Ya queda muy poco tiempo para las elecciones presidenciales en los Estados Unidos y Donald Trump y Joe Biden queman sus últimos cartuchos que conseguir el voto que allane su camino a la Casa Blanca.
El Político
Pero también esa campaña del 2016 entre Trump y Hillary Clinton se parece cada vez más a la presente campaña entre Trump y Biden.
Aunque por un lado los demócratas esperan que los resultados finales cambien para el 3 de noviembre, los republicanos se aferran a la posibilidad de mantener las tendencias que hicieron a Trump presidente de la nación cuatro años atrás.
Hace cuatro años este mes, la campaña de Trump fue dada por muerta cuando Hillary Clinton amplió su ventaja; los republicanos huyeron del barco que aparentemente se estaba hundiendo y Lin-Manuel Miranda se burló de Trump con una interpretación de ‘Never going to be president now’ para el deleite de los fans del programa de televisión Saturday Night Live.
Pero, por supuesto, Trump terminó ganando y su campaña asegura que puede hacerlo de nuevo.
"Mirando en retrospectiva las elecciones de 2016, la mayoría de los miembros de los medios de comunicación se equivocaron en las encuestas y eso es realmente importante para entender dónde estamos hoy en día", aseguró a Telemundo el exdirector de campaña de Trump, Corey Lewandowski, prediciendo una explosión a favor de Trump.
Algunos paralelos entre entonces y ahora son casi inquietantes.
La grabación de ‘Access Hollywood’ y la noticia de que Trump tenía COVID-19 llegaron los dos un viernes a 32 días de las elecciones. Biden y Hillary Clinton tenían la misma ventaja de 11 puntos en la encuesta de octubre de NBC News/Wall Street Journal. Y hay incluso una controversia de última hora por correo electrónico que involucra una laptop de orígenes inesperados, como la que revivió el escándalo del correo electrónico de Clinton días antes de la elección.
1. El mensaje
En 2016, Trump era un extraño. Ahora es el presidente, con un historial por el que responder, y se enfrenta a votantes que en general están descontentos con el estado del país.
En la recta final hace cuatro años, sorprendió a algunos observadores al mantenerse fuera de Twitter y apegarse a su mensaje de que ‘la hampona de Hillary’ (“crooked hillary”) representaba todo lo malo del establishment político de Washington. Esto mantuvo la atención en Clinton y sirvió para movilizar a los votantes que se decidieron por Trump cerca del final.
Este año, la campaña de Trump está impulsando un mensaje similar contra Biden, pero Trump mismo se distrae a menudo.
El presidente a veces parece más interesado en volver a competir con Clinton que en perseguir a su actual oponente. No ha articulado un mensaje claro para su segundo mandato. Y parece estar compitiendo tanto contra los medios de comunicación, como contra Biden.
2. El oponente
Biden es más popular, menos divisivo y más difícil de caricaturizar que Clinton, a quien los republicanos se habían pasado décadas atacando, remontándose a su época como primera dama en la década de los años 90.
"El odio a los Clinton estaba arraigado en muchos de estos votantes", dijo el estratega republicano Tim Miller. "Algo de eso fue por sexismo. Parte de ello fue culpa mía. Algunas veces fue su culpa. Ella estaba siendo investigada por el FBI durante las elecciones".
Hace cuatro años, las encuestas mostraban que los votantes veían a Trump como más honesto y digno de confianza que Clinton, así que sus ataques a ella resonaron de una manera muy distinta a Biden, que ahora es visto como mucho más digno de confianza que Trump.
3. El mapa
Las elecciones de 2020 se están librando en más estados que las de 2016, cuando los demócratas dieron por sentado su superioridad en las entidades del llamado ‘muro azul’, en algunas de las cuales terminó ganando Trump, como en Wisconsin, que Clinton no visitó.
Biden y grupos demócratas aliados cuentan con muchos recursos ahora y están compitiendo para ganar tanto en los estados péndulo de 2016 cuanto en otros que se espera sean muy competidos este año, como Arizona y Texas.
Trump labró su camino a la victoria hace cuatro años después de triunfar en Wisconsin, Michigan y Pennsylvania por menos de 80,000 votos en conjunto. Este año, el presidente podría repetir ese camino para obtener al menos 270 votos en el Colegio Electoral (el órgano colegiado que elige al nuevo mandatario), pero tiene muy poco margen de error.
4. Las encuestas
La ventaja de Biden es más estable que la de Clinton. Hay menos votantes indecisos, menos votantes que optan por candidatos de un tercer o cuarto partido y menos que dicen estar dispuestos a cambiar de opinión antes del 3 de noviembre. De hecho, millones ya han votado. Y la mayoría de los expertos no ven evidencia de que la ventaja de Biden esté exagerada por "votantes tímidos de Trump" que ocultan su verdadera preferencia a los encuestadores.
Por ello, es difícil imaginar dónde podría encontrar Trump el tipo de apoyo inesperado que ayudó a llevarlo al poder en 2016.
Los votantes a los que les desagradaban los dos candidatos principales en 2016 se decantaron en su mayoría por Trump. Sin embargo, esta vez parecen estar tomando partido por Biden, así como las personas en 2016 que votaron por candidatos de otros partidos que no fueran el Republicano o el Demócrata.
Mientras tanto, los encuestadores han aprendido mucho en cuatro años, cuando predijeron adecuadamente el voto popular a nivel nacional, pero no obtuvieron los resultados de los estados péndulo. Además, están levantando más encuestas, sobre todo en los estados, lo que proporciona una imagen más acertada de la contienda.
5. El electorado
Las elecciones de mitad de período de 2018 evidenciaron que los votantes suburbanos no votaron por Trump como en 2016, lo que ha ayudado a que Biden se posicione mejor en estados tradicionalmente republicanos como Arizona. También hay evidencia de que los adultos mayores, un pilar de la coalición de Trump en 2016, lo están apoyando menos ahora.
Entre tanto, es poco probable que los demócratas tengan el mismo problema que tuvieron en 2016, cuando muchos de sus votantes, incluidos decenas de miles de afroamericanos en estados fundamentales, se quedaron en casa porque no tomaron en serio la amenaza que representaba Trump.
Pero algunas partes del electorado se han movido a favor de Trump.
El presidente parece haber logrado avances con los latinos, por ejemplo, y conseguir incluso unos pocos puntos porcentuales a su favor podría ser importante en carreras reñidas.
6. Los partidos
Los dos principales partidos políticos están más unidos de lo que estaban hace cuatro años, cuando Trump enfrentó el desafío de miembros del Partido Republicano que le pedían retirarse de la contienda luego del escándalo de las grabaciones de ‘Access Hollywood’.
Clinton, por su parte, tuvo dificultades para atraer el voto de los progresistas que apoyaban al senador Bernie Sanders, algunos de los cuales votaron por la candidata del Partido Verde, Jill Stein.
Si todos los votos de Stein en Wisconsin hubiesen sido para Clinton, ella habría ganado el estado. El candidato libertario Gary Johnson obtuvo 4,4 millones de votos, buena parte de los republicanos molestos con Trump.
Este año, muchos menos votantes planean votar por un candidato de un tercer o cuarto partido. Los nominados actuales del Partido Verde y Libertario son mucho menos visibles o agresivos que Stein o Johnson y se espera que muchos de sus posibles partidarios voten por Biden para detener a Trump.