Una semana después de lanzar un ataque aéreo en Siria contra el régimen de Bachar al Asad, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, advirtió que está preparado para "solucionar el problema de Corea del Norte" de forma unilateral y sin la ayuda de China.
"Corea del Norte está buscando problemas. Si China decide ayudar, eso sería muy bueno. Si no, solucionaremos el problema sin ellos", indicó Trump en su cuenta de Twitter en referencia a los repetidos lanzamientos de misiles balísticos por parte de Pyongyang, tradicional aliado de Pekín.
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En un mensaje previo en la misma red, el gobernante estadounidense había informado que en su encuentro la pasada semana con el presidente chino, Xi Jinping, en Florida había realizado una curiosa oferta a su homólogo.
Durante toda la campaña electoral, Trump acusó frontalmente a Pekín de manipular su divisa para obtener beneficios comerciales y criticó el elevado déficit de EE.UU. en el intercambio con China como reflejo de esa intervención económica interesada.
Tras llegar al Gobierno, Trump ha moderado levemente la retórica pero ha mantenido sus llamados a China a cumplir con unas reglas de juego "justas y equilibradas".
Preguntado por ello en su habitual rueda de prensa diaria, el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, se limitó a señalar que "el presidente daría la bienvenida a una mayor implicación de China en Corea del Norte" sin concretar a qué acuerdo comercial se refería el presidente.
Trump ha subrayado que su Gobierno supone un radical giro en la política exterior estadounidense, ante la contención y multilateralismo defendidos por su antecesor Barack Obama.
En este sentido, el nuevo presidente repitió que está listo para actuar de manera unilateral contra Corea del Norte, y los analistas consideran que el reciente bombardeo estadounidense de una base aérea del régimen sirio de Al Asad es un mensaje directo al Gobierno norcoreano del cambio de registro por parte de Washington.
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Estas declaraciones se producen en el marco de una escalada de tensiones con el régimen de Corea del Norte.
Este fin de semana, Estados Unidos ordenó movilizar al portaaviones USS Carl Vinson y su grupo de ataque hacia aguas cercanas a Corea del Norte como muestra de fuerza ante las provocaciones del régimen de Kim Jong-un.
El Carl Vinson, bajo el control de la Tercera Flota (Pacífico Oriental), suspendió una visita prevista a Australia y volverá a dirigirse a aguas cercanas a Corea del Norte, donde ya estuvo desplegado hace un mes para participar en unas maniobras militares anuales con Corea del Sur.
Como respuesta, Corea del Norte replicó que está preparado para responder a un "ataque preventivo" de EE.UU. y condenó el envío del portaaviones a la zona.
"No hay evidencia de que Corea del Norte tiene capacidad para realizar una amenaza nuclear a EE.UU. en estos momentos", indicó Spicer sobre la veracidad de las amenazas norcoreanas.
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La preocupación sobre Corea del Norte y sus reiteradas pruebas de misiles balísticos que amenazan a Corea del Sur y Japón, dos aliados clave estadounidenses en la zona, fue uno de los temas tratados entre Trump y Xi en el encuentro de la pasada semana en Florida, el primero entre ambos líderes.
Desde la llegada de Kim Jong-un al poder, hace cinco años, Pyongyang ha acelerado las pruebas con nuevos y mejorados misiles y sistemas de lanzamiento, además de con bombas atómicas más potentes, aunque aún muy por debajo de las capacidades de los Estados nucleares.
Pese a su influencia en Corea del Norte, ya que se trata de uno de los pocos interlocutores internacionales con peso para hacerse oír, Pekín ha continuado sin cambios su política respecto al régimen norcoreano, lo que ha contribuido a la irritación de Washington.
Fuente: EFE