El Político.- Enfermarse en el país actualmente es una complicación que va más allá de la condición física en sí. Conseguir cualquier medicamento sin antes visitar menos de cinco establecimientos farmacéuticos es una misión imposible, pues la escasez de medicamentos es cada vez más aguda.
A inicios del 2016 la Asamblea Nacional decretó la crisis humanitaria por la falta de medicamentos, insumos médicos y precariedades que sufren las clínicas y hospitales del país, situación que ha aumentado los índices de mortalidad por no cumplir los tratamientos recetados por los médicos correspondientes. A lo que al régimen no le ha importado en nada.
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— El Político (@elpoliticonews) November 6, 2017
Cuando a Mercedes Villa de Márquez le diagnosticaron Alzheimer su vida era un túnel oscuro. Tenía 77 años de edad, había sido profesora en la Universidad Central de Venezuela por casi 30 años, graduada de abogado y de psicóloga, una mujer independiente a todas luces, según la descripción de sus allegados.
Esa luz, que empezó a desvanecerse hace siete años, tiene más de un año detenida en la penumbra, pues desde esta fecha no recibe medicación. El efecto de los fármacos hizo lento su deterioro, la enfermedad no pudo avanzar; sin embargo, hoy muestra un estancamiento considerable.
La forma cómo sobrellevará su padecimiento es cada vez menos clara. Sin acceso a un tratamiento específico para su condición ha quedado a la deriva en todas las formas posibles. “Hasta el año pasado conseguíamos el tratamiento; comprarlo afuera es imposible, es muy costoso para la familia. La medicina hacía que la enfermedad avanzara más lento. Ahora las cosas se le olvidan más rápido. Mamá está a la buena de Dios”, relata conmovido Gustavo Márquez, su hijo, quien junto su hermano se turna el rol de cuidador.
Y así se encuentran los pacientes con esta patología desde que se decidió parar la producción de los fármacos.
Los laboratorios que fabricaban medicamentos para Alzheimer en Venezuela se vieron forzados a parar sus actividades luego de que el gobierno no les adjudicó más divisas para la compra de materia prima de este y otros fármacos psiquiátricos, explica Aquiles Salas, miembro del directorio de la Fundación Alzheimer de Venezuela.
“Los medicamentos para tratar la enfermedad son de alto costo, no se producen en Venezuela desde hace más de dos años, y hasta el primer trimestre de 2016 se encontraban de forma restringida las variedades más comunes a unos precios muy elevados. El Estado nunca ha incluido esta patología dentro de la importación de medicinas de alto costo”, señala.
Salas expone que el abordaje de la dolencia por parte del Estado es casi inexistente. La detección, aspecto clave para el tratamiento eficiente del Alzheimer, tiene serias limitaciones. “Hay una carencia de servicios para la accesibilidad de pacientes desde el diagnóstico hasta el tratamiento; también faltan recursos para atender al afectado y a la familia. Es cada vez más limitado lo que se puede ofrecer”, puntualiza.
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