Preparar la puesta en escena de un debate presidencial es un trabajo de especialistas, y cuando uno de los contendores es el Presidente de los Estados Unidos el panorama se complica. Cientos de personas de diversas profesiones y oficios participaron en el primer debate entre los candidatos, el demócrata Joe Biden y el republicano Donald Trump.
Rosana Ordoñez?/El Político
Como en todas las producciones hubo aciertos y errores, y al final una consistente sensación de que el debate resultó negativo, mostró el peor lado de los candidatos, y hubiese podido ser mucho mejor.
Pero vayamos a la producción, en primer lugar el escenario como tal fue impactante concebido como lo que resultó, un reality show mediático donde "sólo faltó el Chacal de la Trompeta", como advirtió Alexandria Ocasio-Cortez, congresista por Nueva York, sobre los fracasados intentos del moderador de imponer orden.
El Comité de Debates ya está pensando en cambiar las normas, ya que fueron concebidas para un diálogo entre dos aspirantes a la Presidencia de la República y no un diálogo de sordos.
Chris Wallace amarrado a un escritorio
El moderador se enfocó en la elaboración de las preguntas, pero estaba inmovilizado, escondido en un escritorio que le quitó todo accionar dentro del escenario. El veterano periodista egresado de Harvard tuvo serios problemas para imponer "la ley y el orden"
En la comunicación política audiovisual, a menos que se trate de una cuña con guion cerrado, donde todo esté controlado, la imagen es más importante que la palabra.
Los protagonistas del debate fueron tres, los dos candidatos y el moderador, y en el debate perdieron los tres, porque los productores concibieron una cosa y los protagonistas hicieron otra. Cuidaron los detalles y olvidaron el fondo del asunto.
Un moderador que se enfocó en los datos y contenidos de las preguntas pero no logró imponer su condición de conductor y moderador del debate.
Ni siquiera se le ocurrió cerrarle el micrófono a quien interrumpiese cuando no le tocaba hablar. En un programa de TV, fuera de cámara manda el director y en el aire decide el moderador. Como le dijo el dictador Juan Vicente Gómez al joven fotógrafo Luis Noguera que no encontraba cómo colocar a un desordenado grupo familiar, "cuando lo toque mandar, mande".
¿Qué tiene que ver unos chicos de 18 años con estos viejos maquillados, vestidos como en el siglo pasado y peinados con laca?, se pregunta una primera votante.
Todo el mundo sabe que en televisión se usa maquillaje para evitar el brillo en el rostro que ocasionan las fuertes luces, pero los tres hombres estaban sobre vestidos y retocados. En este sentido el más coherente fue Trump, con la misma facha de todos los días, quien pecó de sobre confiado, pero el pañuelito de cinco puntas en el bolsillo de Biden parecía inspirado en la película Casablanca y ni hablar del botox y el patético cabello de los tres.
¿Quién ganó?
Posiblemente la democracia y su capacidad para reinventarse a sí misma, los electores, la libeertad d expresión, y sobre todo un pueblo que gracias a la caja del televisor, hoy sabe un poco más lo qu quiere y mucho más lo que no quiere.
Periodista.PHD.