En números aproximados en casi todas las categorías, el Festival de Primavera del Año Nuevo chino es el evento más grande del planeta.
Se espera que los chinos gasten más de 100.000 millones de dólares en comida y en compras durante los siete días que dura la celebración del Año Nuevo Lunar, casi dos veces más de lo que los estadounidenses gastan en el Día de Acción de Gracias. También se calcula que cada segundo compren cerca de 1.000 boletos de tren por internet.
Pero es cuando millones de chinos van a casa para celebrar el Festival de Primavera del Año Nuevo chino durante el chunyun -la migración que se hace en la primavera de cada año- que la facilidad de China para organizarse a escala gigantesca realmente alcanza su apogeo.
En el 2017 -el Año del Gallo- las autoridades chinas esperan que los turistas realicen 2.500 millones de viajes por tierra, 356 millones por tren, 58 millones por avión y 43 millones por barco, durante un periodo de 40 días que comienza el 13 de enero y termina el 21 de febrero.
Cohete a Saturno
Mientras el promedio de viajes individuales fue de 410 kilómetros el año pasado, se espera que el número total de viajes sume 1.200 millones de kilómetros este año: el equivalente a ocho veces la distancia de la Tierra al Sol o un placentero viaje en cohete a Saturno.
Y los números están creciendo un 2,2% este año, según el Consejo de Estado de la República Popular China. Eso se debe al aumento de las visitas que los habitantes del litoral oriental hacen a sus familiares en las zonas rurales del interior del país.
Las redes de transporte han establecido nuevos récords por los números del chunyun casi cada año en la última década, asegura el Consejo.
La revolución del tren
Soportando esa presión está la red de trenes de alta velocidad de China, ahora ampliada a 20.000 kilómetros en total, la más grande del mundo.
Toda la red de trenes de China tiene más de 121.000 kilómetros, la segunda más grande del mundo después de la de Estados Unidos.
El fenómeno del chunyun no es solo una maravilla de la logística -los vestíbulos de las estaciones de buses y de trenes pueden ser despejados de filas enormes a una velocidad vertiginosa-, también muestra cómo está cambiando la China moderna.
Los trenes viajan repletos de miles de estudiantes que dormitan, comprimidos como sardinas en los vagones, en un reflejo de lo que las reformas educativas han logrado: expandir enormemente el número de cupos universitarios en la última década.
Jóvenes empleadas de oficina, elegantemente vestidas y en tacones altos, también pueden ser vistas yendo a través de los campos hacia su casa, producto de la masiva migración de campesinos chinos principalmente hacia las ciudades costeras, en busca de trabajos mejor remunerados en fábricas y en el sector servicios.
El caos de las autopistas
Buena parte de la nueva clase media de China decidirá conducir en sus propios automóviles y el caos de las autopistas es ahora un rasgo habitual del periodo de vacaciones.
Muchos otros, sin embargo, escogerán escapar por completo de esa locura y tomarán sus vacaciones en el extranjero, una opción cada vez más utilizada por el reciente grupo de los llamados nuevos ricos chinos.
Los medios estatales calculan que en el 2016 unos 6 millones de chinos tomaron la decisión de pasar la vacaciones del Festival de Primavera fuera del país y que las reservas online por habitante para viajes independientes al exterior aumentaron un 30% hasta los 6.800 yuanes (985 dólares).
Con información de CNN