Tuvo que ser en su segundo cara a cara, cuando el presidente de EEUU, Donald Trump, y el aspirante demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden, por fin debatieron.
El Político
Tras un caótico primer encuentro, aunque mostraron diferencias irreconciliables en casi todos los asuntos como la pandemia, la inmigración y el racismo.
El tono de este segundo debate nada tuvo que ver con el primero, celebrado el 29 de septiembre en Cleveland (Ohio), que estuvo marcado por las múltiples interrupciones, sobre todo, de Trump, y un ambiente muy crispado, que motivó que en el encuentro de esta noche se silenciaran los micrófonos en algunos momentos.
Esta vez lo hicieron de manera considerablemente más ordenada que lo que se vio en el primer debate. En parte fue gracias a que durante los argumentos iniciales en cada segmento los micrófonos de quien no estaba hablando se cerraron, pero en mayor medida debido a una actitud diferente de los candidatos.
Sin mascarillas en el escenario, pero separados por varios metros de distancia, el demócrata y el republicano hablaron de corrupción, liderazgo, política exterior y economía.
Una vez más, no hicieron ninguna mención especial a la comunidad latina pese a que se espera que en este ciclo electoral 32 millones de hispanos voten en los Estados Unidos.
Kristen Welker
La moderadora del último Debate Presidencial en Estados Unidos, Kristen Welker, fue la más elogiada de la noche en las redes sociales, aunque le ayudó el hecho de que el presidente, Donald Trump, estuviera mucho más contenido y de que se pudieran silenciar los micrófonos.
Incluso Trump, que critica regularmente a la cadena NBC News -donde trabaja Welker- y había acusado a esa periodista de ser “terrible e injusta” con él, alabó al terminar el debate el trabajo que hizo la moderadora, al considerarlo “muy profesional“.
Welker fue la segunda mujer negra que ha moderado un debate presidencial en la historia de Estados Unidos: la primera fue Carole Simpson, que lo hizo en 1992.
La periodista de 44 años, que es corresponsal de NBC News ante la Casa Blanca desde 2011, preguntó a los candidatos sobre inmigración, racismo, cambio climático, la pandemia de covid-19 y la integridad de las elecciones, entre otros temas, y el debate transcurrió de manera mucho más fluida que el celebrado hace casi un mes.
El moderador de ese primer cara a cara en Cleveland, el periodista Chris Wallace, confesó este jueves que le daba envidia el intercambio que le tocó moderar a Welker, mientras que el suyo estuvo plagado de interrupciones, la mayoría de Trump.
Se esperaba que este debate fuera más civilizado porque la Comisión de Debates Presidenciales -los organizadores del encuentro- había anunciado que silenciaría los micrófonos de los candidatos en determinadas partes para evitar el caos.
Al inicio de cada uno de los seis segmentos, cada candidato tenía dos minutos para exponer sin interrupciones sus argumentos, mientras su rival tenía el micrófono apagado, algo que celebraron muchos usuarios en las redes sociales.
Está por verse en los próximos días si el presidente seguirá tan amistoso con Welker. Pero el logro de la moderadora la noche del jueves puede que haya sido el hecho de que los televidentes se enfocaron en los candidatos y su mensaje (micrófonos silenciados y todo) en lugar de en su actuación.
Respeto a los tiempos
Cuando parecía que no existía posibilidad de llegar a ver un intercambio de ideas en esta campaña electoral, Donald Trump cambió por completo el tono en el segundo y último debate presidencial e hizo posible cierta normalidad.
El presidente hizo gestos y muecas, levantó la voz y trató de hablar más que el ex vicepresidente Joe Biden, pero en general respetó las normas del debate, dio respuestas completas y no obstaculizó a su oponente.
No hubo un gran momento definitivo, pero algunas frases e intercambios tienen potencial para afectar el resto de la campaña.