A pesar de la distancia geográfica, América Latina no escapa de los efectos que ya están generando —a escala planetaria— el viejo conflicto y la actual agresión militar de Rusia contra Ucrania.
El Político
Antes de que Vladimir Putin tomara la decisión de dar el paso de atacar, ya desde el Kremlin se ejecutaba un plan expansivo con anterioridad.
Las tensiones entre Rusia y Estados Unidos han sido utilizadas como argumento por Moscú para ampliar su área de influencia en la geopolítica planetaria.
Solo por citar un caso, Rusia ya posee dos bases militares en suelo venezolano. Una intromisión que ha sido posible gracias al régimen de Nicolás Maduro. Esto a pesar de tratarse de una violación flagrante de la soberanía del país caribeño.
Incluso, cuando inició la agresión hacia el pueblo ucraniano en Venezuela se dejaron sentir dos posiciones. Por un lado el régimen aplaudió la decisión de Putin, de defender su territorio.
Mientras por el otro lado, la alianza opositora, representada en el Gobierno interino, con Juan Guaidó a la cabeza, y reconocido mundialmente, criticó duramente la incursión militar de Rusia sobre territorio ucraniano.
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Pero el área de influencia de Moscú en América Latina toca también otros países. Argentina Brasil, Bolivia, Cuba y Nicaragua, son naciones que han construido una estrecha relación con Rusia.
Sin embargo, no todos estos países aplauden el uso de la fuerza militar de Rusia contra Ucrania. Prefieren mantener sus relaciones en la esfera de los negocios y la cooperación.
Efectos del conflicto
El escenario del conflicto no se limita a los territorios de Ucrania y Rusia. Están vecinos de Europa que pueden comenzar a recibir refugiados en cualquier momento. Además, lo que acontece con sus vecinos es como para "poner las barbas en remojo".
Adicionalmente, las tensiones entre Rusia y EEUU pueden influir directamente en el precio del gas, el petróleo y el combustible a escala planetaria. Igualmente se afectarían los costos de producción de energía eléctrica.
Adicionalmente, los conflictos bélicos son un detonante inflacionario para la economía global, por efecto dominó.
Por su parte, Paz Zárate, abogada chilena experta en derecho internacional, ha comentado que el conflicto Rusia-Ucrania tiene implícita una relación con la demarcación de territorio, con el respeto por las fronteras existentes entre naciones, sobre la defensa de la soberanía.
Mandatarios seducidos
El presidente argentino, Alberto Fernández, se reunió con Putin en Moscú. Le ofreció ser la “puerta de entrada” a la región.
Lo mismo hizo Jair Bolsonaro, de Brasil, quien le dijo que estaba muy dispuesto a colaborar en varias áreas.
Estos mandatarios no tocaron el tema del conflicto Rusia-Ucrania de manera profunda; incluso lo evadieron. Tampoco condenaron la decisión del Kremlin de reconocer la independencia de dos regiones independentistas ucranianas de Donetsk y Lugansk.
El caso Trump
En expresidente de EEUU, Donald Trump, sigue teniendo una fuerte influencia sobre un importante sector de la población. Continúa siendo un "animal mediático" y un generador permanente de titulares en los medios, tanto a favor como en contra de sus posturas.
Precisamente, en una entrevista radial difundida el pasado martes, expresó su respaldo al movimiento realizado por Putin sobre Ucrania.
Pero no solo estuvo de acuerdo con la agresión rusa. Dejó entrever que lo mismo debería hacer EEUU con México.
En todo caso, Vladimir Putin sigue extendiendo su área de influencia. América Latina alberga regímenes que le son favorables, que le aplauden, que le abren la puerta para que se adueñe de lo que más le guste, a cambio de migajas.
Existe la posibilidad real de que la balanza en América Latina se incline más hacia la izquierda. Y los regímenes de corte izquierdoso trasnochado despiertan el fantasma de que la América Latina se convierta en el patio trasero del señor Putin.