Las conversaciones iniciadas en Barbados constituyen un verdadero riesgo para Juan Guaidó, puesto que el pueblo no aceptaría otro fracaso en los intentos de diálogo.
Apolinar Martínez/El Político
Diálogo es la palabra más mencionada en el argot político venezolano, pero al mismo tiempo la más desprestigiada. La inmensa mayoría de la población piensa que diálogo es sinónimo de espera, de maniobra del régimen de Maduro para hacer tiempo en una muy meditado intento de mantenerse en el poder, pese al desastre que haya significado para el país.
Diálogo se ha intentado en República Dominicana, en Europa; lo ha querido el llamado Grupo de Lima, la Unión Europea y hasta Canadá anunció su intención de ser mediador.
El Vaticano quiso prestarse en alguna ocasión, pero desistió al considerar que no había seriedad de la parte gubernamental.
El ex presidente español José Luis Rodríguez Zapatero debió escabullirse al ser señalado por la oposición como un simple mandadero de Maduro.
Hasta que apareció el Reino de Noruega.
Todo parece indicar, aún con el secretismo que lo ha acompañado que las conversaciones en Oslo han tenido algunos avances.
Ahora Barbados
El encuentro de Barbados es seguido con interés por el mundo entero y no simplemente para los venezolanos.
Juan Guaidó, el líder opositor, reconocido como presidente interino por más de 50 países, ha reiterado que la cita de Barbados sólo tendrá sentido si se logra un camino para sacar al dictador Nicolás Maduro.
Esa posibilidad es cierta, y ya se habla abiertamente de un proceso electoral presidencial en que el candidato del oficialismo estaría entre Héctor Rodríguez, gobernador del estado Miranda, Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional Constiuyente, oficialista e incluso el ministro de Información Jorge Rodríguez.
Desde luego que eso pasaría necesariamente por la elección de un Consejo Nacional Independiente, que barrería el adefesio que en la actualidad es un simple instrumento del oficialismo.
Las conversaciones de Barbados en ese sentido aparecen como una esperanza. El no lograr los objetivos planteados signficarían otra derrota del pueblo venezolano en su intento por restaurar un gobierno auténticamente democrático.
“Cuando se menciona las negociaciones, el diálogo, la mediación — se usan términos que en la psiquis del venezolano son sinónimos de la traición, la complicidad…”, dijo el analista político Rubén Chirino, presidente de la encuestadora Meganálisis.
“Ellos (en la oposición) tendrían que sacar oro de esa reunión para tener contentos a los venezolanos”, agregó.
Esa es la realidad, por lo que Barbados aparece como una luz en el camino, que ojalá no se apague.