¿Qué le pasó a Elon Musk y su fallida compra de Twitter? ¿Se fue de bruces al no estudiar con detenimiento los pro y contras de dicha compra; fue mal asesorado o la compra obedeció a un simple impulso o malcriadez de su parte?
Mario Beroes/El Político
Para los entendidos fue un "mal paso o el primer gran paso en falso de su carrera como magnate tecno".
Luego de dos años de una relación tensa con la red social, Musk anuncia que fundaría su propia red social, “porque Twitter no garantiza la libertad de expresión.
Entonces, y de manera sorpresiva, el 4 de abril el fundador de SpaceX y Tesla compra el 9,1% de las acciones de la red social Twitter.
De inmediato se le informó que, a pesar de ser "accionista mayoritario", iba a tener que compartir la mesa directiva con otros once ejecutivos.
¿Qué quería realmente Musk?
Esto no fue del agrado del CEO de Tesla, por lo que diez días después, el 14 de ese mes, hizo una oferta no solicitada para comprar Twitter por 43.000 millones de dólares.
En ambos casos fue noticia y causó tanto rechazo como entusiasmo. Pero una cosa es ir al espacio o competir con la centenaria industria de los coches de gasolina y otra muy diferente es tratar de controlar ese ecosistema que es el lugar preferido por los poderosos para comunicar lo que quieran.
Pero Twitter es también la más calamitosa máquina o red de rumores y noticias falsas de que se conozca. Todo esto, matizado con información de la mejor, humor sin filtro y asambleísmo permanente.
En fin, era raro que Musk quisiera pagar tanto dinero por algo que estaba en mal estado y que nadie más quería comprar.
¿Pero podría echarse atrás? Sí, claro. Había una penalización por hacer algo así, de 1000 millones de dólares. Pero de que podía, podía.
Controversia financiera
En todo caso, la decisión de comprar Twitter no parecía muy sabia, y las cosas no estaban sino a punto de empeorar.
Según el portal de Yahoo.es, las acciones de su principal fuente de divisas, Tesla, empezaron a caer; entre otras cosas porque el magnate tuvo que sacar plata de ahí para la compra de Twitter.
Lo que en casi cualquier otro contexto habría sido solo una demostración de poder del hombre más rico del mundo, con una fortuna de más de 270.000 millones de dólares, quedó a un centímetro de la categoría de escándalo o controversia financiera.
Renuncias en Twitter, escándalo en Tesla, y así.
La crisis se reflejó en Wall Street, donde las controversias son muy mal vistas. Y las declaraciones de Musk no ayudaban para nada a calmar la situación.
El CEO de Space X declaró esos días, y auto proclamado absolutista de la libertad de expresión, dijo que había estado mal que Twitter le cerrara la cuenta al ex presidente estadounidense Donald Trump, al parecer olvidando que la toma del Congreso de ese país por parte de los partidarios de Trump costó la vida de cinco personas.
Y para sumar al insulto la humillación, Trump dijo que no volvería a Twitter ni que le pagaran.
Errare humanum est
Hacia finales de abril, y luego de resistirse un poco, el directorio de Twitter dijo que aceptaba la oferta de Musk.
Entonces, de la nada, el magnate empezó a poner en duda el número de cuentas automatizadas de spam, bots y cuentas falsas que la compañía había informado oficialmente.
De ser real, la acusación era grave y podía cancelar el acuerdo de compra. El problema es que Twitter cotiza en bolsa (su símbolo es TWTR) y no pueden andar informando cualquier cosa.
La pelea entre Parag Agrawal, que era para el momento, CEO de Twitter, y Elon Musk sobre el conteo de cuentas falsas tuvo mucho más de chismorreo de grupo WhatsApp que de debate serio.
El asunto es que, mientras para algunos Musk se había dado cuenta finalmente de la locura de plata que estaba pagando por Twitter y para otros todo había sido una gran broma del empresario, la amenaza de que la compra se abortara empezó a crecer. Pero había un problema.
No, no los 1000 millones de la penalización (que de todos modos Musk se negaba apagar, arguyendo que le habían mentido con el número de los spam y bots), sino con la letra del contrato, que llegado a este punto ya no le permitía salirse de la negociación.
Así como había ofrecido los $ 43.000 millones iniciales, que luego pasaron a ser $ 46.500 millones, el 8 de este mes Musk se retiró del trato.
Puesto simple, en tres meses, fiel a su estilo, había hecho algo insólito. Pasó de ofrecer 43.000 millones de dólares por Twitter (casi la misma cifra que en 2008 Microsoft había ofrecido para comprar Yahoo!, y que Yahoo! no aceptó) a retirarse del acuerdo, como si tal cosa.
Como era previsible, el magnate fue demandado por el directorio de Twitter. Lógico.
Con todo este melodrama, la compañía, que ya venía bastante golpeada, quedó en un estado catastrófico. Eso no es legal en ningún lugar del mundo.
Se espera que mañana, 19 de julio de 2022, tengan la primera cita en el Tribunal de cancillería de la corte de Delaware, pero Musk estaba pidiendo que postergaran la cita para febrero.
Adios imagen impolupta
Pero nada de esto es lo realmente malo para Musk. Lo realmente malo es que gran parte de su poderío reside en su imagen, prolija y minuciosamente construida mediáticamente.
Ahora, por primera vez, el "muchacho malcriado" de los negocios, el emprendedor alfa, el innovador sin techo que se llevaba el mundo por delante; que se daba el lujo de violar regulaciones sin pestañear y cuya voluntad de poder parecía capaz de conquistarlo todo, metió la pata.
Incluso si sale más o menos bien parado de este culebrón, esta historia ha mostrado dos cosas. Que Musk es humano y que por lo tanto comete errores.
La historia con Twitter tiene final abierto, pero fue, definitivamente, lo de Musk fue un paso en falso.