
En los meses posteriores al comienzo de la guerra en Ucrania, los esfuerzos de Estados Unidos (principal aliado de Kiev en su lucha para repeler el ataque de Moscú) se centraron en la transferencia de terminales Starlink a las Fuerzas Armadas ucranianas.
Dependencias como la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional se apoyaron en la comunidad ucraniana de Silicon Valley, en California, y en los aliados de Washington en Europa para que los equipos pudiesen llegar a Ucrania.
Elon Musk, por su parte, anunció su colaboración: el internet que conectaría a Ucrania, a través de sus satélites y de sus aparatos, no tendría costo alguno.
Golpe de timón
Aquella acción altruista le valió a Musk el reconocimiento de los ucranianos y de las potencias occidentales que apoyan a ese pueblo, desde que resultara invadido por Rusia.
Sin embargo, desde Moscú, empezaron a mirarle con recelo, pues su asistencia facilitaba e impulsaba al esfuerzo bélico de Ucrania.
En un posible intento para aplacar las preocupaciones rusas, Elon Musk modificó su discurso.
Primero, lo hizo a través de subordinados. “No estamos en condiciones de donar más terminales a Ucrania o financiar las terminales existentes, por un período de tiempo indefinido”, llegó a decir el director de ventas gubernamentales de SpaceX.
Más tarde fue el propio surafricano quien sugirió que “deberíamos negociar con (Vladimir) Putin”. “Quiere la paz, deberíamos negociar la paz con Putin”, indicó el multimillonario en septiembre del año pasado.
Sus esfuerzos para congraciarse con el Kremlin no pararon allí. Una semana después de proponer unos eventuales diálogos de paz, el magnate planteó un plan que, a su juicio, detendría el conflicto.
Aparte de redibujar las fronteras de Ucrania, el proyecto le concede a Rusia la titularidad sobre Crimea, la península ucraniana que se anexionó en 2014, a través de la fuerza y de un cuestionado referendo separatista.
El Pentágono paga
Las simpatías de Musk por Rusia empezaron a ponerse de manifiesto en el campo de batalla.
Un día, soldados ucranianos se desplazaban hacia zonas en disputa cuando, de pronto, sus comunicaciones se vieron anuladas.
Dado que quedaron sin conexión con sus estrategas, las unidades operaron en medio del caos, el desorden y la incertidumbre.
Para evitar un desastre de mayor escala, los comandantes se trasladaron hasta el lugar en el que permanecían sus militares.
Aquello no fue una falla. SapceX había desconectado sus unidades Starlink. La medida afectó a las tropas ucranianas de Jersón, Zaporiyia, Jarkov, Donetsk y Luhansk.
Conscientes de tal realidad, en El Pentágono (sede del Departamento de Defensa de los Estados Unidos) empezaron a prefigurar posibles soluciones.
Tras intensas reuniones, los encargados tomaron una decisión: era necesario establecer relaciones contractuales con Elon Musk y con SpaceX.
El asunto no fue manejado por el Departamento de Adquisiciones de El Pentágono. De la negociación se encargó Colin Kahl, subsecretario de Defensa hasta octubre de 2022.
Kahl compró tiempo. Tras un encuentro telefónico con Elon Musk, el funcionario logró que SpaceX continuara suministrando internet a los ucranianos.
Más tarde, el Departamento de Defensa anunció a un acuerdo con el surafricano y con su compañía.
Al parecer, El Pentágono y, por tanto, el Gobierno de los Estados Unidos cancelarán alrededor de 400 millones de dólares anuales para que Ucrania siga teniendo acceso a internet satelital.