Una serie de operativos policiales han revelado cómo una banda criminal china ha hecho fuertes incursiones en Chile, y se ha beneficiado del boyante tráfico de marihuana en el país y de los estrechos lazos comerciales con China.
El Político
A finales de agosto, una querella penal en Santiago declaraba que desde 2021 más de 200 migrantes chinos entraron ilegalmente a Chile desde China continental. La denuncia, interpuesta por la Asociación Gremial de Cultura y Comercio China en Chile, alegaba que los migrantes pasaron por Argentina, Brasil o Bolivia, y fueron introducidos a Chile, para lo cual pagaron sumas entre US$2.500 y US$8.000 por persona.
Al llegar a ciudades chilenas, como Santiago, Valparaíso y Temuco, muchas veces esos migrantes eran obligados a prostituirse en centros de entretenimiento o a trabajar de manera forzada en plantaciones de marihuana.
Una investigación penal paralela, abierta en 2020, encontró que una serie de plantaciones de marihuana en interiores y lugares de entretenimiento eran de propiedad de familias originarias de la provincia de Fujian, al sur de China, conocidas como el clan Bang.
“Existen al menos 4 investigaciones en los últimos años vinculadas a tráfico ilícito de migrantes y otros por trata de personas [desde China]… donde se puede percibir la misma estructura vertical”, comentó, en entrevista con InSight Crime, Luis Toledo, quien fue director de la unidad nacional de drogas de la Fiscalía General de Chile hasta enero de 2023.
Aunque el crimen organizado chino ha incursionado antes en Latinoamérica, con el suministro de fentanilo o químicos precursores a grupos mexicanos o ayudando a blanquear ganancias del tráfico de narcóticos, su presencia en Chile parece mucho más permanente.
InSight Crime expone aquí por qué este país ha sido el punto de aterrizaje ideal para la mafia china.
Legado internacional del crimen organizado fujianés
El clan Bang es una de las organizaciones criminales más destacadas entre las surgidas de la provincia de Fujian. Por su posición geográfica y sus nexos comerciales, oleadas de inmigrantes fujianeses han migrado por el mundo, y tienen una fuerte presencia en Hong Kong, el sureste asiático, Estados Unidos y Canadá.
Históricamente, esta diáspora permitió al crimen organizado fujianés abrir operaciones en diferentes países, manejándolas internamente o en cooperación con otras tríadas chinas, la Yakuza japonesa o grupos mafiosos de Estados Unidos. Dichas operaciones, por lo general, utilizaron casinos con licencia o centros de diversión y salones de belleza como fachada para el narcotráfico y la prostitución.
Estas operaciones conformaron un primer esbozo del modus operandi que el grupo Bang adoptaría en Chile. El clan se benefició del legado fujianés de manejo de lugares de entretenimiento -como los bares de karaoke- como fachada de economías criminales, a la par que adquirían experiencia en el cultivo y la distribución de marihuana.
Un modelo comercial ensayado y probado
Chile no fue el primer país extranjero al que entró el grupo Bang. Sus primeras operaciones importantes en el exterior se iniciaron en España. En abril de 2021, las fuerzas de seguridad españolas desmantelaron una red ilícita de producción de marihuana a gran escala. De propiedad del grupo Bang, esta red operaba 13 puntos de producción y exportaba “cantidades industriales de marihuana”, según la policía. Las autoridades capturaron a 65 personas, incluidos muchos con ciudadanía china, en España, Reino Unido, Francia, Portugal, los Países Bajos e Italia.
Esta operación tenía todas las señales del modus operandi del grupo Bang en Chile, como la producción de grandes cantidades de marihuana y su expendio, al igual que la tendencia a mantener el manejo del negocio exclusivamente entre nacionales chinos. Dos familias, identificadas como Lin y Zheng Wei, estaban en la mira de las autoridades españolas desde 2012 por tráfico de migrantes y trata de personas desde Fujian. A partir de 2017, ambas familias se dedicaron a la producción de marihuana, según expedientes de la policía española.
Había muchos supervisores, en su mayoría hombres de 20 a 30 años, en cada punto de producción de cannabis. Luego, estaban los “jardineros”, con frecuencia migrantes chinos que ganaban un exiguo salario y podían ganar una comisión sobre las ventas de la marihuana que producían, según una investigación del medio informativo español 20 Minutos.
El grupo Bang replicó ese modelo en Chile, desde las plantaciones de marihuana, el trabajo forzado de migrantes y su dependencia de la diáspora china.
“Hemos visto grupos chinos, vinculados al grupo Bang de Fujian, con las mismas operaciones que tenían en España y en otros lugares de Europa, especialmente vinculados al tráfico de marihuana y de migrantes”, señaló Toledo.
Sin embargo, el elemento del tráfico de migrantes tendía a ser de naturaleza más colaborativa, pues necesitaba la participación de funcionarios del gobierno local para facilitar el movimiento de migrantes, mientras que se mantenía mayor reserva sobre las actividades del grupo Bang con la marihuana.
“Nuestras investigaciones mostraron la cooperación de chilenos y funcionarios de gobierno en casos de tráfico de migrantes. En lo que respecta al narcotráfico, la estructura criminal tendía a ser más exclusiva y promovía la participación de sus coterráneos”, explicó Toledo.
Parece que se hizo una excepción en lo que respecta a las drogas sintéticas. Mientras que el clan Bang vendía su marihuana a traficantes chilenos, también compraba ketamina y éxtasis para vender en sus establecimientos de karaoke, según el diario chileno La Tercera.
La investigación también descubrió que un integrante del grupo Bang, identificado como Ling Chen, tenía un socio venezolano, José Morales Rodríguez, y que ambos habían viajado a Perú a montar una cadena de suministro de drogas sintéticas, con el fin de venderlas en Chile.
El auge del mercado de marihuana en Chile
Si el grupo Bang buscaba un destino latinoamericano para replicar su modelo de producción y tráfico de marihuana, Chile habría sido un candidato obvio. El 15% de los chilenos eran consumidores habituales de marihuana, según el Informe Mundial de Drogas de la ONU para 2019, y el país ocupaba el tercer lugar en consumo de la droga, después de Israel y Estados Unidos.
Aunque el país ha despenalizado el consumo personal de marihuana, su producción y comercialización a escala industrial sigue considerándose ilegal. Por consiguiente, había una gran demanda de cultivos de marihuana a gran escala, en el que han incursionado un buen número de actores criminales.
Entre 2019 y 2022, aumentaron los decomisos de marihuana que entraba por tierra y por mar desde Perú, Colombia y Bolivia. Pero, con los cierres de fronteras durante la pandemia de COVID-19, se dificultó el contrabando de marihuana del exterior. Esto llevó a un incremento predecible de la producción interna. En 2022, autoridades en la provincia chilena de Choapa descubrieron extensas plantaciones al aire libre, cada una con plantas avaluadas en millones de dólares.
Esto brindó una oportunidad real para el grupo Bang, por su experiencia en plantaciones de la hierba en interiores y la capacidad de operar de manera clandestina.
Integración de China con Chile
Chile mantiene estrechas relaciones con China, en especial desde 2006, cuando se convirtió en el primer país latinoamericano en firmar un acuerdo de libre comercio con el país asiático. La economía de Chile depende fuertemente de China, ya que más de una cuarta parte de las exportaciones del país se dirigen allí, como es el caso de materias primas como el cobre. Esos nexos han permitido al crimen organizado chino ocultar actividades ilícitas, como el tráfico de migrantes o la compra de cobre robado.
El crimen organizado chino se ha beneficiado de los nexos chilenos en el pasado. En 2020, se robaron más de 50 toneladas de cables de cobre por valor de unos US$250 millones cerca de Santiago y se los preparó para exportar a China. Las exportaciones legales de cobre de Chile a China suman US$20 mil millones anuales, lo que hace relativamente fácil a los compradores esconder las cargas robadas.
Las asociaciones comerciales chinas en Chile prosperan a nivel nacional y local. La querella penal original contra el grupo Bang incluso fue interpuesta por una de esas asociaciones, demostrando cómo la comunidad de negocios china se encuentra en una posición privilegiada para denunciar las economías criminales relacionadas con su país.
Estas asociaciones comerciales están bien conformadas y sus integrantes son importantes generadores de empleo. Los dueños de empresas corruptos que hacían parte de esta diáspora estaban, por consiguiente, en una posición ideal para brindar ayuda y camuflaje para el tráfico de migrantes y la posterior explotación laboral.
Uno de esos empresarios, Yu Caixin, presidente de la Cámara China de Comercio en Temuco, fue crucial en las iniciativas del grupo Bang. Operador criminal avezado, Yu forjó relaciones con actores políticos. En 2022, le ayudó al gobernador de La Araucanía, donde se encuentra Temuco, a recoger dinero y suministros para las víctimas de los arrasadores incendios forestales. Los dos incluso posaron para una fotografía sosteniendo la bandera china.
En realidad, Yu era también uno de los mayores financiadores de la operación de marihuana de los Bang, que había producido miles de plantas en 26 cultivos, en los cuales también se halló más de US$1 millón de dólares en efectivo durante varios allanamientos en 2021. En abril de 2023 fue detenido por varios cargos, entre ellos producción de narcóticos, tráfico de narcóticos y pertenencia a una organización criminal.
En agosto de 2023, Yu llegó a un acuerdo con las autoridades mediante el cual se declaró culpable de los cargos y evitó pasar tiempo en prisión al acogerse a una medida de libertad condicional hasta por cinco años.
Crimen y migración en Chile
La reputación de Chile como país relativamente seguro y rico lo ha convertido en un destino atractivo para migrantes de toda Latinoamérica y otros países. Las crisis políticas y económicas en Haití y Venezuela llevaron a decenas de miles de habitantes de dichos países a dirigirse hacia Chile en circunstancias muchas veces peligrosas.
Los grupos criminales no tardaron en aprovecharse de estas poblaciones vulnerables mediante la extorsión, el narcotráfico y la explotación sexual. La megabanda venezolana, el Tren de Aragua, se destaca especialmente por esto, aprovechándose de numerosos migrantes venezolanos en el tránsito hacia Chile y también al llegar al país. El Tren de Aragua ha sido señalado de estar destrás de la escalada de los homicidios, la extorsión y el tráfico de migrantes en el país. También han aparecido imitadores, que se presentan como el Tren de Aragua, lo que sin duda no logra más que empeorar la imagen de los migrantes venezolanos en el país.
El grupo Bang siguió el mismo patrón, introduciendo a migrantes de Fujian, que hablan un idioma desconocido para las autoridades chilenas, y obligándolos a trabajar y vivir bajo su control absoluto.
Aunque Chile ha emprendido una campaña agresiva contra los delitos causados por grupos criminales extranjeros, lo que incluye la revisión de su política migratoria, está por ver cómo afectarán estas medidas al crimen organizado chino.
“El tráfico de migrantes no es nada nuevo, pero el grado de organización y consolidación de estos grupos ha cambiado. A conocidos traficantes se les han unido el Tren de Aragua y ahora el grupo Bang. La falta de control en la frontera y la inexistencia de una política migratoria ordenada y controlada ha permitido este ingreso del crimen”, como afirmó Pilar Lizana, analista de seguridad del centro de pensamiento chileno AthenaLab.
Chile ha revertido la política migratoria liberal que tenía y ha deportado a miles de migrantes a países vecinos, generando tensiones políticas. Incluso organismos humanitarios internacionales han criticado al país por supuestas “deportaciones arbitrarias” de venezolanos.
A pesar de los operativos contra el grupo Bang, es poco claro si el endurecimiento de la política migratoria de Chile se extenderá a la diáspora china. Aunque algunos de los trabajadores descubiertos en las plantaciones de marihuana afirmaron vivir en condiciones equiparables a la esclavitud, las mafias chinas siguen siendo una parte relativamente pequeña del panorama del crimen organizado de Chile y son difíciles de investigar.
Aún cuando los investigadores chilenos comenzaron a dirigir su atención al clan Bang, tuvieron dificultades con el idioma, al tratar de descifrar las interceptaciones de conversaciones telefónicas. “Ellos no hablan necesariamente cantonés o mandarín. A su turno, al ubicar intérpretes, algunos renuncian, pues son amenazados o manifiestan temor por las consecuencias y represalias de la organización”, relató Toledo.
“Se aprovechaban de la dificultad […] del dialecto propio de la zona de Fujian, que es más difícil de traducir”, declaró a La Tercera el fiscal Yans Escobar, quien coordina la investigación Bang.
A pesar atraer más la atención de las autoridades, las mafias chinas podrían seguir manteniéndose bajo el radar de las mismas en comparación con otros retos criminales que enfrenta Chile.
“Lo que sucede con la mafia Bang en Chile se enmarca en la llegada del crimen organizado al país, quienes se aprovechan de las debilidades del Estado y del impacto que el nuevo escenario de criminalidad”, señaló Lizana.
Con información de Insight Crime