Vladimir Putin, presidente de Rusia, tiene que sortear las sanciones occidentales y diseñar una estrategia coherente para alimentar su guerra en Ucrania en 2023. Ello implica contar con los hombres suficientes y los recursos materiales necesarios para lograr sus objetivos.
El Político
En una visita a una fábrica de armas a mediados de enero, elogió a los trabajadores por aumentar la producción 3 turnos al día 24/7. Les dijo que estarían exentos de ser llamados al servicio militar en Ucrania.
¿Por qué es importante?
Cientos de miles de hombres en edad militar huyeron de Rusia el año pasado por temor a ser reclutados.
Se cree que más de 100.000 militares rusos ya han muerto en Ucrania, reportó CNNEspanol.
Es la característica más impopular de la guerra de Putin hasta ahora, más reclutamiento puede generar más resentimiento hacia él.
Las sanciones económicas internacionales están comenzando a hacer mella y si llega a masticar los bolsillos de los ciudadanos rusos, entonces Putin tiene un problema.
El peligroso paseo por la cuerda floja que Putin está tratando pasa salir adelante implica mantener alto el valor del rublo, mantener a la gente en los trabajos.
Esto solo se va a poner más difícil: un invierno frío el próximo año y el aumento rusos empobrecidos en las calles podrían aumentar el riesgo de una revuelta contra la guerra y contra el mismo Putin
Y esto jugará con las preocupaciones de largo plazo de Putin: las elecciones de 2024.
Entre líneas
Putin firmó una ley que le permite seguir siendo líder hasta 2036, pero ha construido un castillo de naipes. Las elecciones rusas no son ni libres ni justas.
El mandatario ruso ha eliminado a sus disidentes encerrando a los líderes de la oposición, tomando el control de todos los medios de comunicación.
Pero incluso eso requiere que agentes del poder de Rusia participen en una lucha al estilo mafioso unos contra otros.
Si no puede obtener ganancias en la guerra en Ucrania —o peor aún, si comienza— a acumular pérdidas su control sobre el juego de poder en Rusia podría debilitarse.
Todo eso aún está muy lejos; su problema inmediato es pagar la factura de ser “el carnicero" en Ucrania.
En conclusión
Rusia necesita tener más control sobre el campo de batalla en Ucrania, y Washington ha revelado el interés de Moscú en comprarle drones de combate y de observación a Irán.
La última victoria de Ucrania en Soledar, y el avance de las Fuerzas Armadas del país invadido a raíz del material militar entregado por las principales potencias occidentales, no han sentado nada bien en Moscú. Hasta el punto que el presidente ruso, Vladimir Putin, ha lanzado una advertencia.
El Kremlin ha endurecido su discurso con el siguiente mensaje. “Los tanques (Challenger 2, suministrados por Reino Unido) arderán como todo lo demás”.
Una afirmación con la que también hizo referencia a toda la artillería, munición y vehículos militares que Ucrania recibió en los últimos meses. Unas declaraciones que llegan días antes de que Kiev reciba equipamiento militar pesado para continuar su lucha por recuperar el territorio controlado por las tropas rusas.