Una nueva estafa en contra de la empresa petrolera venezolana PDVSA, que alcanza los $ 10.000 millones, habrían realizado empresas vinculadas o de propiedad de Murillo y Ruperti entre el 2004 y el 2015.
El Político
Las estafas tienen que ver con las subastas que Venezuela utilizaba para vender su petróleo, las cuales habrían sido sistemáticamente arregladas durante una década o más, privando al país económicamente asediado de miles de millones de dólares.
Entre los beneficiarios de la trama, se encuentran las compañías Glencore, Trafigura y Vitol, las tres mayores empresas de comercio de materias primas del mundo, según una extensa investigación de los periodistas Liam Vaughan and Lucia Kassai, y publicada en la revista estadounidense Businessweek.
Por qué es importante
Todo comienza con un divorcio, y el reconcomio de la exesposa de Francisco “Squito” Morillo, Vanessa Acosta Friedman, quien poseía una computadora portátil de Morillo, y donde estaban almacenados conversaciones en aplicaciones de mensajes instantáneos en los que se discutía información confidencial y extractos de cuentas de empresas extranjeras que habían efectuado pagos cuantiosos e inexplicables a familiares de ejecutivos petroleros venezolanos.
En un acto de venganza o de despecho, Acosta Friedman le entrega la computadora con toda la información, más una serie de carpetas y teléfonos celulares a Wilmer Ruperti, ex jefe de Morillo y rival en el mundo de los negocios petroleros.
El enorme fraude que duró más de 10 años se orquestó a través de una base paralela de datos en Miami, Panamá y Suiza con la cual manejaban la comercialización de Pdvsa.
Ese es un caso que alcanza los 10 mil millones de dólares en reclamos iniciales, y donde están involucradas 24 empresas petroleras extranjeras que utilizaban los servicios de un proveedor venezolano llamado Helsinge Inc, dirigida por Francisco Morillo.
Esas empresas se conectaban a la asesoría que ofrecía Francisco Morillo y de allí sacaban la información sobre la comercialización de petróleo. Tenían todo, inventarios petroleros, planificación de las compras, etc.
Demanda en Miami
La demanda aterrizó en los juzgados de Miami. Entre los más de 40 acusados de uso de información privilegiada, soborno, crimen organizado y lavado de dinero se encontraban empresas de la talla de Glencore Plc y Trafigura Group Pte, así como altos cargos de las compañías.
Ambas partes contrataron a más de 70 abogados, muchos de ellos socios principales de bufetes prestigiosos, preparando el escenario para un juicio explosivo.
Pero un año después el caso fue desestimado entre acusaciones de avaricia e incompetencia por parte del equipo de abogados, y con el sobreseimiento murió la oportunidad de desenterrar la verdad sobre las subastas de Venezuela y recuperar miles de millones de dólares para el país.
A partir de material de la computadora de Morillo que no había sido revelado antes, documentos inéditos recopilados por los investigadores, registros financieros filtrados y más de un centenar de entrevistas, cuenta la historia de cómo Morillo construyó su imperio a la sombra del régimen socialista de Venezuela y cómo lo destruyó una mujer que creía haber sido agraviada.
Venezuela fue saqueada en beneficio de Morillo y de un puñado de sus clientes en algunas de las empresas más ricas del mundo. Hasta ahora, nadie ha rendido cuentas.
Pero ese hombre no robaba solo, era un grupo que tenía por detrás a su partner Wilmer Ruperti. Entre ambos controlaban una megabanda con ramificaciones en todo el mundo; crearon una red de 42 compañías que intermediaban en esas ventas y compras de Pdvsa; la más importante se denomina Trafigura, pero también otra registrada en Panamá denominada Helsinge Enterprise.
Todo en una gran impunidad, pues estaban protegidos por altos dirigentes; primero del régimen de Hugo Chávez y después de Nicolás Maduro, con quienes compartían parte de los dineros robados.
¿Quién es Francisco Henrique Herrera Morillo?
Francisco Henrique Morillo nació en 1980 en el seno de una familia acomodada de la región petrolera de Zulia, al noroeste de Venezuela. Su abuelo, del mismo nombre, fue presidente de un banco, vicerrector de una universidad y miembro del Tribunal Supremo regional. Su padre era ejecutivo de una empresa constructora.
La trayectoria profesional de Morillo se forjó durante un encuentro fortuito en un campo de golf cuando tenía 19 años. Mientras esperaban para dar el primer golpe, él y Acosta Friedman se fijaron en un hombre de unos 40 años que surcaba el campo con rabia. Era Wilmer Ruperti.
Los tres se hicieron amigos, y Ruperti ofreció a Morillo un trabajo en su pequeña empresa de transportes. “Eran como una extensión de mi familia”, dice Ruperti
En 1998, el año en que Hugo Chávez fue elegido presidente por primera vez, la industria petrolera venezolana volaba, produciendo el 5% del suministro mundial. Wilmer Ruperti se coló a la acción pidiendo favores para ayudar a una entonces modesta empresa holandesa llamada Trafigura —hoy en día la segunda mayor comercializadora de petróleo del mundo— para asegurar el acceso a los puertos de Venezuela.
Impresionada, la empresa contrató a Ruperti para ampliar sus operaciones en Caracas. Morillo se fue con él.
Trafigura acabó separándose de Ruperti luego de que éste organizara demasiadas fiestas lujosas. Morillo se quedó, pero siguió trabajando con su mentor, incluso —y según consta en registros judiciales— en un acuerdo que traería un conflicto legal a Ruperti.
En 2002, Ruperti consiguió que una empresa rusa arrendara barcos a la compañía petrolera estatal, Petróleos de Venezuela SA (PDVSA). Los rusos pensaban que suministraban los buques a PDVSA directamente, pero en realidad su contrato era con una empresa de nombre similar que Ruperti había creado.
Según un juez británico, Ruperti ganó $ 60 millones cobrando más de lo que facturaba. “Los altos directivos de Novoship y PDVSA, así como los gobiernos ruso y venezolano, estaban al tanto de mi estrategia para contratar buques de esta forma”, afirma Wilmer Ruperti, que llegó a un acuerdo no revelado con la empresa rusa.
Morillo era un negociador nato: audaz y persuasivo, con una antena para detectar las debilidades y deseos de la contraparte.
En 2004, Morillo dejó PDVSA para montar su propio negocio, junto con un antiguo operador de PDVSA e ingeniero químico de formación llamado Leonardo Baquero.
Se instalaron en el apartamento de Morillo y Acosta Friedman, y eligieron el nombre de Helsinge —una ciudad de Dinamarca— de una lista de sugerencias provista por un abogado.
Helsinge, que tenía menos de una docena de empleados, se presentaba como una empresa de consultoría que asesoraba a empresas extranjeras sobre cómo navegar por el complicado terreno político de Venezuela y obtener acceso al petróleo del país.
Se hizo con una cartera de clientes que incluía a poderosas figuras de los mayores comerciantes de materias primas del mundo, como José María Larocca, jefe de petróleo de Trafigura durante muchos años, y Tony Maarraoui, jefe para América Latina de Vitol.
A medida que el dinero entraba a raudales, Morillo y Acosta Friedman compraban propiedades, alquilaban aviones y se relacionaban con grupos sociales de Caracas y Miami que vivían al máximo.
En un momento dado, Morillo trabajó como representante de ventas para un fabricante de yates, lo que le daba acceso a embarcaciones de lujo cuando no estaban en uso.
Era el año 2005, la pareja se casó en la Quinta Esmeralda, famosa por acoger fiestas de la burguesía caraqueña.
En las fotos aparecen radiantes, Morillo con el pelo peinado hacia atrás como un ídolo de matiné, Acosta Friedman con el cuello cubierto de diamantes. Antes de la ceremonia, ella firmó un acuerdo prenupcial.
Una de las personas no invitadas a la boda fue Ruperti, que en un par de años pasó de ser una figura paterna para Morillo a su enemigo.
Wilmer Ruperti creía que Morillo había sido desleal por independizarse; Morillo le dijo a sus amigos que quería librarse de la influencia de un hombre más viejo que él. Los operadores que antes recurrían a Ruperti para hacerse de petróleo venezolano, ahora se dirigían a Morillo.
La laptop y su contenido
A medida que el negocio de Morillo crecía, su relación con Acosta Friedman se derrumbaba. En 2012, la pareja se divorció y Acosta Friedman se quedó con su apartamento de Caracas, en el que aún había algunas pertenencias de Morillo.
Creyendo que él había ocultado el verdadero alcance de su riqueza, ella contrató abogados para obligarle a pagar, pero no lo logró.
Se percató del valor potencial de la computadora, cuando los amigos y enemigos de Morillo empezaron a preguntar por su paradero.
Acosta Friedman la mantuvo oculta incluso después de que unos desconocidos la descarrilaron de un empujón en una calle. Cuando dos hombres se presentaron en la casa de su madre haciendo preguntas sobre Morillo en 2016, decidió hacerle una visita a Ruperti.
Cuando Acosta Friedman llamó a su puerta llorando, Ruperti encendió un tabaco marca "Tierra de Gracia" y prometió hacer todo lo que estuviera a su alcance para ayudarle.
Seis semanas después, una nerviosa Acosta Friedman se registró en un hotel tranquilo de la isla de Aruba, a 32 kilómetros al norte de Venezuela, con una maleta negra. En su interior llevaba la computadora portátil de Morillo, algunas carpetas de papel manila y uno de los viejos teléfonos de Morillo.
Al día siguiente se lo entregó todo a un contacto de Ruperti, un detective de la Policía londinense convertido en investigador privado llamado John Brennan, alias Blondie, quien se encargó de que los objetos fueran catalogados y analizados en EE.UU.
Cuando —unos meses más tarde— Boies revisó el botín que constituiría la base de su denuncia, quedó asombrado. “En cuanto a la calidad de las pruebas, el alcance de la conducta indebida y la cantidad de dinero, era lo máximo que había visto en mi carrera”, afirma.
“Demostró realmente una conspiración de larga duración, masiva y muy sofisticada”.
Morillo había realizado gran parte de sus primeros negocios a través de Yahoo! Messenger, y su ordenador contenía una caché de conversaciones que abarcaban de 2003 a 2008. Businessweek revisó conversaciones de cuatro meses de 2006, un voluminoso archivo que muestra que Morillo mantenía un diálogo casi constante tanto con sus clientes como con personas de PDVSA.
¡Que fácil es robarle a PDVSA!
En una serie de conversaciones, Morillo, usando el sobrenombre George White, guió a tres prominentes operadores de materias primas —Maarraoui de Vitol, Gustavo Gabaldón de Glencore y Maximiliano Poveda de Trafigura— a través de subastas de combustóleo y un producto llamado gasoil de vacío, que se usa para hacer gasolina.
A las 9:51 a.m., nueve minutos antes del vencimiento de las ofertas, Morillo compartió detalles de las ofertas que PDVSA había recibido por el gasoil de vacío, información que PDVSA dice que se supone que es confidencial. Cinco minutos después informó a los tres operadores, a través de conversaciones por separado, de una oferta tardía por el combustóleo.
Los operadores no participaban en todas las subastas, pero cuando pujaban, la información que Morillo les proporcionaba les permitía saber a qué precio hacerlo.
Estas conversaciones, un puñado entre miles, demuestran lo valioso que era el servicio de Helsinge para sus clientes y lo potencialmente devastador que era para los venezolanos.
Si los clientes de Morillo se hubieran visto obligados a entrar en el mercado a ciegas, probablemente habrían realizado algunas pujas a $ 5 o $ 10 por tonelada métrica por encima de lo necesario, como muestran las conversaciones que hicieron sus competidores.
En lugar de ello, los operadores ganaban las subastas en las que participaban por un dólar o menos, ahorrando hasta US$1,5 millones en un cargamento típico de 150.000 toneladas.
Según la denuncia, pagarían a Helsinge unos $ 300.000 por un cargamento de ese tamaño. Dado que PDVSA llevó a cabo docenas de subastas cada mes como comprador y vendedor, y que Helsinge estuvo en el negocio durante 15 años, es concebible que Venezuela perdiera varios miles de millones de esta manera.
Morillo no se limitaba a asesorar a sus clientes sobre cómo ganar las subastas de petróleo de PDVSA. También les ofreció que pudieran darle forma a los acuerdos.
Cada vez que PDVSA vende petróleo, emite lo que se denomina un documento de licitación, una descripción detallada de sus preferencias en cuestiones como la fecha de entrega, el modo de transporte y las condiciones de pago.
Cualquier comprador capaz de dictar estos términos podría casi garantizar el éxito, por ejemplo, asegurándose de que es el único postor con acceso a una compañía naviera en particular en un día determinado.
Cuentas en el Credit Suisse Bank
El intercambio se incluye entre las pruebas en poder de los fiscales de Ginebra que han investigado a Helsinge y PDVSA. El grupo editorial suizo Tamedia lo compartió con Businessweek.
Trafigura fue el mayor cliente de PDVSA entre 2004 y 2017.
Mientras Morillo y sus colegas ofrecían sus servicios a los operadores, también enviaban miles de dólares a personas con información privilegiada sobre PDVSA, según muestran los documentos de la computadora portátil.
El principal de ellos era René Hecker, gerente de la unidad comercial y de suministros, que manejaba las compras y ventas de PDVSA. Además de transmitir información de forma rutinaria, Hecker hablaba con Morillo sobre la necesidad de encriptar sus conversaciones y sobre una empresa offshore que había creado en Panamá.
En un mensaje, Hecker le envió a Morillo información bancaria de su suegro, conocido como Gigante, y escribió en el asunto “chamo, elimina estos archivos después por favor”.
Antes de la Navidad de 2004, Gigante recibió dos pagos por un total de $ 400.000, según reflejan los extractos bancarios de Morillo. Hecker, acusado en el caso estadounidense, no respondió a las solicitudes de comentario.
Las carpetas que Acosta Friedman entregó en Aruba contenían documentos de constitución de siete sociedades fantasma que Morillo y Baquero habían creado entre 2002 y 2006 en Panamá y Barbados.
Los registros bancarios del portátil muestran que estas entidades recibían pagos de los clientes de Helsinge y se los hacían llegar a Hecker y sus compañeros.
En octubre de 2004, por ejemplo, Vitol transfirió $ 461.267 a Hornberg Inc., una de las entidades panameñas de Morillo. Dos días después, $ 104.522 pasaron de Hornberg a la empresa de Hecker en Panamá.
Durante las dos semanas posteriores a los pagos, Vitol obtuvo cinco contratos de PDVSA por un valor total de $ 44,2 millones.
En un solo día de marzo de 2005, entraron a Hornberg $ 49.997 procedentes de Trafigura y se pagaron $ 115.000 al suegro de Hecker.
Antes y después de los pagos, Trafigura obtuvo siete contratos de PDVSA por valor de $ 48,6 millones.
Establecer cuánto dinero ganaron Morillo y sus colegas es difícil, pero el Proyecto de Denuncia de la Corrupción y el Crimen Organizado (OCCRP), llevó a cabo una investigación llamada “Suisse Secrets”, basada en una filtración de los registros bancarios de Credit Suisse Group AG.
La información del OCCRP muestra que Morillo y Baquero tenían una cuenta conjunta en Credit Suisse con un saldo de $ 71 millones en 2012.
Una empleada de rango medio de Helsinge tenía $ 4 millones en su cuenta en 2015. Las entidades relacionadas con Helsinge utilizaron al menos otros cinco bancos, según muestran los registros.
Conclusión
Hoy, tras dos décadas de régimen autoritario y seis años de sanciones, Venezuela está en la miseria. Un tercio de la población ha huido.
Las instalaciones petrolíferas están en ruinas. El país sigue acosado por la corrupción. En los últimos dos meses, el Gobierno ha arrestado a más de 60 empleados de PDVSA como parte de una investigación sobre sobornos desde 2017.
Los antiguos clientes de Helsinge, mientras tanto, disfrutan de los frutos de su éxito. Gustavo Gabaldón, otrora con Glencore, posee un apartamento de $ 8 millones en Manhattan adornado con arte popular venezolano.
Se puede ver a miembros de su familia en las redes sociales celebrando la buena vida en islas caribeñas. Tony Maarraoui se retiró de Vitol en Houston hace cuatro años con más de $ 100 millones, según fuentes de la empresa.
José Larocca, de Trafigura, es saltador olímpico en su tiempo libre y tiene una cuadra con algunos de los mejores caballos del mundo. Ahora forma parte del consejo de Trafigura
El reportaje completo en https://www.bloomberg.com/news/articles/2023-04-20/la-descarada-trama-que-costo-millones-de-dolares-a-venezuela?leadSource=uverify%20wall.