Tras decenas de reportes de usuarios informando que su Samsung Galaxy Note 7 explotaba y se incendiaba, la compañía surcoreana anunció el cese de la producción de uno de sus teléfonos de más alta gama, en una medida que, podría costarle hasta $ 17.000 millones.
El mes pasado, a apenas dos semanas del lanzamiento, Samsung ya había ofrecido a sus clientes la posibilidad de cambiar y reemplazar 2,5 millones de Galaxy Note 7, mientras analizaba el problema que generaba el sobre calentamiento de las baterías del equipo premium, que se vendía a un precio de $882.
Estimaciones iniciales proyectaban que el reemplazo de los dispositivos, y el análisis para identificar y solucionar la falla, podría haberle costado $5.000 millones a la compañía.
Sin embargo, los problemas persistieron. Con su decisión de terminar la producción de este dispositivo indefinidamente, la compañía se verá privada de concretar las 19 millones de ventas a nivel mundial que proyectaba para este teléfono.
El efecto negativo para Samsung, cuyo valor de mercado supera los $235.000 millones con una facturación anual de $ 179 millones, ya se refleja en el ámbito financiero. Las acciones de la compañía se desplomaron u8%, en su mayor caída desde 2008.
Sin embargo, este problema podría tener un impacto mucho más profundo en el largo plazo. La proliferación de imágenes y reportes de teléfonos incendiados o baterías explotadas implica un daño difícil de cuantificar para la marca, que podría sufrir el impacto en las ventas de otras líneas de productos y de futuros lanzamientos.
Mientras tanto, el caso representa una oportunidad para la competencia. Apple, con su reciente iPhone 7, o Google y el nuevo Pixel, buscarán avanzar y conquistar la participación de mercado que se abre tras la crisis de Samsung.
Con información de La Nación