La República de Surinam tiene como su principal fundamento económico la exportación de productos de origen mineral. Pero entre 2015 y 2016, una poderosa crisis económica impactó sobre las vidas de los surinameses. Al proceso de cierre de Suralco, la planta de aluminio primario, propiedad de Alcoa, en 2015, se sumaron los efectos de la caída global de los precios de las materias primas como el petróleo y el oro. Los efectos fueron considerables. La moneda se devaluó alrededor de 55%; la inflación sobrepasó la tasa interanual de 60% (fue la tercera más alta del mundo, después de Venezuela y Sudán del Sur); los hospitales se quedaron sin insumos; la escasez de bienes básicos se extendió por toda la geografía. La situación produjo tales niveles de zozobra, que en las calles comenzó a repetirse que Surinam estaba tras los pasos de Venezuela, según difundió alnavio
El Político
Es de hacer notar que en su informe correspondiente a 2019, la Cepal reportaba una leve mejoría a partir de 2017: se produjo ese año un crecimiento de 1,7%. En 2018 el índice logró un mínimo incremento, a 1,9%. De acuerdo con las previsiones del mismo organismo, 2019 debe haber cerrado con una tasa de 2,1%. Las fuentes de crecimiento no son otras que las exportaciones de oro, petróleo y algunos rubros agrícolas como el banano. Según las previsiones del Banco Mundial para 2020 y 2021, se mantendrá la modesta tasa de crecimiento de 2,1% como el promedio en ambos años. Durante el período mencionado, la inflación ha ido disminuyendo de forma paulatina.
Sin embargo, en el portal Datos Macro, del diario Expansión de España, que mantiene un actualizado seguimiento de las principales cifras económicas de todos los países, Surinam aparece como la economía número 163. En 2018, el PIB per cápita era de 5.038 euros, alrededor 5.600 dólares. El Banco Mundial, por su parte, estima una cifra menor para el mismo 2018: 5.210 dólares. Conviene agregar aquí que, en un informe de 2016, el Banco Interamericano de Desarrollo -BID- estimaba que las remesas representan alrededor de 3% del PIB.
Algunas estimaciones revelan que hay una variación considerable en el nivel de pobreza que se atribuye a Surinam: entre 50 y 70% de la población. En 2015, el Banco Mundial reportaba una tasa de desempleo de 9%, que se duplicaba (18%) en la población entre 15 y 24 años. En el mismo informe del BID puede leerse:
“Aunque se invierte casi un 5% del PIB en educación, cerca de 12.000 niños en edad escolar en Surinam no asisten a la escuela. Si bien en la última década se han producido avances, muchos jóvenes todavía no tienen acceso a la educación secundaria. En 2013, apenas el 56% de los alumnos que completaron la educación primaria se incorporaron a la escuela secundaria. Las tasas de repetición son altas: el 16% de los alumnos en el nivel primario y 14% en el nivel secundario repitieron de grado en 2011. Surinam no participa en las pruebas internacionales de desempeño escolar, por lo que no existen evaluaciones de los resultados del aprendizaje. Durante los últimos 40 años no se han efectuado reformas importantes del sistema. Los indicadores de acceso y eficacia generales encubren profundas disparidades regionales y de género. Los datos desglosados demuestran que hay grupos específicos de la población que están subatendidos por el sistema. La brecha entre distritos es importante y el interior está muy rezagado respecto de las zonas urbanas en la mayoría de los indicadores”.
Un dato a considerar es que las dificultades del sistema de estadísticas del país, también anotadas por el BID, dificultan obtener tendencias y datos que permitan una comprensión suficiente del estado de los indicadores sociales. La página web del instituto oficial de estadísticas, no ofrece facilidades a quien la visite.
Hay que resaltar que el sector público es amplio y el privado pequeño y está concentrado en dos actividades. Un sector dedicado a la minería y la exportación de minerales y subproductos, y otro sector, el comercial, dedicado a la distribución y venta de productos, en su mayoría básicos, que es necesario importar para uso de las familias. Esto da cuenta de uno de los más importantes asuntos pendientes en la agenda pública del país: una economía apenas diversificada, en extremo dependiente de las materias primas, es decir, atada a bienes que están, de forma permanente, sometidos a variaciones de precios.
El ministro de Hacienda, Gillmore Hoefdraad, indicó en 2016 que la crisis tenía un carácter temporal porque “pronto se recuperarían los precios del oro y del petróleo”. En ese momento, el gobierno esperaba incrementar su presupuesto, una vez que una compañía minera de Estados Unidos iniciara operaciones en su territorio.
No obstante, expertos en la historia y la cultura surinamesa han insistido en señalar la diversidad étnico-cultural, como una dificultad estructural para consolidar un proyecto básico de país. El mosaico ha sido un factor que no ha facilitado la articulación de una sociedad civil con capacidad de presionar al gobierno y a las instituciones. El tapiz étnico y humano es realmente variado: hay personas provenientes de África, China, India, de islas de Indonesia, europeos y aborígenes. Además, hay que añadir los que son el resultado de mezclas de estos grupos primarios, como los criollos y los cimarrones.
Lo cierto es que tras reiteradas y logradas maniobras para retrasar, entorpecer y desactivar el juicio en su contra, tras 13 años de vaivenes, se produjo la sentencia. Pero esta condena, así lo ha manifestado Bouterse, no le impedirá participar en las elecciones presidenciales que tendrán lugar en mayo. Hay dirigentes opositores que han manifestado preocupación por la transparencia y el control que el Presidente y candidato pudiera ejercer sobre los comicios, en su propio beneficio. La percepción de unas elecciones fraudulentas podría generar hechos de violencia.
Se estima que tanto el proceso electoral como sus resultados serán determinantes en el futuro de la República de Surinam. La sociedad surinamesa tiene por delante la posibilidad de dar inicio a una nueva etapa en su historia, donde la visión rentista que ha predominado hasta ahora, sea superada por un proyecto de país inclusivo, que inserte a Surinam en los grandes desafíos del momento, entre otros, los derivados de la revolución digital.
Con información de: alnavio