Si el candidato republicano Donald Trump gana las elecciones presidenciales del próximo noviembre, los días de Estados Unidos como aliado leal de sus socios europeos pueden estar contados. Antes del discurso de clausura de la convención republicana en Cleveland, Trump declaró que, si es presidente, no se sentirá obligado a defender a los países de la OTAN en caso de ataque exterior, como prescribe el tratado de la organización.
“Hay muchos miembros de la OTAN que no pagan las facturas”, dice Trump en una entrevista con The New York Times, en alusión a las bajas contribuciones de varios al presupuesto de organización, en comparación con las de los EE UU.
Cuando el Times le pregunta si, en caso de un ataque de Rusia, los estados bálticos, que son miembros de la OTAN, pueden confiar en que EE UU acudirá a su ayuda, responde: “¿Han cumplido con sus obligaciones con nosotros? Si cumplen con sus obligaciones con nosotros, la respuesta es sí.”
“¿Y si no?”, repregunta el Times. “Bueno”, responde Trump. “No digo ‘si no’. Digo que ahora hay muchos países que no han cumplido sus obligaciones con nosotros”.
La obligación de la defensa mutua es el núcleo de la OTAN, lo que le da sentido en última instancia. Un ataque contra un miembro es un ataque contra todos. Desvincularse de esta obligación rompe con casi siete décadas de implicación de EE UU en la seguridad europea. Y rompe con la tradición de internacionalismo militar del Partido Republicano, cuyo liderazgo ha asumido oficialmente Trump en la convención de Cleveland.
El miércoles, en su discurso a la convención, el propio número dos de Trump, el candidato a la vicepresidencia Mike Pence, dijo: "Donald Trump reconstruirá nuestras fuerzas armadas y estará junto a nuestros aliados". La frase refleja la ortodoxia republicana de las últimas décadas, pero no —como mínimo en su segunda parte— el pensamiento de Donald Trump.
No es la primera vez que Trump expresa dudas sobre la vigencia de la OTAN. Pero la claridad con la que formula estas amenazas, y el hecho de que lo haga en vísperas del discurso de clausura de la convención —seguramente el más importante de su campaña— que hace inevitable su candidatura, multiplica el impacto de sus palabras. La posibilidad de que Trump sea presidente, que hasta hace unos meses pocos tomaban en serio, es real, y los socios y aliados miden cada palabra al milímetro.
“No tiene un conocimiento sofisticado de la política de seguridad americana, así que sigue sus instintos y dice tonterías”, dice en Cleveland a EL PAÍS Mike Murphy, exasesor de políticos republicanos como John McCain y Mitt Romney, candidatos presidenciales en 2008 y 2012 respectivamente. “Potencialmente puede convertirse en un problema”. Según Murphy, “socavar la alianza de la OTAN reflejarán el mal criterio de Trump y le dañará”. Murphy aventura que en el discurso de clausura, Trump podría intentar rectificar.
El argumento de Trump es que EE UU gasta una enorme cantidad de dinero protegiendo a países ricos y que estos podrían sufragar ellos mismos la factura. No se refiere sólo a los europeos, sino también a los aliados asiáticos, otro de los pilares de la política exterior norteamericana desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Son países, dice Trump, “con una riqueza inmensa. Riqueza inmensa. Estamos hablando de países a los que les va muy bien. Entonces, sí, estaría absolutamente preparado para decirle a estos países: ‘Felicidades, os defenderéis solos”.
Con información de El País