“Todo estadounidense, sin embargo, ha nacido en un tiempo y para un tiempo… No existe mejor forma para definir el círculo de lo asequible para él cuando tiene que defender a su patria”.
El ambiente de realismo político que se ha instalado en Capitol Hill ya ha sobrepasado el límite teórico que los Beltway’s hawks pueden soportar.
Por Alfonso M Becker
Si bien el decadente espectáculo del impeachment forma parte del sistema ideológico de las apariencias mundanas contenidas en la historia de la gobernanza de la república americana, ello no es óbice para preparar la defensa de los Estados Unidos y de sus intereses globales.
Las sonrisas de la diplomacia china ya no convencen a nadie. Las malas intenciones que desprenden las amenazas del gobierno comunista de Beijing están a la vista de todos, no solo a nivel regional intimidando a los vecinos, sino implicando a todo el Indo-Pacífico, desde el hemisferio boreal hasta el austral.
Bajo el manto del delirio geopolítico de la nueva ruta de la seda, las actividades de China en todo el planeta no muestran otra cosa que ocultar el intento de Beijing de controlar militarmente el mundo… Lo saben los australianos, lo intuye Korea, Filipinas, Taiwan, lo soporta Japón, lo huele toda indonesia y hasta Nueva Zelanda ha comprendido que el mundo se dirige a la guerra…
Lo padecen militarmente India, el Nepal, con territorios disputados militarmente con China; todos muestran y advierten de la terrible estrategia de Beijing de apropiarse de una de las mayores fuentes de agua dulce del planeta: el Tibet.
Pero la llamada por Washington, “escuela de letrados” confuciana del Partido Comunista Chino ya ha dejado por escrito que Estados Unidos es el mayor obstáculo militar para cumplir con la “sagrada misión” de llevar a China a la prominencia mundial y hacia respeto que merece…
Sin embargo, los verdaderos confucianos japoneses ven el mundo de otra forma y ahora señalan a Xi Jinping como a un tirano “vitalicio” del Partido Comunista que aspira a ser emperador de todo el globo terrestre…
Para el actual Japón democrático y liberal, el cosmos, sinónimo de universo celestial o mundo de paz y felicidad, ya no es -y ni siquiera se parece- al falso futuro que ofrece China con su gran artificio “Belt and Road": el dominio militar maquillado de iniciativa economicista.
Un atrevimiento y una locura bélica de armas nucleares que -según Washington- no se corresponde con la aceptación y el talento de la cultura judeocristiana; con toda seguridad, tampoco de la Rusia ortodoxa; y que además no es del gusto del resto de competidores globales en el campo de la economía y de la cultura.
Todos han señalado Xi Jinping como un mal gobernante, un peligroso dictador comunista que ha roto, abruptamente, la armonía que debe regular las relaciones entre vecinos y tanto los taoístas como los budistas, desde su ética, lo señalan como un violento “emperador” que ha conseguido una inmensa fortuna robando la propiedad intelectual de todo el planeta.
La mueca diplomática de la China comunista ha mostrado su verdadera cara a todos los pensadores de profesión en La Colina; politólogos que advierten de un grave peligro, y que no cejan en su empeño de afrontar, con todos los medios disponibles, al competidor militarista más agresivo en toda la historia de los Estados Unidos.
Efectivamente, los sabios de Beltway advierten a los vecinos de China que, Xi Jinping, ha trastornado la armonía diplomática y habrá graves consecuencias; porque el mandatario chino conduce a su pueblo a la ruina mediante su agresiva conducta.
En Washington se respira la guerra total… Ese un concepto alarmante que no perturba a los generales estadounidenses pero que, en cierto modo, provoca que el establishment haya dejado de mirar a la China de Xi Jinping como a un país “normal”, y lo contempla, claramente, como a una dictadura militar altamente perfeccionada por el Partido Comunista Chino. Xi Jinping busca la guerra.
Así que La Colina ha dejado a un lado las abstracciones en torno a las figuras místicas del discurso como la virtud, la libertad y la justicia, totalmente ausentes en Beijing, y señalar a Xi Jinping como lo que es: un peligroso “emperador vitalicio” que amenaza abiertamente a los Estados Unidos y a sus aliados.
El Departamento de Defensa es el que ha puesto en alerta máxima a toda la república estadounidense y a los aliados de Europa, Oriente Medio y Oceanía… El intercambio de inteligencia comenzó, en su día, indicando a todos los aliados para una guerra inevitable, que si aprecian el suceder histórico del pasado, mucho más deberían amar el futuro.
Así que tendrán que elegir pelear este juego para conseguir ese futuro para el Occidente.
Es un ambiente extraño y excitante en el que se tratan de disimular, torpemente, tanto las urgencias como la seria posibilidad de un contundente e inesperado primer ataque militar por parte de China.
Si China ha cogido desprevenidos a los Estados Unidos en lo que respecta a una carrera armamentística en toda regla, el establishment se pregunta ¿Por qué no puede ocurrir otro ataque mucho peor que el que sufrió Pearl Harbor ?
Hay disputas intelectuales de alto nivel en el Pentágono, en la que los grandes jefes del Joint Chiefs of Staff , empujados a la defensiva, todavía no saben qué va primero en la defensa, y qué es lo que pueden dejar para después.
Se han escrito miles de millones de páginas, en solo estos tres último años, sobre táctica y estrategias en la construcción o adquisición del hardware necesario para afrontar una guerra total… Se habla de la compra inteligente en las nuevas formas de guerra.
El coste del primer carrier de la Ford Class, USS Gerald R. Ford (CVN-78) -por ejemplo- ha sido de 14.000 millones de dólares… Por ese dinero se pueden adquirir más de 100.000 misiles hipersónicos y todos sus vehículos de entrega… capacitados para hacer lo que -precisamente- nunca podría hacer una aerolínea de la US Navy: desintegrar un país entero como China en un ataque masivo atómico de respuesta.
Rusia está eligiendo una mala compañía…
Comprenderán los lectores el tipo de guerra a la que nos enfrentamos… Será una guerra global y no habrá ninguna madriguera donde esconderse. Rusia, al menos, sabe guardar las apariencias y en la cultura de la élite rusa, la contención y la disuasión son casi una “religión” producto -seguramente- del cristianismo ortodoxo fagocitado por la burocracia del soviet, y 70 años de pensamiento soviético…
Esta novísima “segunda clase social” élite clerical modernizada por la doctrina Putin, es el gran invento del presidente ruso para dar brillo y esplendor a su presidencia: rellenar todo el vacío ideológico de un comunismo que ya solo podía atraer a los tarados intelectuales, o a los ignorantes del planeta…
Sin comunismo, ni nada que se le parezca en la nueva Rusia del capitalismo salvaje, y en los momentos difíciles como la crisis económica que padece Rusia y el progresivo aumento de la disidencia doméstica, solo tuvo que llamar al Patriarca de Moscú y de todas las Rusias para que “apacentara al rebaño” y ocupara el trono de poder que el clérigo merecía…
El gran Vladímir Putin había logrado la “renovación espiritual” de Rusia, una segunda clase social privilegiada encargada del desarrollo espiritual y moral de los rusos… No me digan que no es listo el presidente ruso… Putin sustituyó el comunismo por un nuevo pilar ideológico: la Iglesia Ortodoxa Rusa.
Se suele hablar y escribir mucho de Vladímir Putin, el humilde y genial funcionario soviético de inteligencia que se hizo con el poder en Rusia, logrando revertir la caída al vacío de un imperio soviético sumido en la corrupción… Ahora la pregunta del millón es :
¿De qué parte se pondrá la nueva Rusia en una competencia de poder global?
Bueno… la nueva identidad rusa propuesta por este inteligente presidente ruso no debería apartarse de la famosa “alternativa única” propuesta por el legendario politólogo estadounidense, Zbigniew Brzezinski, pero a la Rusia de Putin le molesta, como los picores de la sarna, seguir los caminos teóricos del viejo adversario yankee…
Hasta ahora, el presidente ruso hace lo que puede ante la peligrosa China pero llegará el día en que la amenaza sea tal para Rusia, que Vladímir Putin o su sucesor sentirán el aliento en el cogote de un Ejército de Liberación Popular chino cuya “Segunda estrategia” es apropiarse de todo el continente euroasiático tras afianzar sus collares de perlas…
Mientras tanto el Pentágono ha hecho su movimiento más agresivo contra Beijing y está construyendo una gigantesca base aeronaval en Australia. Los viejos tiempos del continente australiano como un buen hogar para los americanos, han vuelto. Con este movimiento de fichas, Beijing ha comprendido que esta vez va en serio…
La frenética preparación para una guerra ya se ve todos los días; disparar láseres desde toda clase de vehículos por tierra, mar y aire… Del espacio mejor no hablamos porque es alto secreto militar incluso para el military–industrial complex ; las maniobras de asalto anfibio con fuego real, dan miedo contemplarlas porque los accidentes ocurren con frecuencia.
Los helicópteros vuelan a una velocidad de vértigo entre las montañas; las máquinas robóticas disparan fuego de cobertura mientras comandos especializados realizan ataques cibernéticos coordinados con gigantescos drones con funciones de control y comunicación mediante sistemas complejos para el ataque a los lanzadores antiaéreos…
La nueva campaña de reclutamiento militar, llamando a filas, como en los viejos tiempos del Tío Sam, solo se puede explicar si se contempla la energía y el tesón de un timonel que ya no es el presidente de los Estados Unidos… Como dijeron los filósofos alemanes del siglo XIX: “ahora no necesitamos a un César sino un Senado”; no un Napoleón sino los mejores oficiales de West Point…
Gracias al estricto control establecido en la nueva política migratoria estadounidense, una fuerte tradición como el US Army , atrae a los nuevos talentos inmigrantes que tienen algo que dar a cambio de grandes oportunidades; de la nueva identidad y del nuevo sentido a sus vidas, algo moralmente aceptable y hermoso, para los Estados Unidos.
Washington ha comprendido perfectamente lo que se viene encima. Sin mucho sentido, se habla y se escribe de guerras eternas, que deberían llamarse conflictos que se alargan en el tiempo, o simplemente operaciones antiterroristas.
La república americana advierte a sus aliados que el tiempo de la paz se agota y desaparece; es un serio aviso de que llega el tiempo de la guerra y se acerca con extraordinaria rapidez. Todos saben cuál es el enemigo a batir.
El liderazgo de Washington ha dejado claro a sus aliados que las grandes líneas, trazadas inmutables, son traspasadas y pisoteadas, sin respeto alguno, por el enemigo mientras la Unión Europea frivoliza o titubea con legalismos yihadistas de salón, en Oriente Medio, a la hora del combate…
Todo estadounidense, sin embargo, ha nacido en un tiempo y para un tiempo. No existe mejor forma para definir el círculo de lo asequible para él cuando tiene que defender a su patria.
Al fin y al cabo, la política, se define en filosofía como la forma en que se cumple la historia de cualquier nación dentro de una comunidad de naciones.
Y el gran arte de Estados Unidos consiste en afrontar los acontecimientos exteriores y prevalecer.