La tradición de no invitar a presidentes mexicanos a las ceremonias de toma de posesión en Estados Unidos ha suscitado interés y debate en los últimos años. A medida que se acercan estas ceremonias, es importante entender el contexto y las razones detrás de esta práctica.
Este pasado martes la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, confirmó que no recibió invitación para asistir el próximo 20 de enero a la ceremonia de investidura de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, y señaló que el gobierno de nuestro país tendrá como representante al embajador Esteban Moctezuma.
¿Problemas o costumbre?
Históricamente, las ceremonias de toma de posesión en EE.UU. han priorizado la representación diplomática a través de embajadores y otros funcionarios.
El gobierno de Estados Unidos no invita a jefes de Estado extranjeros a las tomas de posesión presidenciales en Washington sólo por razones protocolares y prácticas, pues este acto se considera de política doméstica, al que sólo asisten los expresidentes de esa nación.
Además, la presencia de múltiples jefes de Estado en la capital norteamericana podría generar desafíos logísticos y de seguridad debido al elevado perfil de los invitados y la necesidad de protegerlos en un acto de esta envergadura.
Si bien el presidente electo, Donald Trump, modificó el protocolo al extender invitaciones a los presidentes de Ecuador, Argentina, El Salvador y la primera ministra de Italia, se ha dejado saber que esta decisión obedece a una afinidad del nuevo mandatario norteamericano con los invitados.
La lista de invitados a la ceremonia de Trump ha generado críticas debido a la inclusión de líderes políticos afines a su ideología, mientras que figuras como Sheinbaum y Luiz Inácio Lula da Silva (de Brasil) fueron omitidos.