La Corte Internacional de Justicia había fijado el 18 de abril de este año como la fecha tope para que Venezuela presentara sus argumentos de posición en torno a su soberanía sobre el Esequibo.
Por Beatriz de Majo
Venezuela no lo hizo y Guyana se apresuró a dejar constancia de ello. Guyana sí había presentado desde noviembre del 2018 sus conceptos y posiciones de manera detallada.
¿Cómo es que este importante desencuentro llegó a las instancias de la Corte? 27 años seguidos estuvieron los altos personeros de Naciones Unidas tratando de cumplir con la mediación que les fuera encargada con la finalidad de acercar las posiciones entre los dos países fronterizos.
Fueron varias las veces que instaron a las partes a lograr algún género de entendimiento antes de pasarlo a otra instancia jurisdiccional.
Al fin, terminaron dictaminando, en enero de 2018, que la disputa territorial entre los dos paises debería ser decidida por la CIJ. Guyana se encontraba eufórica. Venezuela se alzaba de hombros.
Pero vayamos atrás para ilustrar quién es el que ha dejado caer en un inconveniente y perjudicial letargo la resolución de nuestra ancestral disputa con Inglaterra y con Guyana.
Hagamos apelación a la memoria para responder cuales fueron los avances que hubo durante los años del ejercicio de Nicolás Maduro como Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, entre 2006 y el 2013, en esta materia que atañe a la integridad territorial de nuestro país.
La respuesta es que ninguno, como tampoco se ha avanzado ni un centímetro a favor de nuestra reclamación territorial en los muchos años que ya lleva de Presidente de Venezuela a raíz de la muerte de su protector Hugo Chávez.
Para quien aún no haya entendido, es bueno enfatizar que durante los años en que Maduro tuvo altas responsabilidades en el terreno de nuestras actuaciones internacionales, Guyana si se calzó las botas y le dio estrecho y proactivo seguimiento a este importante tema mientras que Venezuela no fue capaz de defender lo que claramente es suyo: el vasto territorio Esequibo y las riquezas que el mismo alberga.
No es malo traer a colación que para el país fronterizo, la franja en reclamación – casi 160.000 Kmts- es tan grande como tres cuartas partes de su geografía. Dormirse en los laureles, como hizo Venezuela en los últimos años, no era una opción para los vecinos guyaneses.
Y es así como mientras Venezuela miraba para otro lado, Guyana desarrolló la minería aurífera en la región, estableció empresas y otorgó concesiones petroleras en la zona que reclama como suya.
La realidad de hoy es que-querrámoslo o no- nuestros desencuentro territorial con Guyana será dirimido en el foro en el que menos chances tenemos de salir vencedores.
Me atrevería a escribir que las decisiones de la CIJ no serán a favor de Caracas sino de Georgetown y me atrevo a afirmar, con conocimiento de causa, y haciendo apelación a nuestra dinámica reciente, que la traición a la patria no ha sido de Juan Guaidó sino de Nicolás Maduro.
Maduro fue el artífice de una negligencia activa en cuanto a un tema estratégico y vital. Lo hizo por encargo de Hugo Chávez quien acordó con sus benefactores cubanos ponerle sordina al asunto de manera de ganar las solidaridades que les hacían falta en el Caribe.
No puede sino sorprender que en estas cruciales horas, desde Miraflores se señale a Juan Guaidó como el propiciador del trágico hecho que nos arrebatará de las manos a un área geográfica de interés vital y estratégico para el país: nuestro Esequibo.
Una vez más la mano negra cubana está de por medio.
Ahora es preciso endosarle al popular presidente libertario una culpa que solo le cabe al chavismo. La estratagema es burda.
Con ello se intenta alejar la mirada de los venezolanos sobre la muy reciente declaratoria de los criminales y rebeldes colombianos de las FARC de retornar a la violencia en los dos países, pero bajo el amparo del régimen de Nicolás Maduro.
El avance de la Historia es inclemente mientras las culpas, los desaciertos y las traiciones a la patria se multiplican y acumulan en los dos frentes, vale decir, en las dos fronteras.