Una serie de pasos en falso del organismo que vela por la salud de los estadounidenses dio lugar a una escasez de exámenes para detectar el coronavirus, complicando la respuesta a la pandemia.
El Político
El presidente Donald Trump dijo a principios de mes que una prueba creada por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CCPE) era “perfecto” y que “quien quiera hacerse una prueba, puede hacerla”. Pero más de dos meses después de que se confirmase el primer caso, mucha gente todavía no ha podido hacerse la prueba.
En el crítico mes de febrero, cuando el virus comenzó a expandirse en el país, la información del CCPE indicaba que los laboratorios del gobierno habían procesado 352 pruebas de COVID-19, a un ritmo de una docena por día.
“No puedes combatir un incendio con los ojos vendados”, dijo Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la Organización Mundial de la Salud, en un reciente informe. “No podemos contener esta pandemia si no sabemos quién está infectado”.
El Departamento de Salud y Servicios Humanos, que incluye a los CCPE, está investigando los errores que se pueden haber cometido. Pero observadores de afuera y funcionarios federales del campo de la salud mencionan cuatro temas que, combinados, afectaron la respuesta: La decisión inicial de no usar la prueba recomendada por la OMS, fallas en la prueba de los CCPE, que es más compleja; pautas fijadas por el gobierno que restringen quiénes pueden hacerse la prueba y demoras en apelar al sector privado para aumentar la capacidad de examinar a la gente.
A todo esto se agregó la actitud de la Casa Blanca, que minimizó la gravedad del brote y generó una movilización no muy intensa que permitió la propagación del virus, según dicen.
“Hubo muchas, muchas oportunidades de evitar terminar donde estamos”, afirmó Ashish K. Jha, director del Instituto de Salud Global de Harvard, en declaraciones a la AP. “Básicamente, lo tomaron como algo de rutina… Por eso la Casa Blanca decía que ‘esto no es nada grave, lo mismo que una gripe’. Ese mensaje hizo que no se le diese la importancia que merecía” en los organismos federales.
Por más de que se hayan habilitado laboratorios privados para procesar miles de pruebas en las dos últimas semanas, los expertos dicen que el país todavía no está en condiciones de hacer la cantidad de exámenes requeridos para contener un virus muy contagioso.
El doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias e Enfermedades Infecciosas, dijo que el sistema del CCPE no está pensado para hacer pruebas y monitorear la marcha de un brote grande, algo que describió como “una falla”.
J. Stephen Morrison, experto en políticas sobre la salud del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington, consideró que los problemas con los exámenes constituyen “una debacle” que contribuye a lo que describió como una respuesta confusa y tardía del gobierno a la crisis.
En la víspera de Año Nuevo, científicos chinos informaron a la OMS acerca de 27 casos de neumonía de origen desconocido en la ciudad industrial de Wuhan, que creían surgieron en un mercado de pescados. Menos de dos semanas después, los chinos tenían la secuencia de la composición genética del virus y la compartieron con el mundo.
A los pocos días, científicos alemanes habían desarrollado una prueba que podía identificar un aspecto único del ADN del virus. La OMS adoptó prestamente esa prueba y comenzó a trabajar con empresas privadas para que produjesen equipo para hacer exámenes.
Igual que ocurrió con brotes anteriores, los líderes de la oficina central de los CCPE en Atlanta decidieron crear su propio examen. A lo largo de los años, el laboratorio de los CCPE se hizo fama de ser de los primeros que producen pruebas para enfermedades nuevas.
Los CCPE publicaron detalles técnicos de su prueba para el COVIS-19 el 28 de enero, diez días después que la OMS. Para entonces, el virus ya llevaba al menos dos semanas en Estados Unidos.
El individuo de 35 años que fue el primer contagio estadounidense conocido había llegado a Seattle el 15 de enero, proveniente de Wuhan. El 21 de enero se informó que el laboratorio del CCPE había confirmado que padecía el coronavirus.
Al día siguiente, Trump ofreció una conferencia de prensa en la que dijo que “lo tenemos todo bajo un control total. Es una persona que vino de China… Todo va a estar bien”.
El 30 de enero, el día en que la OMS declaró el brote una emergencia de salud pública, Trump volvió a insistir en que el virus estaba “muy bajo control”.
Por entonces los CCPE habían confirmado solo ocho casos en Estados Unidos.
Cuatro días después de que Estados Unidos declarase un estado de emergencia, se habían hecho pruebas a solo 178 pacientes y otras 82 estaban “pendientes”, o sea, esperando los resultados, según información de los CCPE,
Para ayudar a aumentar la cantidad de personas evaluadas, la Administración de Alimentos y Medicinas (conocida por sus siglas en inglés, FDA) autorizó a que laboratorios aprobados por los CCPE y administrados por los departamentos de salud de los estados comenzasen a procesar muestras para detectar el virus, pero los CCPE mantuvieron su negativa a trabajar con laboratorios comerciales.
Los primeros exámenes llevados a cabo por los laboratorios estatales reportaron resultados no concluyentes, algo que según los CCPE pudo deberse a que sus pruebas buscaban señales de coronavirus genéricos, de los cuales hay muchos, y no específicamente del virus que causa el COVID-19.
Hacia mediados de febrero, solo media docena de laboratorios realizaban exámenes confiables. Pero el director de los CCPE Robert Redfield insistía en que esa dependencia había creado “una prueba muy precisa”.
A medida que más gente pedía hacerse pruebas, muchos estados tuvieron que limitar el acceso a los exámenes por las fallas de los exámenes de los CCPE. El 24 de febrero, exasperados funcionarios de la Asociación de Laboratorios de Salud Pública enviaron una carta a la FDA, básicamente pidiendo permiso para que los laboratorios estatales desarrollen sus propias pruebas. La FDA dio marcha atrás y a los pocos días dijo que tanto laboratorios públicos como privados podrían realizar pruebas.
Para entonces, según expertos, se había perdido la oportunidad de evitar la propagación de un virus implacable.
El 29 de febrero se habían hecho pruebas a solo 472 pacientes a nivel nacional y había solo 22 casos confirmados, de acuerdo con los CCPE.
A título de comparación, Corea del Sur confirmó su primer caso de COVID-19 el 20 de enero, el mismo día que en Estados Unidos. Los sudcoreanos usaron la misma técnica que la OMS, según el portal del productor de la prueba. Y permitieron rápidamente que laboratorios privados realizasen exámenes. Como consecuencia de esto, un país con una sexta parte de la población de Estados Unidos pudo llevar a cabo 20.000 exámenes por día.
Cuando se les preguntó por qué Estados Unidos no empleó el protocolo de la OMS, funcionarios del gobierno de Trump insinuaron falsamente que la prueba que se efectúa en buena parte del mundo no es confiable.
Un vocero de la OMS, Tarik Jašarević, dijo a la AP que no había habido problemas con sus pruebas.
“La prueba ha sido validada por tres laboratorios, adaptada por la OMS y producida de acuerdo a los lineamientos internacionales de calidad”, manifestó. “Ha funcionado bien en laboratorios y en usos clínicos y no se han reportado muchas instancias de falsos negativos o falsos positivos”.
En las dos últimas semanas mejoró mucho la capacidad de Estados Unidos se hacer pruebas gracias a la incorporación de laboratorios privados. Y al aumentar los exámenes, se multiplicó la cantidad de casos confirmados, pasando de los 43 de principios de marzo a los 15.219 del viernes pasado, la última fecha de que se disponen totales.
Jha calcula que Estados Unidos debería realizar entre 100.000 y 150.000 pruebas diarias, algo que es posible dada la cantidad de laboratorios de alta calidad que posee.
“Sin duda tenemos la capacidad. Pero no lo estamos haciendo”, expresó Jha. “Ahora realizamos unas 40.000 pruebas diarias. Vamos en la dirección indicada, pero todavía tenemos que hacer mucho más”.
En la mayoría de los casos, el coronavirus causa síntomas moderados, como fiebre y tos. Hay instancias, especialmente con ancianos y personas con problemas de salud, en los que pueden provocar enfermedades más graves, incluida neumonía.
La gran mayoría de las personas se recuperan en entre dos y seis semanas, dependiendo de la gravedad del caso.
Fuente: AP