El presidente en funciones, Mariano Rajoy, quiere hacer de la necesidad virtud y ha asegurado este viernes que el hecho de que el Gobierno que previsiblemente encabezará a partir de la próxima semana no disponga de mayoría en el Congreso es una situación que, "por difícil, se puede convertir en una gran oportunidad para dejar resueltos algunos de los grandes retos que España debe afrontar en el futuro". Aunque no los ha detallado, sí ha mencionado la sostenibilidad del sistema de pensiones, la nueva financiación autonómica y el desafío separatista de Cataluña.
Rajoy se ha presentado en la rueda de prensa posterior al Consejo Europeo con una actitud de máxima cautela y mano tendida. "Voy a intentar gobernar. Soy plenamente consciente de los apoyos que tengo, pero no es la primera vez que un Gobierno está en minoría", ha dicho. Su fórmula para lograr la estabilidad será "incidir en los puntos en los que hay más posibilidades de acuerdo y dejar de lado aquellos en los que el desacuerdo es más difícil de superar". Obviamente, ha añadido, algunas propuestas del programa electoral con el que se presentó a las elecciones que "no podrán salir adelante". "Todos tenemos que ceder en nuestros planteamientos de máximos", ha insistido.
El líder del PP no ha adelantado si su discurso de investidura ofrecerá alguna novedad respecto al que pronunció en su intento frustrado del pasado 2 de septiembre, cuando tuvo 170 votos a favor y 180 en contra, pero ha dado a entender que deberá ser así. "Si pretendo tener más apoyos, lógicamente tendré que adecuar mi discurso a la nueva situación", ha admitido.
Se ha mostrado escrupulosamente respetuoso con el decisivo comité federal del PSOE del próximo domingo, cuyo resultado ha asegurado que respetará "sea cual sea" y ni siquiera ha querido pronunciarse sobre si prefiere una abstención en bloque del Grupo Socialista o la abstención de 11 diputados, suficiente para garantizarle la investidura. Eso sí, aunque no ha ligado su investidura a la aprobación de los Presupuestos, sí ha advertido de que la responsabilidad de garantizar la estabilidad si sale elegido no será exclusivamente suya.
Frente a quienes alegan, desde las filas del PSOE, que no es posible apoyar su candidatura a la vista de la trama de corrupción que está aflorando en el juicio del caso Gürtel, ha subrayado que "se están juzgando acontecimientos que ocurrieron hace muchos años" y que "no hay ningún militante del PP" en el banquillo. Es decir, ninguno que lo siga siendo a día de hoy. Es el mismo argumento que emplea para desvincularse de la exalcaldesa del PP en Valencia y actual senadora del Grupo Mixto, Rita Barberá, imputada por el Tribunal Supremo.
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La cautela ante el resultado del comité federal del PSOE ha llevado a Rajoy a no dar ni siquiera por sentado que aceptará el encargo de formar Gobierno, apelando a que hay que esperar que se lo proponga el Rey. Del mismo modo, ha eludido hablar de la composición de su futuro Gabinete, un asunto al que asegura no haber dedicado todavía ni un minuto, y del que ha advertido, más allá de especulaciones: "No le diré nada a nadie antes de hablar con Su Majestad el Rey".
Rajoy se ha despedido de sus homólogos europeos como siempre, sin darles ninguna indicación sobre su continuidad como presidente, más allá del calendario institucional, o al menos eso ha asegurado, saliendo al paso de las especulaciones desatadas por sus comentarios ante las cámaras con el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker.
El presidente se ha marchado satisfecho del Consejo Europeo, presumiendo de que la política de acuerdos bilaterales puesta en marcha por la Comisión con cinco países africanos (Senegal, Malí, Níger, Nigeria y Etiopía) —es decir, cooperación a cambio de control de la inmigración— es la que siempre ha propugnado España. Más preocupante ha sido que haya dado por descontada la suspensión de los fondos estructurales para España, unos 1.325 millones de euros, por desviarse del objetivo de déficit. Tras reconocer que no se ha alcanzado ningún pacto al respecto, Rajoy le ha restado importancia, alegando que esta medida no surtiría efecto hasta 2020 y que el problema se resolverá si España cumple los objetivos de déficit para este año y el que viene; 4,6% y 3,1 del PIB.
Con información de El País