Rusia cierra este viernes la campaña de las elecciones legislativas con escasa intriga, ya que la victoria del partido del Kremlin está cantada, y toda la atención estará centrada en garantizar su legitimidad y evitar protestas opositoras.
"¡Vota por el partido del Presidente! ¡Vota por Rusia Unida (RU)!", insta el vídeo electoral de la formación oficialista, que ostenta el monopolio del poder desde 2003, lo que ha provocado comparaciones con el Partido Comunista de la Unión Soviética.
El partido del Kremlin tiene prohibido por ley utilizar la imagen del presidente, Vladímir Putin, que cedió la dirección de Rusia Unida a su delfín, el primer ministro, Dmitri Medvédev, una patata caliente que este no ha sabido manejar.
Pero RU aprovechó la mínima ocasión a lo largo de la campaña para recordar que el jefe del Kremlin es su líder fundador, no en vano Putin cuenta con unos históricos índices de popularidad en gran medida por sus éxitos diplomáticos, aunque el filón de la anexión de la península ucraniana de Crimea parece ya agotado.
Los oficialistas no han tenido ni siquiera que organizar multitudinarios mítines electorales, ya que les ha bastado con que Putin efectuara un par de viajes a las regiones en compañía de un alicaído Medvédev, cuya destitución suena cada vez con más fuerza.
Precisamente, la impopularidad del primer ministro es el mayor hándicap al que se enfrenta RU, ya que la mayoría de los rusos le culpan de la actual crisis, que ha provocado la primera caída de los ingresos de la población desde que Putin llegara al poder en 1999.
LEA TAMBIÉN: Rusia se acerca a Paraguay para estrechar lazos comerciales
En un intento de granjearse el apoyo de su principal granero electoral -los pensionistas-, Medvédev, que se había negado a indexar las pensiones debido a la recesión, anunció un pago único de 5.000 rublos (70 euros) a partir del 1 de enero.
Se beneficiarán de ese pago 43 millones de rusos en edad de jubilación, incluso aquellos que trabajen, lo que a buen seguro le dará muchos votos a RU.
Según las últimas encuestas, Rusia Unida cuenta con un 41 % de intención de voto -mínimo histórico y tres puntos menos que hace tres meses-, por lo que tendrá casi imposible lograr la mayoría constitucional.
En 2011 la formación oficialista logró menos del 50 % de los votos por listas de partidos, pero en esta ocasión la mitad de los escaños se repartirán por circunscripciones electorales, lo que favorece al partido del poder.
A los oficialistas les conviene una baja participación, por lo que las autoridades han hecho todo lo posible para reducir al mínimo el interés en estos comicios y adelantaron la votación de diciembre a septiembre.
El gran perjudicado es el Partido Comunista, al que las encuestas otorgan el peor resultado de su historia, menos del 8 %, por lo que perdería el segundo puesto en favor de los ultranacionalistas de Vladímir Zhirinovski, conocidos por su lealtad al poder.
También accederán al arco parlamentario, según los sondeos, los socialdemócratas de Rusia Justa (RJ), mientras la auténtica oposición, la extraparlamentaria, tiene escasas opciones de regresar a la Duma o Cámara de diputados debido a las luchas intestinas en sus filas.
Con todo, según comentó a Efe Serguéi Mirónov, líder de RJ y aliado de Putin, al líder ruso no le preocupan tanto los resultados como evitar la repetición de las multitudinarias manifestaciones postelectorales de diciembre de 2011.
Entonces, las denuncias de fraude en favor de Rusia Unida desembocaron en la mayor ola de protestas desde 1991, instigadas por EEUU, según Putin, quien no dudó en reprimirlas en mayo de 2012 tras regresar al Kremlin.
Con ese fin, Putin sustituyó al vilipendiado presidente de la Comisión Electoral Central (CEC), Vladímir Chúrov, por la Defensora del Pueblo, Ella Pamfílova, quien ha prometido dimitir si las elecciones suscitan dudas sobre su limpieza.
"Todos los participantes (en la campaña electoral) han disfrutado de las mismas condiciones para una competencia justa", dijo el jueves Putin en una alocución televisiva en la que llamó a los rusos a cumplir con su "deber cívico" de acudir a las urnas.
Eso sí, Putin mantiene que los diputados deben contribuir a "la estabilidad, al desarrollo y la concordia nacional" y "estar unidos a la hora de defender los intereses de Rusia".
En un paso sin precedentes, la CEC incluso ha emitido un vídeo en el que anima a los rusos a denunciar toda presión a la hora de ejercer su derecho al sufragio, recordando que es algo punible.
A diferencia de otras ocasiones, las elecciones presidenciales no se celebrarán tres meses después de las parlamentarias, sino en 2018, aunque cada vez son más intensos los rumores de que Putin las adelantará a 2017 debido a la recesión.
Con información de EFE