La ciudad de Cúcuta y su área metropolitana enfrentarán un toque de queda que se extenderá por 48 horas, como respuesta a una reciente ola de violencia perpetrada por el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Esta decisión fue anunciada por el alcalde Jorge Acevedo, quien destacó la gravedad de la situación tras una serie de atentados con explosivos que han generado un clima de temor entre los habitantes y han alterado el orden público en la región.
El toque de queda fue confirmado durante un Consejo de Seguridad celebrado en la Gobernación de Norte de Santander, donde se reunieron autoridades civiles y la cúpula militar para evaluar las estrategias necesarias para hacer frente a esta escalada de violencia y prevenir futuros ataques. Acevedo subrayó la importancia de abordar la situación con responsabilidad y confió en las capacidades operativas de las fuerzas del orden.
"Creemos en la fuerza pública, en las capacidades que tenemos y en los equipos de inteligencia que se han entregado. Por eso, el mensaje a los cucuteños es de tranquilidad", afirmó.
Las restricciones asociadas al toque de queda se definirán con mayor detalle tras la reunión de seguridad, con el objetivo de controlar la crisis y proteger a la población.
Este tipo de medidas son comunes en contextos donde la seguridad se ve comprometida por actividades delictivas, especialmente en regiones afectadas por el narcotráfico y la violencia armada.
La decisión de imponer un toque de queda se produce en un contexto marcado por una serie de ataques atribuidos al ELN, que han dejado al menos seis heridos en Cúcuta y sus alrededores.
La violencia ha aumentado en el departamento desde mediados de enero, cuando se intensificaron los enfrentamientos entre grupos armados por el control del narcotráfico, resultando en más de 60 muertes y 50,000 desplazados.
Este panorama ha llevado al presidente Gustavo Petro a suspender los diálogos de paz con el ELN, lo que refleja un deterioro significativo en la seguridad del país.
Cúcuta, siendo una ciudad fronteriza crucial entre Colombia y Venezuela, ha sido históricamente un punto caliente para la actividad delictiva.
La presencia del ELN ha crecido en esta área, donde busca establecer control sobre las rutas del narcotráfico y ejercer influencia sobre las comunidades locales.
La situación actual es crítica y requiere atención urgente tanto a nivel local como nacional para restaurar la paz y garantizar la seguridad de sus habitantes.