Ante las expectativas que están provocando el inminente levantamiento del secreto de sumario de las denuncias de los ejecutivos de la constructora Odebrecht, en el marco de la operación Lava Jato, y el juicio en el Tribunal Superior Electoral de la coalición Dilma-Temer por su supuesta financiación ilegal durante la campaña 2014, el presidente Michel Temer se desahogó el martes (28) durante una reunión con aliados políticos en el Palacio Presidencial.
Admitió haber estado bajo presión en la toma de decisiones del Gobierno y se definió a sí mismo como un presidente "que no es ni popular ni populista."
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De acuerdo con la última encuesta de Datafolha, publicada en diciembre, sólo el 10% piensa que la gestión federal del PMDB (Partido del Movimiento Democrático Brasileño) es excelente o buena.
Según fuentes presenciales, el presidente hizo hincapié, sin embargo, en que a pesar de ser consciente de que no cuenta con gran aceptación, no pretende adoptar el camino del populismo y quiere ser reconocido como un mandatario responsable por reformas estructurales, como la reforma laboral y del régimen de pensiones.
En la reunión, de acuerdo con los parlamentarios, el presidente ha querido señalar que ha tenido una gran carga de trabajo diaria. Dijo que se levanta muy temprano y trabaja hasta tarde para que el tiempo le rinda por partida doble, y compensar así la corta legislatura que asumió a partir de la destitución de la presidente Dilma Rousseff.
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La reunión con los parlamentarios Temer había sido convocada para discutir el texto de la reforma de las pensiones que está siendo tramitada por una comisión especial de la Cámara de Representantes.
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