Más de 26 millones de personas están bajo estricto confinamiento en Shanghái, la ciudad más grande de China, mientras el país lucha contra casos récord del virus mortal SARS-CoV-2 que causa la infección por COVID-19.
El Político
A principios de esta semana, China comenzó su bloqueo más extenso en dos años, principalmente para realizar pruebas masivas y controlar un brote creciente impulsado por la variante BA.2 de Ómicron.
En el tercer día del confinamiento, las autoridades sanitarias endurecieron aún más las restricciones, prohibiendo a todo el mundo salir de sus casas ni siquiera para pasear a sus perros, ya que las infecciones locales diarias de covid-19 aumentaron a un récord de 4.477 el martes.
Esto, según reseña Xataca en uno de sus trabajos ha generado gritos colectivos desde los balcones de los edificios, falta de alimentos y medicinas; desplazamientos de asintomáticos a zonas de cuarentena, niños separados de sus padres por un mero positivo, trabajadores durmiendo en sus oficinas, centros de confinamiento a medio construir y pacientes durmiendo en cajas de cartón); disturbios; saqueos, conatos de protestas.
Más que un confinamiento ‘normal’. Es un viaje en el tiempo hasta marzo de 2020. Quizás no en fallecimientos (si hacemos caso a los datos oficiales de la Pekín), pero sí en todo lo demás. Shanghái, la ciudad más grande de China, lleva cerrada a cal y canto desde el 5 de abril.
De hecho, algunas partes de la ciudad (donde empezaron a surgir los casos de COVID) llevan una o dos semanas más. Los 26 millones de residentes de la ciudad han tenido que hacerse hasta seis tests diagnósticos en estos días y tienen prohibido salir de sus casas (incluso para ir a comprar comida o medicamentos).
Muchas zonas de la ciudad aguantan gracias a los servicios de reparto a domicilio. Unos repartos que cada vez se hacen más escasos y menos regulares. Sobre todo, porque la cadena de distribución está rota: el mismo gobierno municipal reconoce que no tenían un plan claro de cómo van a aguantar hasta que las cifras mejoren. Cifras que, por otro lado, no son especialmente dramáticas (en comparación con lo que han sufrido los países occidentales): hablamos de las 130 000 infecciones y solo una persona en estado grave.
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Fuente: xataka