El expresidente de Brasil Jair Bolsonaro, que está hospitalizado en Florida, dijo este lunes que tiene la intención de regresar a su país.
El Político
Pero el expresidente derechista podría anticiparse a cualquier plan para una medida tan contundente. El martes, dijo a un medio de comunicación brasileño que adelantaría su regreso a casa, originalmente previsto para finales de enero, después de haber sido hospitalizado con dolores abdominales derivados de un apuñalamiento en 2018, reportó APNews.
"Esta es mi tercera hospitalización por una obstrucción intestinal severa. Vine a pasar un tiempo afuera con la familia. Pero no tuve días tranquilos. Primero estuvo este lamentable episodio ayer [domingo] en Brasil y luego mi internación en el hospital", dijo a CNN Brasil en referencia a la invasión de edificios del gobierno federal brasileño por parte de sus partidarios.
"Vine [a Estados Unidos] para quedarme hasta fin de mes [enero], pero pretendo adelantar mi regreso. Porque en Brasil los médicos ya conocen mi problema de obstrucción intestinal a causa de la puñalada. Aquí, los médicos no me acompañaron", dijo Bolsonaro.
¿Por qué es importante?
El gobierno de Biden, que ha actuado con cautela hasta el momento, se encuentra bajo la creciente presión de izquierdistas de América Latina, así como de legisladores estadounidenses, para expulsar a Jair Bolsonaro de un retiro postpresidencial en Florida.
Bolsonaro llegó a Florida a finales de diciembre, saltándose la toma de posesión de Luiz Inácio Lula da Silva el 1 de enero, que se convirtió en el primer presidente electo de Brasil en no recibir la banda presidencial de su predecesor desde que se restauró la democracia en la década de 1980.
Sin embargo, tras el asalto de miles de seguidores de Bolsonaro a las sedes de los tres poderes en Brasil, los demócratas expresaron su preocupación por la presencia de Bolsonaro en suelo estadounidense, estableciendo paralelismos entre los hechos en Brasil y la insurrección del 6 de enero de 2020 de los aliados de Donald Trump que irrumpieron en el Capitolio para tratar de anular los resultados de las elecciones presidenciales.
Entre los que pidieron al presidente Joe Biden que expulsara a Bolsonaro está la representante Alexandria Ocasio-Cortez.
“Casi dos años después del día en que el Capitolio de Estados Unidos fue atacado por fascistas, vemos cómo movimientos fascistas en el extranjero intentan hacer lo mismo en Brasil”, dijo la legisladora por Nueva York. “Estados Unidos debe dejar de conceder refugio a Bolsonaro en Florida”.
Vale recordar que miles de seguidores del expresidente Jair Bolsonaro invadieron los edificios del Congreso Nacional, la Presidencia y el Supremo Tribunal Federal (STF) en una jornada de caos.
Los bolsonaristas pedían una intervención militar y la renuncia de Luiz Inacio Lula da Silva, quien derrotó a su rival de extrema derecha en las elecciones de octubre.
Entre líneas
Bolsonaro se aloja en la casa del luchador brasileño de artes marciales mixtas José Aldo, un ferviente partidario del exmandatario.
Su visita a Florida pasó prácticamente desapercibida en Estados Unidos hasta el ataque del domingo de miles de sus seguidores que llevaban semanas acampando frente a una base militar en Brasilia, negándose a aceptar la derrota de Bolsonaro en la segunda vuelta electoral de octubre.
Su invasión del Congreso y del palacio presidencial de Brasil dejó tras de sí cristales destrozados, computadoras rotas y obras de arte dañadas.
Analistas explican que Biden nunca ha tenido una relación cercana con Bolsonaro, que hizo causa común con los principales aliados de Trump de extrema derecha.
Y es probable que cualquier acción para expulsarlo sea bien vista en América Latina, donde Biden está cortejando a una nueva camada de mandatarios de izquierda que han ascendido al poder en lugares como Chile y Colombia expresando preocupaciones similares sobre las amenazas a la democracia.
El lunes, el portavoz del Departamento de Estado Ned Price, dijo —mientras eludía las preguntas sobre la presencia de Bolsonaro— que cualquiera que entrara en Estados Unidos con el visado A-1, reservado para jefes de Estado en ejercicio, tendría 30 días para abandonar el país o ajustar su estatus con el Departamento de Seguridad Nacional al término de su mandato.
El asesor de seguridad nacional de Biden, Jake Sullivan, fue igualmente circunspecto, diciendo sólo que cualquier solicitud del gobierno de Brasil relacionada con Bolsonaro sería evaluada, teniendo en cuenta los precedentes legales. Normalmente, Estados Unidos es reacio a discutir cuestiones de visado por motivos de privacidad.
En conclusión
En su discurso de inauguración, el nuevo mandatario prometió reconstruir el país. Criticó también duramente las políticas de su predecesor, quien fue a Estados Unidos y evitó estar presente en la ceremonia de cambio de mandato.
A través de Twitter y tras horas de silencio, Bolsonaro se desmarcó de las acciones perpetradas por sus seguidores.
No obstante, la posibilidad de invadir edificios públicos en la Explanada de los Ministerios y la Plaza de los Tres Poderes -donde se encuentran el Congreso, el STF y el palacio presidencial-, en la zona central de Brasilia, ya circulaba en los grupos de Whatsapp bolsonaristas desde hace al menos cuatro días.
Se hicieron varios llamamientos en las redes sociales y la expectativa era que decenas de autobuses con simpatizantes del expresidente Bolsonaro (2018-2022) llegaran a Brasilia el fin de semana.