Conforme a un análisis periodístico publicado por The New York Times, más de 50 naciones latinoamericanas y asiáticas han requerido a Rusia mil 200 millones de dosis de la vacuna Sputnik V para contener el contagio del COVID-16. Lo que ha contribuido a mejorar la imagen de la ciencia rusa y a aumentar la influencia de Moscú en todo el planeta.
El Político
Los créditos del análisis corresponden a Andrew E. Kramer, corresponsal del diario neoyorkino en Moscú y quien formó parte de un equipo que mereció el Premio Pulitzer de Reportajes Internacionales 2017 por una serie sobre la proyección encubierta del poder de Rusia.
Comienza Kramer por comentar que la política exterior rusa no solo tiene un marcado acento en sus fortalezas militares y las exportaciones de hidrocarburos. Y que en fecha recientes el Kremlin ha conseguido un amplio triunfo diplomático de una fuente inesperada: el éxito de su vacuna contra la pandemia.
Añade: “Mientras que Estados Unidos y los países europeos han considerado o aplicado prohibiciones a las exportaciones de vacunas, Rusia se ha ganado el aplauso al compartir su vacuna con países de todo el mundo en un aparente acto de lúcido interés propio”.
Russia has been promoting its vaccine around the world despite a slow rollout at home. Only 2.2 million Russians (less than 2 percent) have received a first dose, compared to 40.3 million people (around 12 percent) in the United States. https://t.co/OBIsdaLm5G
— Andrew E. Kramer (@AndrewKramerNYT) February 19, 2021
Considera que no obstante, en Rusia las cosas no son siempre lo que parecen. Y que este aparente triunfo científico y puede no ser todo lo que el Kremlin quiere que el mundo piense. Explica: “Aunque la Sputnik V es incuestionablemente eficaz, su producción se retrasa. Lo que plantea dudas sobre si Moscú puede estar prometiendo la exportación de muchas más vacunas de las que puede suministrar. Y haciéndolo a expensas de sus propios ciudadanos”.
El poder blando de Rusia
El análisis periodístico cita a Dmitri Kulish, profesor del Instituto Skoltovo de Ciencia y Tecnología de Moscú. Quien sugiere que el número real de inmunizaciones en territorio ruso es un secreto de Estado. Y que empero, los funcionarios rusos se jactan de las exportaciones masivas de vacunas. Y se regodean en el cálido brillo de la diplomacia de las vacunas que ha generado.
Consulta también a Cliff Kupchan, presidente de la consultora de riesgo Eurasia Group y ex diplomático estadounidense. Este dice: “El poder blando es el enorme gran vacío en el estatus global de Rusia. Si juega bien sus cartas aquí, las vacunas podrían ser muy importantes”.
Eurasia Group is proud to announce Cliff Kupchan as our new chairman http://t.co/s6nGltJLKC pic.twitter.com/h3DbTZ2eFt
— Eurasia Group (@EurasiaGroup) October 7, 2014
Desde otro ángulo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en una conferencia de prensa, comentó: “Seguimos preguntándonos por qué Rusia ofrece, teóricamente, millones y millones de dosis. Mientras no avanza lo suficiente en la vacunación de su propio pueblo. Hay que responder a esta pregunta”.
El periodista Kramer puntualiza que pese a las dudas, la diplomacia de las vacunas ya ha favorecido una serie de objetivos para Moscú. Entre ellos, contribuir a profundizar las divisiones dentro de la Unión Europea, al enviar un cargamento a Hungría antes de que los reguladores lo aprobaran para todo el bloque. Adicionalmente agitó la discordia interna en Ucrania al destacar la lentitud de los suministros de vacunas occidentales al país. Y circuló desinformación en América Latina que minó la confianza del público en las vacunas fabricadas en Estados Unidos.
Fuente: The New York Times