Finalmente, Rusia invadió Ucrania. Comienza así la más grave confrontación militar en Europa desde las guerras balcánicas. Pase lo que pase, el desenlace depende de las decisiones de la propia Rusia, así como de Estados Unidos y de varias naciones europeas.
Alejandro Armas / El Político
Mientras tanto, la mayoría de los países latinoamericanos ha preferido mantenerse más o menos al margen. Tres, sin embargo, se expresaron decididamente a favor de las pretensiones de Moscú. Para nada casualmente, se trata de los tres regímenes autoritarios de la región: Cuba, Venezuela y Nicaragua.
¿Qué capacidad tienen estas tres naciones para involucrarse en ese conflicto distante? ¿Cuál es su motivación para proceder de esta manera? Veamos.
Demasiado lejos
Yuri Borisov, viceprimer ministro ruso, se fue de gira por Latinoamérica la semana pasada. Visitó La Habana, Caracas y Managua. En los tres casos, recibió gestos de apoyo de las autoridades de estos países. No apoyo genérico. Apoyo ante la coyuntura ucraniana, acompañado de repudio a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y a sus miembros, por su oposición al expansionismo ruso.
Rusia suscribió acuerdos con los tres gobiernos. Cuba no especificó en qué áreas lo hizo. Venezuela y Nicaragua sí. Incluían acuerdos en materia de defensa.
Sin embargo, ninguno de estos países latinoamericanos tiene mucho margen de maniobra para meterse en el conflicto que acaba de estallar. Sus respectivas fuerzas armadas no tienen la capacidad técnica para despliegues importantes en un enfrentamiento al otro lado del mundo. Además, no está en su interés hacerlo, pues lo que ocurra en la zona de guerra no afecta su territorio o intereses.
¿Puro show?
Todo esto lo ha de saber Putin. Despachó a su emisario al trópico por otras razones. Lo que el gobierno ruso quiere es que lleguen espaldarazos desde distintas partes del mundo. Así tiene material para propaganda y puede mostrar que Rusia no se quedará completamente aislada pese a sus acciones. Que esos gestos vengan de países que alguna vez estuvieron en la esfera de influencia de Estados Unidos es simbólicamente aun más significativo.
Ganas de adular a Putin y darle lo que quiere no faltan desde el otro lado. Rusia es una fuente de apoyo importante para Cuba, Venezuela y Nicaragua, en medio de las críticas y sanciones que pesan sobre estas por sus sistemas antidemocráticos. De seguro, los vínculos entre la potencia euroasiática y sus protegidos caribeños se profundizarán en la medida en que lluevan sanciones sobre la propia Rusa por invadir Ucrania.
Y aunque sea una posibilidad remota, no se puede descartar del todo que uno o varios de estos países estén dispuestos a prestar su territorio para una amplia presencia militar eslava. Para ellos sería una defensa adicional. Para Putin, un punto de operaciones en las narices de Estados Unidos.