El régimen de Nicolás Maduro se ha propuesto devolver las propiedades exporpiadas, confiscadas, o robadas, que es el término correcto, así no le guste al dictador venezolano.
Mario A. Beroes R./El Político
La cuestión está en que dichas devoluciones son sin ningún tipo de indeminzación o pagos compensatorios para los afectados. Al estilo de la Guerra Federal…o peor.
El proceso permitirá el regreso a sus dueños de fincas destruidas, empresas tras la administración del Estado, pero sin recibir un solo centavo; algo así tómelo como está y sin derecho a réplica, por parte de los afectados.
Con una discreción poco habitual en el régimen, Nicolás Maduro adelanta un proceso selectivo con el fin de devolver a los antiguos propietarios, todos del sector privado, activos expropiados en los últimos años, especialmente durante el último tiempo de su predecesor y jefe político, Hugo Chávez.
La decisión de la administración de Nicolas Maduro comprende una voluminosa lista de propiedades y empresas, en las que, de momento, destacan fincas y hatos vinculados a la producción agraria, aunque también hay hoteles, casas, yates e industrias.
Régimen: Hermetismo total
El hermetismo ha sido clave en este proceso. La devolución del Centro Comercial Sambil a sus propietarios, la familia Cohen, que llevaba meses en negociaciones secretas parece ser la punta del iceberg.
En ningún caso parece estar planteada la figura de indemnizaciones o pagos compensatorios a los afectados.
Los hermanos Delcy y Jorge Rodríguez, Tarek El Aissami, y los ministros del área económica y comercial, con la autorización de Nicolás Maduro, conducen el cronograma de entregas, de carácter selectivo, pero que ha traído con objeciones y resistencias en el sector chavista.
La comunicación del régimen con el empresariado es fluida.
El Gobierno, algunos empresarios y varios sindicatos planean convocar para finales de este mes al Foro de Diálogo Social, con Maduro ejerciendo de árbitro.
El evento contaría además con la presencia de funcionarios de la Organización Internacional del Trabajo, donde destaca la labor realizada por el expresidente de Fedecámaras y miembro de la OIT, Jorge Roig.
Quizás la razón verdadera de la decisión está en el enorme costo que para el Estado significa mantener empresas que no funcionan, propiedades que se desvalorizan por falta de mantenimiento y terrenos que no producen y solo han servido para el incremento del pillaje y el bandolerismo
El agro el más afectado
En el área agraria, el Gobierno y los empresarios discuten un papel de trabajo en el que se evalúa la devolución a sus dueños originales de hatos como El Rodeo, ubicado en el estado Guárico, de 3.600 hectáreas; el Hato Las Mercedes, en Barinas, con 14.000 hectáreas; el Fundo San Roque, en el estado Zulia, de 176 hectáreas.
También están en la lista la Escuela Agronómica Salesiana San José, en Barinas, de 1.800 hectáreas; el Fundo San Antonio, en el estado Yaracuy, de 1.200 hectáreas; el Fundo Buena Esperanza, en el Zulia, de 900 hectáreas; el Hato Cristo/El Trébol, en el Estado Mérida, de 530 hectáreas; el Fundo San Felipe, en el estado Zulia, de 275 hectáreas.
Añadimos la Hacienda Bolívar, en el estado Zulia, de 4.000 hectáreas o el Hato El Zamuro, en el Estado Portuguesa, de 6.200 hectáreas.
Salvo algunas excepciones, lo habitual es que el Ejecutivo esté regresando desmantelados y sin operatividad activos que estaban funcionando con total normalidad antes de ser incautados.
El régimen chavista ha hecho proposiciones a los dueños expropiados de compañías e industrias manufactureras como la empresa de agroquímicos y servicios AgroIsleña, Aceites Diana; la siderúrgica Sivensa entre otras, pero a diferencia de lo que sucede con las haciendas, el ofrecimiento ha sido recibido con incredulidad y renuencia.
La cadena de hoteles estatal Venetur se ha ido desprendiendo de algunas de sus sedes.
Walter Stipa, empresario cercano al chavismo, ha asumido el control de algunas de ellas para operarlas. El chavismo está ofreciendo contratos de servicio bajo la figura de concesiones.
Sus funcionarios siguen muy renuentes a usar la palabra “privatización.”
Todo comenzó en el 2006
En el año 2006, Hugo Chávez inició una toma progresiva de activos y empresas del sector privado, invocando el interés nacional y proponiendo la existencia de fórmulas alternativas de propiedad, luego de negar muchas veces que tuviera intenciones de hacerlo.
La política formaba parte del interés estratégico de “controlar los medios de producción” para hacer realidad la utopía revolucionaria.
La ola de estatizaciones, expropiaciones, tomas y “rescates” de tierras en Venezuela, se supone que para hacer justicia social y redistribuir la riqueza, incluyó cementeras, fábricas de vidrios, siderúrgicas, hoteles, operadoras petroleras, el servicio eléctrico y la compañía de teléfonos.
Este proceso alcanzó el paroxismo en los años 2010 y 2011, poco antes de que Chávez enfermara de cáncer y muriese tiempo después.