La guerra de Rusia con Ucrania puede tener poderosas consecuencias muchos kilómetros a la redonda, es decir, no solo en eurasia sino en Latinoamérica por ejemplo. Pongamos como ejemplo, Venezuela.
El chavismo es producto de una (exitosa, hay que decirlo) nueva versión de la dictadura. Siempre pensamos que era invento de Fidel Castro, pero ahora vemos mucho más a Vladimir Putin como arquitecto de esta metamorfosis. Putin tiene 22 años al frente del gobierno ruso y allí incluimos los cuatro años de Dimitry Medvedev, que fue un títere del "Zar Putin".
Gonzalo Morales Divo
No obstante, Castro fue el tutor principal cuyo interés evidentemente fue beneficiar a su isla o, mejor dicho, a su establishment político en la isla. De resto, asesoró y supo inflarle el ego a Chávez .
La escuela Putin-Castro en acción
Tanto Putin como Castro le enseñaron a los chavistas que la gestión pública es irrelevante frente al quehacer político, al que deberían dedicar casi la totalidad de su tiempo. Eso implica copar y controlar las instituciones, obviamente los Poderes Ejecutivo, Judicial y Electoral. Los otros, si se puede.
A la doctrina Putin-Castro no le interesan las autopistas, aeropuertos, la educación o la salud pública. Todo lo que funcione mal se maquilla o culpabiliza con desinformación, de modo que -tal como pronosticó George Orwell- el "Ministerio de Propaganda" es acaso tan y a veces más importante que el Ejército mismo.
Para la escuela Putin-Castro la corrupción no es una anomalía, sino un recurso esencial para engrasarle las manos a los camaradas (operadores políticos) y a los "oligarcas", un grupo de individuos, usualmente agentes económicos, que sirven -por ejemplo- para administrar un programa de alimentación tal cual lo hacía Alex Saab..
Una enseñanza de Castro y Putin: el exilio. Mientras más personas se van del país, más se debilita la oposición interna. Los venezolanos expatriados hacen mucho por su terruño, pero las realidades locales pesan más en la agenda diaria. Y la distancia se transforma en un muro infranqueable.
● Putin entendió que, así como los países desarrollados se agrupan en organizaciones y acuerdos, había que construir un "Eje del mal" (ese nombre evidentemente es el que le ponemos los demócratas), una confederación de enemigos de occidente y de la democracia. Y así se adhirieron Nicaragua, Irán, Siria, Turquía, Bielorrusia y otros de la misma calaña. China está en categoría aparte: apoya a Venezuela, pero recordemos que el gigante asiático tiene una posición más centrista (un gobierno: afín al susodicho eje y un sistema económico que necesita al mundo desarrollado para prosperar).
Y funcionó en Venezuela
En Venezuela la oposición no ha funcionado, o muy poco. Se entienden los riesgos: poder judicial antagónico, sistema electoral manipulado, así como toda la fuerza militar y casi toda la policial en contra. Pero más allá de eso, son los líderes opositores antagonizando entre sí; la dificultad de consenso porque no hay un líder inequívoco y la dificultad de organización ciudadana.
También hubo errrores garrafales, como el "Carmonazo" o el "Macutazo", intentos de golpe de Estado que caben más en una película del absurdo.
El "Gobierno interino" en su momento, fue una gran idea inicialmente. En la práctica le cayó la responsabilidad a Juan Guaidó, un joven bien intencionado pero sin liderazgo, iniciativa, ni aparataje político. Luego, el "interinato" se transformó en una insufrible seguidilla de foros, cocteles, conversatorios y eventos ¡en Washington! eventos muy poco sustanciales.
Los aliados internacionales tampoco han podido ayudar a avanzar la causa. EE. UU. con Trump a la cabeza atacó el sujeto pero no el objeto. Al final no ha habido avance con Biden tampoco. Y ahora la crisis ucraniana acapara todo.
¿Entonces?
Quizá el futuro sea más esperanzador, ¿por qué no? Chávez y Fidel están muertos. En Venezuela hay una convicción, prácticamente general, de que el régimen no sirve, no soluciona, no construye. Incluso para sus seguidores, que solo viven del clientelismo. Esa convicción también existe en Cuba.
Aunque parezca increíble, el destino del Eje Antioccidental depende mucho del desenlace del conflicto ruso o, mejor dicho, del conflicto putinesco. Y los resultados hasta ahora muestran resultados contrarios a Putin, destrucción mil millonaria de material militar, miles de soldados rusos muertos, y logros modestos si lo vemos en el esquema general de las cosas.
Si el neo zar ruso logra solamente, por ejemplo, conservar territorios ya usurpados (Crimea, Dombás) ciertamente no será un resonante triunfo. Y la crisis que le espera será mayor. Si Putin se debilita, el chavismo también.
Pero, obviamente, habrá esperanza si la oposición se reacomoda, cancela un interinato que exclusivamente funciona en las gacetas diplomáticas o, en todo caso, si se elige a un estadista como presidente interino.
Así estamos. Siempre hemos mirado hacia Estados Unidos buscando un cierre para la tragedia venezolana. Pero parece que cualquier desenlace tendrá que mirarse a las lejanas y frías estepas de Rusia y de su maltratado vecino ucraniano.