Tras el desarme, Frédéric Massé propone la creación de estructuras conformadas por guerrilleros que aun ejercen control en zonas apartadas, para que la Fuerza Pública pueda ser legítima y eficaz.
Las polémicas alrededor de la inclusión de 1.200 guerrilleros en la Unidad Nacional de Protección, así como la posibilidad de que desmovilizados de las Farc formen empresas de seguridad privada, volvieron a poner sobre la mesa la cuestión del papel de esta guerrilla con respecto al tema de seguridad en el posconflicto.
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El tema alude a dos problemáticas distintas. La posibilidad de que exguerrilleros de las Farc integren la Unidad Nacional de Protección para proteger a sus miembros amenazados responde a dos aspectos clásicos del Desarme, Desmovilización y Reintegración (DDR): garantías de seguridad física, por un lado, es decir, proteger a los cuadros de las Farc ante posibles amenazas debido al fantasma del pasado (asesinato de miembros de la UP) y al contexto actual (asesinatos de líderes sociales y defensores de los DD. HH.), y garantías económicas,.
Por el otro, al ofrecer un trabajo legal y remunerado a muchos de los excombatientes, mitigando así la tentación de seguir delinquiendo o de volver al monte. La polémica no debería tener lugar en cuanto al fondo de la cuestión. Este esquema se implementó en muchos países e inclusive en Colombia. Lo discutible puede ser el número elevado de excombatientes que integrarían la Unidad de Protección.
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