Según la Constitución, el vicepresidente tiene la tarea de supervisar la tabulación de los votos del Colegio Electoral de cada estado durante una sesión conjunta de la Cámara y el Senado, pero el presidente Donald Trump intensificó el martes sus esfuerzos para obligar al vicepresidente Mike Pence a anular la victoria del presidente electo Joe Biden.
El Político
Pero no hay ninguna provisión en la Constitución ni en la ley de Estados Unidos que otorgue explícitamente ese poder a un vicepresidente.
Los asesores cercanos a Pence, que reconocen que se enfrenta a un momento políticamente peligroso, están convencidos de que el vicepresidente seguirá los procedimientos normales y confirmará la elección de Biden.
Nuevas estrategias de Trump
Trump sigue explorando estrategias para permancer en el poder, y ahora presiona al vicepresidente para que desconozca el triunfo de su contendor, al afirmar falsamente que Pence tiene el poder de anular unilateralmente los votos electorales el miércoles, cuando el Congreso se reunirá para certificar los resultados de las elecciones.
Aún así, la mayoría está de acuerdo en que muy probablemente el miércoles será un día largo y confuso en el Capitolio —y potencialmente difícil para Pence— ya que los aliados republicanos de Trump se mueven para impugnar la victoria de Biden y forzar al menos un voto sobre el asunto, que se espera que fracase.
Hace tres semanas, el Colegio Electoral emitió formalmente sus votos para presidente, con lo que se declaró la victoria de Biden.
Pero según la Constitución, hay un paso más antes de que el resultado sea definitivo: la certificación por parte del Congreso de los votos electorales, que será llevada a cabo por el presidente del Senado.
“El presidente del Senado, en presencia del Senado y la Cámara de Representantes, abrirá todos los certificados, y los votos serán contados”, según la duodécima enmienda.
El procedimiento pondrá a prueba lo que durante mucho tiempo se ha considerado poco más que un ejercicio burocrático en la democracia estadounidense: la certificación de la elección en el Congreso. Al declarar al ganador con base en quién tiene más votos electorales, el papel del vicepresidente es el de un maestro de ceremonias más que el de árbitro del resultado. Pero ahora, es una nueva carta bajo la manga de Trump.