No se trata de sobre simplificar la historia, pero muchas veces las motivaciones para grandes eventos históricos pueden ser más sencillas y personales de lo que creemos.
Fernando Nunez-Noda/ El Político
No es que la I Guerra Mundial explotó exclusivamente porque un fanático serbio asesinó al Archiduque Franz Ferdinand o que Hitler parió el sueño de una gran Alemania cuando fue rechazado en la Academia de Bellas Artes de Viena… pero sin duda ambas circunstancias fueron detonantes de una cadena de eventos que llevaron a los desenlaces conocidos.
Para entender el frágil momento de Rusia, Ucrania y occidente, vale la pena darle un vistazo al personaje detrás de esta crisis geopolítica que puede llegar a salirse de control. Y no se pretende reducir la motivación del dictador ruso Vladimir Putin a un problema de ego proyectado en todo el país, pero sin duda hay algo de eso.
Rusia en el siglo XX
No hay duda de que Rusia se alzó como una potencia mundial en el siglo pasado, de la mano del movimiento Bolchevique y luego de un colapso de la monarquía que dejó al país en muy malas condiciones económicas.
La revolución fortaleció al país en lo político, pero en lo económico su industrialización estuvo orientada a los sectores primarios de la economía y siempre a la zaga de occidente, y, por otro lado, a la explotación descarada de las repúblicas vecinas que anexó… como Ucrania, precisamente, llamada "el granero de la URSS" y a`la cual Joseph Stalin sometió a una hambruna provocada (el "holodomor") considerada un genocidio a la par del ejecutado por los nazis con los judíos.
Luego, poco a poco, el ideal de una república soviética se desmoronó. Rusia demostró lo que se decía de ella en occidente: "Un país del Tercer Mundo con armas nucleares". Sin libertad ciudadana, ni empresa privada, y un "politburó" cada vez más burocratizado y fosilizado.
Cuando Mikhail Gorbachev llegó al poder en 1985, por fin hubo una mirada lúcida de lo que Rusia necesitaba: reestructuración política ("perestroika"), liberación de su economía y apertura hacia el mundo ("glassnot"), y el soltar la pesada carga de repúblicas apresadas bajo su "cortina de hierro". Eso cambió la geopolítica de Europa en unos aspectos (desburocratización, apertura), pero no en otros (modernización de la economía, democracia auténtica). Desafortunadamente Gorbachev fue un líder visionario, pero débil como gobernante y dio pasó a Boris Yeltsin, mucho peor con un gobierno populista, desordenado y carente de visión.
Enter Putin
Pero la gran promesa de una Rusia moderna y democrática quedó finalmente sepultada cuando entró en el escenario Vladimir Putin, quien llegó a la Secretaría General rusa en 1999, luego de una carrera en las agencias de Inteligencia del país.
Putin es un nacionalista que resiente la desaparición de la URSS y la independencia de las repúblicas que la Cortina de Hierro tenía secuestradas. Sabe que su mayor rival, los EEUU, es insuperable por una Rusia que sigue siendo un país cuyo poder se sustenta casi exclusivamente en poderío militar y nuclear, y cuya economía no compite ni de lejos con la de sus vecinos europeos, ni qué decir con la de su rival geopolítico en América.
Mientras China se ha convertido en un país con un gobierno (comunista) y dos sistemas (el comunista y el hipercapitalista de exportación), y se ha hecho un gigante económico, Rusia sigue siendo un país cuya economía está muy por debajo de su potencial.
Examinemos las principales exportaciones de Rusia: petróleo crudo, gas natural, metales, alimentos y productos agrícolas. Nadie, fuera de Rusia, compra automóviles, televisores, computadoras o cámaras del país de Putin. El ingreso per cápita ruso es de $14.037, mientras el de los EEUU es cuatro veces mayor: $49.965. El dólar es la moneda del mundo, el rublo solo se usa en Rusia.
De modo que el dictador ruso únicamente tiene una economía primaria, un gran ejército y armas nucleares para competir. Occidente tiene eso mismo también, pero centenares de otros productos y servicios que el totalitarismo ruso ha impedido producir en su suelo.
Y así, Putin es el gran apoyo de los enemigos de Occidente. Es obvia y evidente su ayuda directa a regímenes antioccidentales como los de Cuba, Nicaragua o Venezuela.
No hay otras opciones para Putin que ser el bully del mundo, porque su fuerza yace exclusivamente en lo militar, lo nuclear y en sus recursos naturales. Mientras Putin gobierne no habrá estabilidad en Europa ni en el mundo geopolítico. El bully del mundo seguirá buscando crear disrupción, sea con armas, disidencia, guerrilla o con una maquinaria de ciberguerra que ya ha llamado la atención de sus enemigos.
No habrá paz, ni futuro democrático para Rusia y otros países, mientras Vladimir Putin gobierne.