El candidato republicano bailó gospel y leyó la Biblia en un servicio en una iglesia afroamericana de Detroit, su primera visita de este tipo. Cuando faltan 66 días para la elección, aún no ha ido a un lugar de valor simbólico para la comunidad hispana.
Aunque parezca difícil dar con un votante afroamericano de Donald Trump, haberlos los hay. El candidato republicano se reunió este sábado con un grupo de ellos en una iglesia del oeste de Detroit.
Allí estaba Nobles Darby, una empresaria local de 41 años que seguía emocionada al salir del servicio en el que Trump leyó un corto discurso dirigido a la comunidad afroestadounidense.
También había caras célebres que le defienden a menudo en televisión como su antiguo rival en primarias, el neurocirujano Ben Carson, que es oriundo de esta misma ciudad, y también el pastor Darrell Scott, venido desde Cleveland. Fueron invitados por la campaña y el obispo Wayne Jackson, quien organizó la visita a su iglesia Great Faith Ministries.
Para Trump este era un día de estreno. Después de 466 días como candidato y a falta de 66 para la elección, pudo cumplir con lo que es una costumbre en las campañas presidenciales: hacer una visita a una comunidad afroamericana.
Trump aplaudió y se contoneó al ritmo de la música religiosa. De manos del obispo recibió como regalo un mantón de rezo traído de Israel y una Biblia.
"Entiendo por completo que la comunidad afroestadoundense ha sufrido de discriminación", dijo Trump prometiendo enmendar esa "injusticia". También les prometió mejorar las condiciones económicas en Detroit, la ciudad grande de Estados Unidos con mayor índice de pobreza. Detroit se ha convertido en un símbolo del deterioro industrial del cinturón oxidado o Rust Belt, donde Trump espera capitalizar la desesperación de muchos.
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Le presentó el obispo Jackson que resaltó que la suya era la primera iglesia afroestadounidense en la que entraba el candidato. Antes, Jackson grabó una entrevista para su canal local Impact Network que será emitida el jueves a las 9PM, ET.
Durante el servicio Trump leyó un versículo del Evangelio de San Juan con un mensaje que a algunos les sonó postizo.
"Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros", leyó Trump.
"Todo me pareció un teatro", decía al marcharse una de las asistentes, Bernice Smith.
Reto
Para el candidato presidencial más impopular entre los afroamericanos de la historia reciente organizar un evento así era un reto. Llegó a esta zona deprimida y semiabandonada de la ciudad fuertemente escoltado, protegido por policías en los tejados y montados a caballo. Entró a las 10 AM, ET por una puerta trasera para evitar una protesta en su contra y se marchó del mismo modo dos horas más tarde, antes de que concluyera el servicio.
Ya sea porque no puede o porque no quiere, el candidato aún no ha hecho parada en campaña en algún lugar de valor significativo para los hispanos. Su intento en julio por visitar la Calle Ocho de Miami fue abortado a causa de la matanza de policías de Dallas.
Los asistentes en Detroit no fueron tantos como para llenar la iglesia que en un sábado cualquiera hubiera estado repleta según quienes asisten frecuentemente a este templo que destaca por ser el edificio más cuidado de la zona.
"Tendrías que haber visto los balcones y la mitad de la sala vacía", decía Chuck Westbrook, que salió en mitad del servicio porque no podía soportar la "incómoda escena" de ver a Trump como comportándose como un feligrés más.
Fuera, unos 200 manifestantes protestaban como si la iglesia estuviera "ocupada por Satán". "¡Demonios no, Trump se tiene que ir!", cantaban.
Trump solo dejó entrar a la iglesia al reducido número de periodistas que pagan por acompañarle como "empotrados" y con ellos se marchó desde allá a la casa donde se crió Carson, en el suroeste de Detroit.
El candidato y Carson hablaron brevemente con Felicia Reese, quien ocupa esa casa desde 1992, según el reporte del pool de prensa. "¡Esta casa vale mucho dinero!", le dijo Trump a Reese bromeando.
En total, la visita a esa zona duró cinco minutos. Según los periodistas del pool que acompañó a Trump, Reese es una votante de Hillary Clinton. Lo contrario hubiera sido una gran casualidad.
Con información de Univisión